por Ibán de Rementería //
La crisis política generalizada intentó ser resuelta por las elites políticas adelantando la elección presidencial. La crisis actual se ha debido tanto a la explicitación de la colusión corrupta entre la política y los negocios, como a la suma cero (empate) entre el Gobierno y las oposiciones, tanto la de Chile Vamos como de la Nueva Mayoría, en contra del intento de la Presidenta Bachelet por avanzar en las reformas tributaria, educativa, laboral y constitucional.
La expresión más clara del fracaso de las elites políticas es la pérdida creciente de representación que están padeciendo los partidos políticos –“crisis de representación”- en articular la expresión ideológica y ejercer las prácticas políticas –de poder- para defender los intereses de las diversas clases sociales que en el país se diferencian y pugnan por apropiarse de partes del excedente económico que la nación produce colectivamente. Por lo general, los partidos de derecha o, eufemísticamente, de centro derecha representan a los terratenientes, a los empresarios, agrícolas, comerciales, industriales y mineros, a los bancos y corporaciones financieras, también a los empresarios mineros, pesqueros y forestales etc., aquí en Chile eso fueron el Partido Conservador y el Partido Liberal, ahora lo son Unión Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), también aparecen algunas disidencias que más afloran mientras mayor sea la crisis de representación. Los sectores medios de empleados, trabajadores independientes, profesionales, medianos y pequeños empresarios etc. han sido representados en Chile por los partidos Radical y la Democracia Cristiana y últimamente por el Partido por la Democracia (PPD). Los trabajadores del campo y la ciudad, los trabajadores manuales e intelectuales, los profesionales asalariados, los cuentapropistas, los trabajadores ocasionales, los comerciantes callejeros, los campesinos y pequeños empresarios agrícolas, etc. son representados por los partidos de izquierda, o ya no tan eufemísticamente dicho por los partidos de centro izquierda, tales como el Partido Comunista, el Partido Socialista o el PPD, también debido a la crisis de representación afloran otras organizaciones políticas cuya característica principal, su criterio de diferenciación es declarar enfáticamente su autonomía de las anteriores, eso son Revolución Democrática, Izquierda Autónoma, Movimiento Autonomista y otras organizaciones que han surgido en estos años desde los partidos tradicionales de izquierda y, sobre todo, de la politización del movimiento social, en particular de los estudiantes y los profesionales.
Es de destacarse que la crisis de representación no tan solo ha afectado al conjunto de los partidos políticos tradicionales, también a las grandes organizaciones sociales representativas de los trabajadores tales como Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), el Magisterio y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que agrupa a la mayor parte de las federaciones de trabajadores del país, sus crisis internas son expresión de sus crisis de representación política, pero las manifestaciones nacionales masivas “no + AFP” que para la defensa del derecho a una pensión digna moviliza a cientos de miles de personas por las calles de toda la nación muestra la crisis profunda de representación de los partidos políticos y las organizaciones sociales tradicionales. Aquí, lo más sintomático es que los organizadores de “no+ AFP” no son recibidos por ninguna autoridad del Gobierno, ni con ellos se constituye ninguna instancia de conversación y negociación.
Más aún, en lo local y lo regional las organizaciones sociales salen a disputarle los derechos de acceso al agua a las grandes compañías mineras e hidroeléctricas sin la mediación ni de los partidos políticos ni de las grandes organizaciones sociales. Las comunidades salen en defensa de sus medios ambientes contaminado por las mineras, las industrias agroalimentarias, la generación y transmisión eléctrica, la petroquímica, etc. como un derecho a vivir en un entorno sano y bello, es más, judicializan la defensa de sus derechos ante los tribunales de justicia. También judicializan los cobros indebidos y los pagos insuficientes en la financiación y prestación de la salud y la seguridad social, etc. No olvidar que la actual crisis política se inicia en el año 2011 por la negativa de los estudiantes y sus familias a seguir financiando la educación pública y privada básica, media, técnica profesional y superior que es un derecho constitucionalmente garantizado, como sabemos, esa crisis aún hoy no se ha resuelto. En fin, los partidos políticos ya no median entre el trabajo y el capital, ni entre el pueblo y el gobierno, ni entre los ciudadanos y el estado, ni entre los trabajadores y sus patrones, ni entre los vecinos y sus municipios, etc. Los instrumentos de medición de esta crisis política son el constante crecimiento del abstencionismo electoral y simétrico crecimiento del movimiento social que lo acompaña.
La anunciación de lo que se viene surge en Valparaíso donde se ha producido la transformación efectiva y práctica del movimiento social en poder político, movimiento social que reúne la demanda variopinta de quienes enfrentan a las inmobiliarias por su derecho de vista o a vivir en paz, o que defiende el derecho urbano de acceso al borde costero, o que reclama por una participación de la ciudad y sus habitantes a la renta portuaria que se la apropia en su integridad la empresa privada y el estado centralista, o que lucha por defender una ciudad patrimonio de la humanidad de la depredación por la industria turística, también los vecinos y vecinas que solo quieren que les retiren la basura, o sentirse protegidos de los incendios de los bosques que los rodean – no de la basura en las quebradas-, etc. El triunfo del Movimiento Valparaíso Ciudadano conducido por el Jorge Sharp el Alcalde electo de la ciudad puerto, es la primera manifestación de que “si se puede” esa transformación del movimiento social en poder político. Disculpen la comparación exagerada, pero eso fueron la Revolución Francesa y la Revolución Rusa.
