Una causa abyecta por la que morir

por Juan García Brun

Luego de la reunión que sostuvieron este martes los precandidatos presidenciales de la oposición, donde las cartas del PPD y la DC solicitaron no seguir con los cuestionamientos entre ellos, el alcalde de Recoleta y carta del PC, Daniel Jadue, advirtió este miércoles, que, pese a que se logren acuerdos, desde su partido no inhibirán las críticas políticas. En esta línea, el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, respaldó las declaraciones de Jadue: «Es lo que yo dije en la reunión, porque estuvo el reclamo de Heraldo Muñoz (PPD) creo que fue, que se sintió muy tocado por una entrevista que me hicieron en El Mercurio, y yo le dije que me disculpara si lo había tomado a título personal, pero que era una opinión política, y estas tenían que darse».

¡Tanta delicadeza con los dirigentes patronales!. ¡Tanta gentileza y buenos modales con el enemigo! La genuflexión anticipada, la explicación laboriosa en lugar de levantar una política clasista, desde los trabajadores que apunte a barrer con la ofensiva que se digitaliza desde la canalla del Acuerdo por la Paz. Se me ha hecho ver los sacrificios, los muertos y los torturados con los que la historia del PC se nutre, como si tal cosa reivindicara esa historia, la limpiara y la absolviera de sus hechos.

No sé cuántos muertos y torturados pusieron los estalinistas. No sé cuántos de aquellos muchachos que en los ochenta, habiendo oído desde muy lejos las campanas de la Revolución Rusa y la UP, identificaron la rebelión contra Pinochet con el PC ingresaron a la Jota o al Frente y acabaron en las mazmorras de la CNI. Me da igual cuántos hayan sido, con uno bastaría.

¿Pero de dónde diablos se sigue que la abnegación y la razón tengan que ir juntas?. Incluso ¿de dónde demonios se sigue que la abnegación y la decencia sean correlatos?. Entre los fascistas también hay abnegados de comportamiento heroico y siguen siendo fascistas. El siglo XX ha visto nacer al «canalla abnegado», a un sujeto que es capaz de renegar de su propia decencia por abnegación, por fe. 

Canallas abnegados y víctimas de los fascistas fueron muchos de los principales dirigentes -y de los más valiosos- que tiene el régimen hoy en día. La propia Michelle Bachelet, como buena parte de la capa dirigente del PS y el PC vivieron en carne propia el rigor de la represión, la cárcel, la tortura y el exilio. Cuando no la muerte de sus padres, hermanos o hijos. Pero tal experiencia en modo alguno los libera de la responsabilidad política de ser hoy sirvientes del capital.

En 1993, para ilustrar con un caso extremo, salieron a la luz las últimas cartas de Nilokai Bujarin escritas a Anna Larina, la mujer que se unió a él con 16 años, y al propio Koba, a Stalin, al verdugo. Leer esta última estremece de asco y desesperanza, no por su cinismo, por su pusilanimería, por su cobarde adulación, por su súplica miedosa, por los gemidos que contiene, sino por todo lo contrario, por la sinceridad y por la entrega que declara y en el último e inevitable momento, por la entrega a la abyección, por la renuncia atroz a la capacidad de pensar, a la propia condición humana:

¡Iósif Vissariónovich! Te escribo esta carta que quizás sea la última antes de morir… En este preciso momento se está pasando la última página de mi drama…

Pero precisamente porque esta es la última etapa, quiero despedirme de ti antes, antes de que sea demasiado tarde, mientras mi mano es todavía capaz de escribir, mientras mis ojos siguen abiertos y mientras, para bien o para mal, mi cerebro sigue funcionando…

No tenía más opción que confirmar las acusaciones y las pruebas presentadas por otros y desarrollarlas; de otro modo, habría dado la impresión de que ‘no quería rendirme’ … Dando vueltas a lo que ahora está sucediendo (va a ser asesinado en el patio de la Lubianka) se me ha ocurrido una idea que, en líneas generales, pude esbozarse así: existe el proyecto político, grande y osado, de llevar a cabo una purga general a) mediante la inminente guerra, b) mediante el paso a la democracia. Esta purga implica a A) los culpables, b) los sospechosos y c) los sospechosos potenciales. No lo podrían haber llevado a cabo sin mi. Se consideró que los primeros eran inofensivos en un sentido, el segundo grupo en otro, y el tercero, en un tercer sentido. El hecho de que, inevitablemente, unos implicados hablan de los demás también es una garantía, puesto que fomentar sospechas definitivas y mutuas… de esta forma el liderazgo está completamente a salvo. ¡Por todos los cielos! No interpretes mis palabras como si te estuviera acusando veladamente, ni siquiera con mis propias observaciones. Llevo sin usar pañales el tiempo suficiente como para comprender que los grandes planes, las grandes ideas y los grandes intereses son lo más importante, y sería mezquino poner la cuestión de la vida de uno al mismo nivel que las tareas históricas globales que recaen, fundamentalmente, sobre tus espaldas…Si estuviera absolutamente convencido de que esto es lo que realmente piensas, estaría mucho más tranquilo. ¡De acuerdo, está bien! Si de verdad no hay más remedio, supongo que no hay más remedio…

