por Julio Cortés
La admiración que profesaba el general Perón por Mussolini y Hitler es bastante conocida. Cuando Eva Perón visitó a Franco en 1947 el masivo público congregado frente al Teatro Oriente de Madrid coreaba: “Franco, Perón un solo corazón”. La visita fue clave para ayudar a legitimar el régimen de Franco, que apenas ocho años antes había logrado vencer a los republicanos tras tres años de guerra civil y que había caído en descrédito desde 1945 por haber apoyado a las potencias del Eje en la segunda guerra.
Pese a ello y a varias similitudes entre el peronismo y otros populismos encabezados por caudillos militares cercanos al fascismo, nunca ha existido consenso acerca de si el peronismo como fenómeno político de masas mantuvo en general dicha inspiración fascista y “tercerposicionista”, o sólo estuvieron presente en determinadas ramas de ese amplio movimiento. Es una discusión que también se sostiene con respecto al ibañismo chileno como movimiento político. Desde Chile, no es de extrañar que dos protagonistas de mi investigación “¿Patria o Caos?” (Tempestades, 2021) como son Roberto Thieme y Pedro Kunstmann, que desde sus diferencias se consideran ambos “nacional-revolucionarios” y de “tercera posición”, declaran no ser fascistas, pero sí “peronistas”.
El peronismo se ha caracterizado por su fuerte apoyo sindical y popular, y por alojar en su interior a corrientes de derecha y de izquierda, que a veces se enfrentaron resueltamente como en la famosa Masacre de Ezeiza en junio de 1973, cuando el día que Perón retornada desde la España de Franco peronistas de izquierda (FAR y Montoneros) fueron atacados con armas de fuego por los sectores derechistas y anticomunistas del Partido[1], causando una docena de muertos y centenares de heridos.
Tras ganar las elecciones el 23 de septiembre de 1973, Perón dio su apoyo a la dictadura chilena, tal cual consta en el Acta Secreta N°8 de 24 de septiembre de la Junta Militar, que señala la “presencia de un representante oficial de Perón en Chile que trae ayuda material y el respaldo argentino a la Junta”[2].
Desde la izquierda marxista argentina, una de las razones de la escasa relevancia del Partido Comunista, en comparación a diversas expresiones del trotskismo, es que mientras los primeros caracterizaron al peronismo como fascista y quedaron aislados de la clase obrera, los segundos tuvieron una actitud mucho más flexible, practicando incluso el “entrismo” en organizaciones peronistas.
Un buen ejemplo de las tensiones al interior del peronismo y de la influencia que en él tenían grupos que provenían del fascismo, es la historia del Movimiento Nacionalista Tacuara, que a fines de los cincuenta era un grupo fascista tradicionalista y nacional-católico, y que durante la década siguiente sufrirá escisiones que incluyeron la adopción de la lucha armada y la participación de algunos militantes en la conformación de grupos guerrilleros junto a la izquierda peronista y marxista (Montoneros y Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejército Revolucionario del Pueblo).
El origen del grupo estaba en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES), creada en 1935 como organización juvenil de la Legión Cívica, definido por Esteban Campos como un “grupo de inspiración fascista creado durante la dictadura del general José Félix Uriburu”[3]. Una década después la UNES se integra en la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), y adopta posiciones que incluyen el nacionalismo económico. Mientras algunos aliancistas se acercan al peronismo, las fricciones del general con la Iglesia Católica dividieron al grupo entre el sector pro peronista y el sector de la UNES que “se sumó al campo antiperonista y participó del golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955”.
El grupo “Tacuara” -nombre de una caña o bambú fuerte, equivalente a lo que acá llamamos coligüe-, se hace conocido en 1958 en los combates callejeros en que se enfrentaban a los partidarios de la educación laica.
Inicialmente su composición o base social era de “jóvenes que tenían entre 14 y 18 años, estudiaban en colegios católicos y estaban emparentados con tradicionales familias patricias”. Ideológicamente el Movimiento Nacionalista Tacuara (MNT) “recorría buena parte del universo cultural de la derecha argentina y europea de entreguerras: el falangismo de José Antonio Primo de Rivera, el nacionalsindicalismo de Ramiro Ledesma Ramos, la historiografía revisionista, teóricos del antisemitismo como el padre Julio Meinvielle, e intelectuales como el francés Jaime María de Mahieu, un colaboracionista del régimen nazi asilado en la Argentina que criticaba la propiedad privada y la plusvalía”.
