por Ibán de Rementería//
La actual implosión electoral bien expresada en la afirmación cotidiana “ni se siente que estamos en elecciones” anuncia una explosión política de gran magnitud, cuyas expresiones anunciadoras más gravitantes son el temor de la derecha a la unificación de la centro izquierda, expresada por Chadwick cuando afirma: “Para ganar en la segunda vuelta es indispensable sacar la mayor distancia posible entre Piñera y Guillier. Solo así podemos ganar, desmotivar la reunificación de la izquierda y debilitar al PC como eje de una futura oposición”; así como el temor de la centro izquierda a no lograr tal unidad, bien expresada por Ottone quien prevé: “Sea cual sea el resultado, quedará pendiente la reconstrucción de una centro izquierda reformista y serena a la vez…”. Pues bien, de aquello que prescinden ambos temores es que la nueva situación política nacional está ahora, nuevamente, constituida por tres tercios: la derecha UDI, RN y otros, el centro, llamado “centro izquierda”, conformada por el PS, el PPD, el PC, otros, y la DC que corre por cuerda separada con la finalidad de recuperar para sí el centro político, sin mayor éxito. Además, el otro tercer tercio de la política nacional es el Frente Amplio (FA) que constituye la izquierda actual. Ante a ese “papagallo de multiples colores” que puede ser en este momento el FA, es bueno volver a recordar que en 1934 entre medio de la dispersión de toda la izquierda no o ex bolchevique surgió el Partido Socialista para unificarla, los que han sido hasta ahora, junto con el PC, los representantes de los intereses de los trabajadores y los estructuradores ideológicos de sus luchas; bueno, justo hasta ahora solamente.
Los tres tercios han sido la realidad política nacional desde que la era contemporánea quedó delineada con la Constitución de 1925; la derecha con el Partido Conservador y el Partido Liberal, éste último incapaz de representar a los sectores medios urbanos crecientes y demandantes, dejó el espacio al crecimiento del Partido Radical y, luego, los “cristianos viejos” tocados por la lectura vaticana de “la cuestión social” se constituyen en el Partido Demócrata Cristiano, conformándose así el centro político; antes, a inicios del siglo XX el crecimiento de la clase obrera y sus organizaciones sindicales dieron origen al Partido Comunista, luego, surge la necesidad de diferenciar la ideología y la organización de los trabajadores de la hegemonía bolchevique-estalinista con la fundación del Partido Socialista en 1934, como ya se ha dicho, conformándose así la izquierda chilena.
Desde la Constitución de 1925 se consolida la hegemonía del centro político encabezado por el Partido Radical, con diversas alianzas y vicisitudes varias, lo cual culminó a inicios de la guerra fría con el gobierno de González Videla que rompe el esquema de la alianzas de centro izquierda, debido a las doctrinas de la Guerra Fría, dando paso al gobierno populista de Carlos Ibáñez, como remedo del peronismo, y luego vendrá el Gobierno de derecha de Jorge Alessandri que derrota a Salvador Allende y a la izquierda y le abre el espacio al nuevo centro que es la DC, la cual derrota nuevamente a Allende y la izquierda con el triunfo de Eduardo Frei Montalva, pero este no logra como lo habían hecho los gobiernos radicales consolidar la nueva hegemonía del centro político. Entonces, se hace posible un gobierno de izquierda con el triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular en 1970. La imposibilidad de pactar una alianza con el centro político que conducía la DC generó las condiciones para el golpe y la instauración de la Dictadura Militar en 1973. Se cumplía así la doctrina del poder de la derecha que si no accede a este por la vía democrática recurrirá a la violencia extrema –el terrorismo de estado- cuando sus intereses están amenazados y no se tenga con quién pactar su protección, eso que eufemísticamente se llama “la política de los acuerdos”. Solo el acuerdo entre el PS y la DC permite en 1989 desplazar del Poder Ejecutivo a la dictadura militar. El resto es historia conocida, pero hoy el centro político no tienen convocatoria, ni Lagos Escobar ni Goic han superado el 3% o 5 % en las encuestas.
En la historia moderna y contemporánea en los países desarrollados la derecha ha logrado establecer en alianza con sectores sociales medios rurales y urbanos partidos consolidados ideológica y orgánicamente, los partidos de orden, pero en momentos de crisis económicas, sociales y políticas recurre al populismo autoritario, como lo fue el bonapartismo dos veces, luego fueron los caso del fascismo y en nacismo en Italia y Alemania o a la Guerra Civil como en España, después de la crisis económica mundial de 1929. En general, en los países en desarrollo la derecha se expresa como populismo, es decir con discursos y acciones que representan los intereses populares, pero concentrando el poder económico en el sector financiero y la extracción de los recursos naturales, siempre en asociación con el gran capital internacional. Tal es el caso del peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil o el “priismo” en México.
