De joven eres fuerte en grupo;
de viejo, en soledad.
– Goethe
Luego llega el momento en que Picasso es viejo. Está solo, abandonado por su grupo, abandonado también por la historia de la pintura, que, entretanto, ha tomado otra dirección. Sin pesar, con un placer hedonista (nunca su pintura desbordó hasta tal punto de buen humor), se instala en la casa de su arte, a sabiendas de que lo nuevo no sólo se encuentra por delante en el gran camino, sino también a la izquierda, a la derecha, arriba, abajo, detrás, en todas las direcciones posibles de su mundo, inimitable, que no le pertenece sino a él (porque ya nadie lo imitará, los jóvenes imitan a los jóvenes; los viejos no imitan a los viejos).
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