La figura de Mahieu -sobre la cual se hizo el 2017 un documental llamado “Memoria de la sangre”- es particularmente interesante pues se trataría de un fascista formalmente anticapitalista, que llegó a ser el director de la escuela de Formación Política del peronismo. En tanto antropólogo, Mahieu realizó investigaciones en que concluía que algunas tribus del Paraguay eran descendientes de los vikingos. Imposible no recordar las teorías de Miguel Serrano sobre el origen ario de los araucanos[4].
La identificación del MNT con el tercerposicionismo es muy clara en voz de Alberto Ezcurra Uriburu, ex seminarista que era su principal dirigente:
“Nosotros partimos de bases católicas espiritualmente, políticamente nacionalista, sindicalista y comunitario en el orden económico (…) Se entiende por izquierda (…) un reordenamiento social y económico revolucionario. Por derecha se entiende la defensa de la religión, de la tradición y de la patria, y nosotros no queremos ni una cosa ni la otra, sino una síntesis de ambas, para romper con los moldes de izquierda y derecha (…) Queremos una revolución social; pero con el signo de Dios y la bandera de la Patria”[5].
La organización crece considerablemente desde 1959, pero su militancia ya no sólo proviene de la alta burguesía de la zona norte de Buenos Aires, sino que de la pequeña burguesía y la clase obrera. Los nombres tradicionales de sus células, tales como “Juan Manuel de Rosas”, “Sandino”, “Cristo Rey”, “La empresa comunitaria” y “Adolfo Hitler”, ceden lugar a nombres como “17 de octubre”, “1 de mayo”, “Eva Perón” y “Lealtad”, y se incluye en las actividades el apoyo a huelgas.
Esta contaminación “marxista” fue excesiva para algunos, lo que provoca la escisión en 1960 de la a Guardia Restauradora Nacionalista (GRN), ligada al cura Meinvielle. Un año después, un sector abiertamente peronista conformó el Movimiento Nueva Argentina (MNA).
Entre 1960 y 1964, como reacción al secuestro del nazi Eichmann por un comando israelí en Argentina, se produjo una ola de atentados antisemitas que incluyeron el secuestro de una estudiante judía a la que la marcaron la esvástica en el pecho, y el asesinato a balazos de un judío como respuesta a la muerte de tres miembros del MNT que se enfrentaron a militantes del PC.
La deriva más sorprendente es la que se produce en 1962, cuando José Luis Nell y Joe Baxter (conocidos pro nazis) fundan el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), que se definía como peronista y revolucionario, “reivindicaba los procesos revolucionarios en Cuba y Argelia, leía a autores provenientes de la izquierda como Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernández Arregui, y practicaban acciones armadas de carácter expropiatorio”[6].
En agosto de 1963 un comando del MNRT asaltó el Policlínico Bancario en Caballito, dejando dos muertos, tres heridos y un botín equivalente a 100.000 dólares. Hacia 1964 la organización es alcanzada por la represión, y comienza a disolverse en medio de una oleada de arrestos. En la cárcel estos nacionalistas revolucionarios se acercaron al marxismo sin abandonar su identidad peronista. Algunos ingresaron a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), mientras Joe Baxter ingresa al ERP y Nell a Montoneros: dos de los principales grupos guerrilleros de extrema izquierda en la Argentina de hace medio siglo.
En septiembre de 1963 Joe Baxter se refería al nuevo régimen cubano en estos términos: “Nadie puede decir que Fidel Castro sea antisemita. Pero es un nacionalista cubano, terminó con los explotadores, y la mayoría de los judíos se tuvo que ir”[7].
Se aprecia muy claramente un rasgo distintivo del fascismo de izquierdas: el anticapitalismo selectivo, en que lo que se critica no es la relación social capitalista en sí misma, sino que determinadas expresiones como la usura o el capitalismo financiero, las que asocian a ciertas personas o grupos humanos y no al mecanismo impersonal de la compra y venta de trabajo humano para la producción de mercancías. En suma, es antisemitismo disfrazado de anticapitalismo, en la más pura tradición de los tiempos del llamado “socialismo de los imbéciles”.