Esta autonomía política del movimiento social causa pánico entre las elites políticas y sus plumarios –escribidores a sueldo o escribientes y comentaristas paniaguados- quienes prestos lanzan la estrategia de adelantar la campaña presidencial. El mal desempeño del Gobierno Bachelet es visto por CHV como una oportunidad para validar su propuesta alternativa que se reduce a un casi candidato único con experiencia presidencial, Sebastian Piñera, cuya propuesta programática se limita a desmontar lo hecho por el gobierno actual en las reformas tributaria, laboral, educativa y pretensiones constitucionales, sin embargo, el candidato no se muestra muy entusiasmado y luego de quedar en evidencia sus trapacerías fiduciarias internacionales –él es de los que debe ser protegido de su propia riqueza-, si bien está en la punta de las encuestas ya ha perdido cinco puntos porcentuales, y bien sabemos que los triunfadores para nada arriesgan derrotas, y como es sabido la derecha, o la centro derecha, es en el país minoría. Entonces, Piñera y su equipo deciden “trumpear” la campaña presidencial, ahora guerra a las y los inmigrantes ilegales que se convierten en delincuentes es la doctrina, dijo: “hay que tener una política dura con los delincuentes que están llegando. Hay que expulsarlos”. El éxito del populismo penal es contagioso.
En la Nueva Mayoría Ricardo Lagos, el otro ex Presidente presidenciable, no logra levanta vuelo, primero se quiere diferenciar del actual Gobierno lo cual es visto como deslealtad, luego se vuelve autocrítico con el Crédito con Aval del Estado (CAE) y el “transantiago”, que antes utilizó críticamente en contra del primer gobierno de Michelle Bachelet, y así empatar en el imaginario popular.
La reunión del pleno del Comité Central del Partido Socialista, el pasado 26 de noviembre, mostró que no por mucho madrugar amanece más temprano. Como sabemos Ricardo Lagos Escobar después de haber rempujado a Isabel Allende de la precandidatura presidencial, pretendió imponerle al CC la ratificación de un candidato presidencial. En ausencia de la Presidenta del Partido, por razones de salud, José Miguel Insulza aprovecha la oportunidad para lanzar su precandidatura presidencial, sin decir para nada en que consiste su propuesta programática, él simplemente sabe cómo hacer las cosas y, claro está, tienen muchos amigos en el Partido.
Lo importante del pleno del Comité Central del PS es que mostró a Fernando Atria con una propuesta presidencial concreta y un liderazgo consistente para conducirlas. Primero, se compromete con una reforma política que pasa por una Asamblea Constituyente que le devuelva los ciudadanos el derecho a decidir democráticamente sus asuntos públicos, lo que, entre otras cosas: “implica una regionalización profunda y efectiva, una regionalización que sea asumida no como una cuestión administrativa sino como una cuestión de descentralizar el poder político”; agregó Atria, “en segundo lugar, debemos continuar la instalación de una noción de derechos sociales universales que dé contenido a la ciudadanía”… que “se proyecte a la educación, a la salud, a la seguridad social, a la distribución del poder en la empresa, a las relaciones entre hombres y mujeres”, es decir, que pase de la igualdad política a la equidad económica y social, a la aplicación del principio de la reciprocidad, donde cada cual espera de la sociedad lo que a ella le ha dado. “El tercer eje es la superación del actual modelo extractivista y rentista por un modelo en que el Estado asume una función de guía y orientación, mediante una política industrial moderna y vigorosa”. Finalmente, Atria interpela: “El programa del Partido Socialista debe ser inequívocamente antineoliberal. Sin complejos. No debemos inhibirnos ni temer a una confrontación ideológica con el neoliberalismo. Lo que la sociedad y el pueblo espera del partido no es contemporizar ni hacer las paces con el neoliberalismo sino confrontarlo con decisión”.
Entonces, se presenta a la reunión del Comité Central, con retraso y sin escuchar a sus oponentes, Ricardo Lagos para pedir, entre pifias, la ratificación de un candidato a precandidato presidencial, además de recomendarse a sí mismo, para lo cual no hizo propuesta programática alguna, solo se trata de derrotar a la derecha y “escuchar a gente”, a las “clases medias ascendentes” que quiere acabar con la delincuencia y tener “entradas de autos en las casas”… de “viviendas sociales del año ’94”.
La promesa de Lagos como candidato es pobre sólo tienen un 4% de respaldo ciudadano, cayó del 5%, la quinta parte de su contendor también ex presidente presidenciable, entretanto, Alejandro Guillier con 17% de respaldo y en ascenso le pisa los talones a Piñera que cayó de 28% a 22% de respaldo ciudadano. Como es sabido las encuestas sirven para dos cosas: para aprobarlas cuando te va bien y rechazarlas cuando te va mal. La nominación de Lagos como pre candidato presidencial no es aprobada por el CC, señalándose que la cortesía de la “doble militancia” de la cual disfruta no la reconocía el SERVEL.
Las tendencias del PS fueron claras en declarar su moratoria hasta tener claro de quien tiene aspecto consistente de ganador, “amanecerá y veremos” dicen los cautos. Mientras entretanto le preguntan al SERVEL si son posibles las primarias abiertas y ciudadanas para escoger internamente a los candidatos del Partido, tal cual lo aprobó el XXX Congreso del Partido Socialista en enero de este año, además esa modalidad de participación democrática es lo que han propuesto los regionales y comunales del Partido que se han manifestado sobre las precandidaturas presidenciales.