por Ibán de Rementería
Recientemente, tanto algunos alcaldes como el Gobierno han sobre visibilizado sus actuaciones en contra de los narco mausoleos, los narco memoriales y las narco animitas, que son las expresiones populares de dolor y memoria por la muerte violenta de algunos operadores del narcotráfico local en los barrios populares. También, en este afán publicitario un par de alcaldes han destruido parcialmente algunas mejoras en las narco casas, se dice, buscan salir en los matinales de la televisión. El principal argumento en contra de estas narco expresiones es liberar esos espacios públicos del control simbólico y social de esa forma del crimen organizado, así como enfrentar la cultura narco que afecta la convivencia cotidiana en los barrios populares y, además, ejerce una mala influencia entre los jóvenes locales. Como bien sabemos las otras expresiones de la narco cultura son los narco funerales, que paradojalmente cuentan con vigilancia y protección policial, así como, algunas narco fiestas bien provistas y amenizadas para todos los vecinos, todas estas profusamente engalanadas por narco fuegos de artificios, los que también están prohibidos. En algunos casos estas narco expresiones han obligado a la suspensión de las actividades escolares. Las siete intervenciones hasta ahora realizadas en la Región Metropolitana en contra los narco memoriales se habían caracterizado por la aceptación de los deudos relacionados y algunas manifestaciones de resistencia y protestas marginales y poco significativas.