En una columna publicada en 1967 bajo el título de “Los jóvenes fascistas descubren su país”, Eduardo Galeano se refiere a la evolución de este grupo, en que “ciertos autores nacionalistas de izquierda habían empezado a atraer la atención de algunos dirigentes medios”. Entre ellos destaca el trosko-peronista Jorge Abelardo Ramos, articulador de la llamada Izquierda Nacional y que entre otros fuera maestro del influyente “postmarxista” Ernesto Laclau. Así, “al enfrentarse con los enemigos reales de la revolución nacional, del brazo de los militantes sindicales peronistas, algunos jóvenes fascistas derribarán los mitos que antes veneraban y se radicalizarán en dirección inversa”. El antisemitismo y el anticomunismo “dejarán de serles necesarios en la medida en que, al profundizarse, el proceso mismo descubrirá a sus ojos los verdaderos factores de la crisis y el sometimiento del país”[8].
Si la biografía de ciertos trotskistas argentinos como Liborio Justo (hijo del presidente de la República) o J. Posadas (famoso por sus divagaciones sobre los OVNIs) ya es bastante sorprendente, el caso de Joe Baxter, que en menos de dos décadas pasó del neofascismo a la guerrilla peronista y a la dirección de la Cuarta Internacional, es para dejar boquiabierto.
En 1964 partió hacia Madrid para conocer a Perón, quien dijo de él: “es un muchacho fantástico. Parece capaz de hacer él solo la revolución”, estuvo luchando en Vietnam, donde habría sido condecorado por Ho Chi Minh, luchó en Uruguay con los Tupamaros, estuvo en China y en Cuba, donde en 1967 fue reclutado para el trotskismo por Helios Prieto. Entremedio se le atribuye un breve romance con la actriz Ava Gardner. En 1968 fue a un encuentro de la Liga Comunista Revolucionaria en París, y le tocó estar en medio de la revuelta de mayo/junio, donde conoció a Santucho, quien en 1970 lo incorporó al PRT/ERP en Argentina.
No terminó muy bien su aventura con este grupo, así que la IV Internacional (Secretariado Unificado) lo envió a Chile durante la Unidad Popular. Murió en julio de 1973 un accidente de aviación cuando casi aterrizaba en Francia a abordo del vuelo 820 de Varig, portando una identidad falsa y 40.000 dólares americanos que se supone iban a ser entregados al FSLN de Nicaragua.
Hay que reconocer que las biografías de algunos “revolucionarios” son un punto a favor de quienes sostienen que “los extremos se topan”. Y por eso es que se suele decir que la realidad supera la ficción.
[1] Comandados por el tristemente célebre José López Rega, fundador de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
[2] Juan Bautista Tata Yofre, “El acta secreta que revela el apoyo de Perón a Pïnochet luego del golpe en Chile”. Infobae, 6 de febrero de 2020.
[3] “¿De fascistas a guerrilleros?: Una crítica a la historiografía del Movimiento Nacionalista Tacuara y sus derivas hacia la izquierda peronista en la Argentina”. Revista Tiempo Histórico (Universidad Academia de Humanismo Cristiano). Santiago, Año 7, N°13, julio-diciembre 2016 / 117-134.
[4] Ver su entrevista en enero de 2004 con Rosario Mena, en: http://sociedaddebibliofiloschilenos.blogspot.com/2009/03/una-entrevista-miguel-serrano-en-enero.html
[5] “Los tacuaristas no somos asesinos, afirma su jefe”. Diario Crónica, 04 de abril de 1964. Referido por E. Campos, op. cit.
[6] E. Campos, op. cit.
[7] Primera Plana N° 55, 26 de septiembre de 1963. Citado en: Esteban Campos, “La prensa del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara en las mutaciones del nacionalismo argentino”. Folia Histórica del Nordeste N° 34, Resistencia, Publicación del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI), abril de 2019.
[8] Eduardo Galeano, “Los jóvenes fascistas descubren su país”. Publicado en Marcha en 1967. Incluido en: Nosotros decimos no. México, Siglo XXI, 1989.