por Teodor Shanin
Das ist der Weisheit letzer Schluss:
Nur der verdient sich Freiheit wie das Leben
Der täglich sie erobern muss!.
(Esta es sabiduría final definitiva:
Sólo merecerá la libertad y la vida
quien deba conquistarlas de nuevo día a día.)
GOETHE. Segundo Fausto.
Buscando un orden en el cambio
El tomo I de El Capital de Marx fue, a la vez, el culmen de la Economía Política Clásica y su más radical interpretación. Proporcionó un modelo fundamental de las economías y sociedades industrialmente más avanzadas de su tiempo, construido sobre la “teoría del valor” clásica. Desarrolló la teoría de la “plusvalía” y la situó en el centro del análisis como una teoría de la acumulación obtenida mediante la explotación y, en consecuencia, como teoría de la lucha de clases y las transformaciones sociales estructuralmente determinadas. Ese libro es, claramente, por tanto, “la autoconciencia de la sociedad capitalista…primariamente una teoría de la sociedad burguesa y su estructura económica”4, pero, en aras del realismo,debemos situarlo en su tiempo y en su lugar, territorial y políticamente. Su fecha, es la del florecimiento del capitalismo industrial “privado” anterior a 1870. Su lugar, es la Europa Occidental, específicamente Gran Bretaña. El contexto político, es el desafío socialista al status quo, la exigencia de convertir los bienes materiales y el potencial que el capitalismo industrial había producido en una base para una sociedad justa, ”para construir Jerusalén en las verdes y placenteras tierras de Inglaterra”5. Usando el lenguaje hegeliano favorito de Marx, diríamos que la estructura teórica de El Capital, por consiguiente, es negación dialéctica de la Economía Política y autoconciencia de un capitalismo que -llegado a su más alto nivel de realización- se convierte en crítica de sus propias raíces y, por tanto, en desenmascaramiento, subversión y transformación de sí mismo.
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