de Sinistra Classe Rivoluzione
El pasado sábado (9 de octubre), cientos de fascistas atacaron y destrozaron las instalaciones de la sede nacional de la CGIL (Confederación General del Trabajo de Italia) en Roma. Lo hicieron durante una manifestación contra el llamado «Pase Verde» (que indica el estado de la vacuna COVID-19), que el gobierno impuso como obligatorio en todos los lugares de trabajo el 15 de octubre.
Esta medida está desatando la ira entre un sector de los trabajadores (aunque no la mayoría), y especialmente de la pequeña burguesía y el lumpenproletariado. Esta rabia confusa ha abierto un cierto espacio político para la derecha y la extrema derecha.
Los fascistas que asaltaron el cuartel general de la CGIL gozaron de total impunidad por parte de la policía, que permaneció de brazos cruzados y observó durante algún tiempo antes de intervenir. La clase obrera reaccionó de inmediato a esta provocación, con manifestaciones y plantones de miles de personas al día siguiente frente a las oficinas de la CGIL en toda Italia, y con una manifestación prevista para el sábado 16 de octubre en Roma, que promete ser masiva.
En Italia se abre un nuevo escenario de lucha de clases intensificada
Los videos de los fascistas de Forza Nuova irrumpiendo en la sede nacional de la CGIL, mientras destrozan lo que sea que esté dentro de su alcance, hacen que la sangre hierva de ira. Este fue un ataque deliberado dirigido contra el movimiento obrero y su organización principal. Los fascistas pasan su miserable existencia en un estado de histeria racista y homofóbica. Las organizaciones de trabajadores son sus enemigos fundamentales. Para los fascistas, cualquier excusa es buena a la hora de atacar a los trabajadores. Esto es exactamente lo que hicieron cuando tuvieron la oportunidad el sábado pasado.
Les dieron esta oportunidad las movilizaciones contra el «Pase Verde», que en Italia es visto por muchos trabajadores como una medida discriminatoria por parte de los empresarios y del Estado. La derecha juega un papel dentro de estos movimientos. Por ejemplo, las grabaciones de video del ataque también muestran al líder del movimiento anti-bloqueo «IoApro» dentro de la oficina de CGIL.
Necesitamos dar la respuesta más enérgica, firme y directa posible a este ataque fascista. El domingo pasado por la mañana, todas las oficinas de la CGIL se mantuvieron abiertas y atendidas por delegados sindicales y trabajadores. Se ha convocado una manifestación nacional contra el fascismo para el sábado 16 de octubre.
Nuestro llamado es participar masivamente en esta manifestación. Necesitamos mostrar la fuerza de la clase trabajadora en las calles. Esas organizaciones neofascistas palidecerán cuando se enfrenten con toda la fuerza de la clase trabajadora.
La manifestación del sábado pide la disolución de todas las organizaciones fascistas. La necesidad de esto es indiscutible y nos suscribimos. Sin embargo, no podemos hacernos ilusiones de que el gobierno de Mario Draghi y las “instituciones democráticas” las desmantelarán, como cree el secretario general de la CGIL, Maurizio Landini.
El aparato estatal conocía demasiado bien a los perpetradores del ataque del sábado y, de hecho, tiene una larga historia de colaboración con la extrema derecha.
Roberto Fiore, el secretario nacional de Forza Nuova, huyó al extranjero en la década de 1980 para escapar de una condena por pertenencia a una banda armada y regresó a Italia solo después de transcurrido el período prescriptivo.
Los líderes de Forza Nuova perpetran regularmente ataques contra migrantes, activistas de izquierda, etc. Y, sin embargo, continúan operando sin ser molestados, a pesar de la Ley Mancino contra los delitos de odio.
Giuliano Castellino, líder de Forza Nuova en Roma, ya había señalado que las oficinas de CGIL eran uno de los principales objetivos de la manifestación del sábado. Sin embargo, mientras toda la ciudad estaba llena de oficiales de policía y los edificios estratégicos estaban adecuadamente vigilados, ¡la sede de la CGIL quedó completamente indefensa!
Claramente, no podemos confiar en que el aparato estatal resuelva el problema del fascismo
Ahora asistimos a un coro de solidaridad y declaraciones de antifascismo de Draghi, presidente de la organización patronal Confindustria, Carlo Bonomi e incluso de los partidos políticos de derecha. Sin embargo, lo que temen estas damas y caballeros no son los fascistas, de quienes dependerán para su trabajo sucio cuando sea necesario. Lo que realmente temen es que este acto provoque una reacción masiva que no solo aplastará a Forza Nuova, sino que también potencialmente se volverá contra ellos mismos.
Cualquier medida que se pueda tomar contra Forza Nuova (y aún tenemos que ver si realmente se tomará alguna) tiene como objetivo aplacar la reacción de las masas. Al final no resolverán nada.
El Partido Demócrata (PD) está tratando de capitalizar este estado de ánimo (especialmente pensando en las próximas elecciones), con una moción para prohibir las organizaciones fascistas que se presenta al Senado. Sin embargo, no tienen ningún problema en estar en un gobierno nacional con partidos abiertamente racistas.
Draghi fue personalmente a Landini para mostrar su solidaridad. Pero la propuesta que presentó es solo una restricción generalizada al derecho a protestar. Es muy fácil imaginar que estas mismas restricciones pronto se usarán contra los trabajadores de Alitalia, GKN o cualquier persona que pierda su trabajo luego del segundo levantamiento de las restricciones de despido el 31 de octubre.
Bonomi también se solidarizó con la CGIL. Al mismo tiempo, les pidió que se mantengan en el “Pacto de Crecimiento”: es decir, que eviten emprender movilizaciones, mientras los patrones exprimen a la clase obrera por cada gota de ganancia.
A lo que realmente equivale esta “solidaridad” ofrecida al sindicato es a un cáliz envenenado que debemos devolver al remitente. Recordamos cómo los fascistas comenzaron su ascenso al poder atacando las Cámaras del Trabajo, también debemos recordar que los fascistas nunca han sido derrotados por la colaboración de clases. Lo que derrota a los fascistas es la lucha de clases.
Así fue durante la Resistencia, y así fue durante la gran huelga general en Génova en 1960.
La fuerza de un sindicato radica en sus trabajadores afiliados, y en aquellos trabajadores que lo ven como un referente en la lucha por la defensa de sus derechos. Inclinarse ante Confindustria y el gobierno de Draghi debilita la CGIL.
Hoy, millones de trabajadores necesitan un sindicato que organice una lucha contra las políticas patronales, los despidos, la explotación, las muertes en el trabajo y las medidas discriminatorias. La mejor respuesta al asalto fascista del sábado es finalmente lanzar esta lucha de la clase trabajadora, comenzando con una huelga general contra los fascistas, Confindustria y el gobierno de Draghi.