Perdóname por esto, Koba. Mientras escribo estas líneas, se me saltan las lágrimas. A estas alturas no necesito nada y, además, estoy seguro de que entenderás que, al tomarme la libertad de escribir todo esto, empeoro mi situación en lugar de mejorarla. Pero no puedo, sencillamente no puedo, permanecer callado sin haberte pedido antes el último perdón…

Si por algún milagro, se me perdona la vida, pido (aunque debería hablar de ello con mi mujer):

– Exiliarme en América unos años. Puntos a favor: podría organizar una campaña sobre los procesos, podría librar una batalla a muerte contra Trotsky, podría atraer a amplios sectores de los intelectuales indecisos, sería un anti-Trotsky de facto y desempeñaría el papel con gran energía y hasta entusiasmo; como garantía adicional, podría ser escoltado por un miembro de la Cheka, de prestigio considerable, y podrías retener a mi mujer seis meses hasta que hubiera demostrado en la práctica que soy capaz de partirles la cara a Trotsky y a otros.– Pero si existe el más mínimo asomo de duda pediría que me enviaran a Pchora o Kolyma (los campos de concentración para el exterminio de “trotskystas) a un campo, durante 25 años más o menos…

Pero me estoy preparando espiritualmente para abandonar este mundo terrenal y no siento más que un amor infinito por todos vosotros, los del partido, y por la causa… he desnudado ante ti mi más íntima conciencia, Koba. Te pido el último perdón (de tu alma, no del otro) Te abrazo mentalmente. Adiós para siempre y no guardes un mal recuerdo de tu infeliz N. Bujarin”.

Así, despreciable y despreciándose a sí mismo, moría Nikolai Bujarin, el niño mimado del Partido, el predilecto de Lenin, confesando lo inconfesable por imperativo histórico, por el gran y osado plan que descansaba sobre las espaldas de Koba; y haciendo alarde de un último destello de esperanza, ofreciendo su decencia, ofreciéndose como prolongación del brazo del verdugo para “romper la cara a Trotsky” en beneficio de esa gran mentira que era la condición necesaria y eficiente del oculto plan de Stalin.

Por esto, la cuestión no es cuántos represaliados fueron torturados o destruidos por mantener vivo «El Partido», sino ¿para qué sirvió ese esfuerzo? Me parece que ahora sabemos ya para qué sirvió en Chile. Para viabilizar la transición dando cuerpo al Acuerdo Nacional, para capitular ante Pinochet y cimentar su régimen de entrega al imperialismo, para asegurar y garantizar el gobierno de Aylwin, para allanar el movimiento obrero a los intereses de los grupos económicos procreados por la Dictadura, para garantizar a los Guzmán, Allamand, Büchi y a los demás reptiles del pinochetismo, que el sistema que querían proteger permanecería intacto, para convertir a la CUT en el dique sólido contra el movimiento obrero (porque el actual amarillismo, ya había empezado tan pronto como en el 90).

Eso es lo que hizo «El Partido», para eso, para ese despreciable pacto, en sentido amplio solemnizado con el Plebiscito del 88, sirvió toda la abnegación de los militantes del PC, abnegación que, por otro lado, desapareció a partir del 90 porque para entonces «El Partido» ya era un partido responsable, serio, con sentido de Estado, parlamentario, democrático y ajeno a aventuras ultraizquierdistas, ya que abundarían en él, con el tiempo, los diputados y los concejales. ¡Qué tristeza haber muerto para eso! ¡Valla deleznable de causa por la que dar la vida!

Y que nadie pretenda decir que eso pasa por la conducta de Guillermo Teillier. Si algo hace Teillier es permanecer leal, si la palabra leal fuese pertinente, a la política de alianza vicaria con la burguesía progresista democristiana, al antifascismo del 12 de septiembre del 73. En eso no cambió el PC una coma, ni antes ni después de la muerte de Stalin ni de Corvalán ni Gladys Marín. Desde los años 30, idéntica política de subordinación al capitalismo es mantenida hoy por Teillier, sí, pero también por Lafferte… por todos ellos, y aún más por los purgados como Hales, Pollarolo, Sanfuentes, Leal, etc. etc.

“Nosotros luchábamos mientras otros estaban de vacaciones” suelen repetir los que continúan en el PC, y cada vez esa línea argumental toma el fileteado de la impostura vergonzante. Cada vez que Teillier a la sale a ponerse de rodillas frente a la DC, el PS y el PPD, como escandalosamente lo hicieron esta semana, cada vez que la Figueroa desde la CUT proclama su preocupación por que los trabajadores “participen” de la democratización del capitalismo, cuando le niegan la condición de preso político a Mauricio Hernández Norambuena, cuando salen a la luz los negociados, ese discurso pierde toda consistencia y revela su verdadero contenido de clase, burgués.

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