Volviendo a la situación política de hoy aquí, el temor ante la implosión electoral y la explosión política lo expresa claramente el núcleo pensante del empresariado, el Centro de Asuntos Públicos (CEP) cuando al atribuir la crisis política actual a una crisis del aparato del Estado –Gobierno y Parlamento- expresa que: “que la brecha entre las expectativas sociales y la capacidad estatal de satisfacerlas puede crecer a niveles peligrosos para sostener la gobernabilidad y la confianza social en las instituciones de la democracia representativa”, si bien el documento referenciado, sugerentemente llamado “Un Estado para la ciudadanía” – en el cual participaron prominentes expertos de la Nueva Mayoría como José Pablo Arellano, Ernesto Ottone, Paulina Veloso, Oscar Guillermo Garretón y José Joaquín Brunner, entre otros-, contiene una propuesta que pretende resolver esta crisis con medidas técnico administrativas, con estricto control del gasto público y mucha innovación digital, claro está; para nada se tocan los ineludibles asuntos públicos de la gestión de la distribución de la riqueza, la economía nacional, y la gestión de distribución del poder, la política –La Constituyente-, en la cual aquella reposa. Lo importante es que ese pensamiento empresarial reconoce que el eje de la crisis está en la incapacidad del estado para resolver las demandas sociales, pues como lo ha puesto en claro las ciencias políticas desde Maquiavelo a Bauman: un estado que no es capaz de darle protección a todas y todos sus ciudadanos no merece existir. Por ahora la implosión electoral se expresa como abstencionismo, que si se convierte en insurrección social puede llegar a ser explosión política.
El temor de la derecha y su centro lo expresa ante la situación electoral que se anuncia compleja si consideramos el estudio electoral de Criteria Research de octubre, al iniciarse la veda de publicaciones de predicciones electorales -dado que parece ser la empresa menos comprometida con algunos de los incumbentes-, en la primera vuelta pronostica entre los votantes probables, por una parte, que Piñera obtendrá un 39% de respaldo electoral y Kast un 6%, por otra, Guillier obtendría un 24%, Goic un 6%, MEO un 5%, Artes un 1% y Sanchez el 15%; para la segunda vuelta ajustando esos resultados al trasvasije de votos que se ha identificado, los resultados totalizados serían un 44,9% para Piñera y un 45,4% para Guillier. Este es un empate técnico donde se muestra que el candidato de la derecha no logra superar su techo electoral y que no tiene la elección ganada.
El temor de la derecha es doble, temor a la derrota y temor a la unificación de la centro izquierda, en cambio, el temor de la Nueva Mayoría (en liquidación) es no mantener la unificación de la centro izquierda, el temor de la DC es una centro izquierda que pretenda incluir al PC y, peor aún, también al FA.
Como ya se ha dicho cualquiera que sea el resultado electoral de la segunda vuelta, sean los escenarios del triunfo de Piñera, Guillier o, incluso Sánchez, la coyuntura de efervescencia social ya sea para defender los derechos alcanzados, sea para mantenerlos o profundizarlos, así como su mal manejo por el poder político puede llevar a la explosión política, ya que dado por terminado el sistema electoral binominal y el duopolio político, “la política de los acuerdos” ya no será posible o tendrá un carácter completamente distinta con la presencia del FA.
La última estrategia comunicacional de la derecha en esta incertidumbre electoral es la recurrencia al individualismo popular, por el cual lo aconsejable para los consumidores-emprendedores impulsados por la pasión consumista, que conformarían las grandes mayorías nacionales, es que estos se identifiquen, o suponer que se identifican, o hacer que se identifiquen con un emprendedor exitoso: Sebastián Piñera. En esto está jugando un rol central el Rector Carlos Peña con su libro de sugerente título: “Lo que el dinero si puede comprar”, quien ha calificado a la campaña electoral de “silente, escasa de ideas y plagada de rencillas entre los candidatos”, lo cual, según él, le otorgaría el triunfo al liderazgo más consolidado.
(el autor de esta nota milita en el Núcleo Valparaíso Socialista, del PS regional)
(Imagen: Dirigible LZ-129 Hindenburg en llamas, a las 19:25 del 6 de mayo de 1937, Lakehurst, New Jersey)