por Maximiliano Cortés//
Las actuales elecciones presidenciales y parlamentarias se dan en un contexto donde el imperialismo norteamericano busca reajustar su política hacia Latinoamérica, la que considera como su “patio trasero”. Los alineamientos de distintas fracciones patronales en la región dan cuenta de una orientación marcada por políticas que tienden hacia un mayor ataque sobre las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo. Este alineamiento de los grupos empresariales es el que marca la pauta de todos los candidatos que postulan a ser los próximos verdugos del pueblo.
El programa del candidato oficialista Alejando Guillier busca una continuidad de las políticas del actual gobierno junto con una propuesta de “diversificación de la economía”. Sin embargo este programa se enfrentará a las condiciones de dependencia que impone el capital financiero sostenida por medio de la reprimarización de la economía chilena. Su base de sustento, al igual que del conjunto de los partidos concertacionistas, es la capa de parásitos empresariales que viven de los negocios que otorga el gran capital como las subcontrataciones, las asesorías, las concesiones o pitutos del Estado que, disciplinados a la gran burguesía, desean mantener sus privilegios de explotadores medianos de la fuerza de trabajo. Esta es la base del proyecto de “diversificación” que desea los auspicios del aparato estatal para obtener la financiación y venia de los grandes capitalistas para el desarrollo de estos dudosos “nichos” de negocios.
Por su parte Sebastián Piñera, el candidato predilecto del empresariado, plantea derechamente pasar a un ataque a rajatabla contra los funcionarios públicos, una mayor flexibilidad laboral, una intensificación del aparato represivo para “ordenar la casa” ante los desequilibrios del capitalismo.
Uno y otro representan las dos fracciones burguesas que se dejan ver en la región y que traen consigo mayores penurias para la clase trabajadora y el pueblo. Son dos caras de la misma clase explotadora que postula a la moneda.
A la vera de estos candidatos tenemos al Frente Amplio, que extraídos del medio universitario, pretenden representar a la pequeña burguesía y a los sectores de la “nueva clase media”. Su programa enarbola la realización de reformas dentro de los márgenes del capitalismo que le otorguen mejores condiciones a esta capa intermedia en una pelea por una “distribución de la renta” que promueva a los explotadores de las pymes y otorgue una perspectiva de ascenso social ante la pauperización creciente de la pequeño burguesía. Una y otra vez su programa de libre concurrencia y democratización se disciplinará ante las lógicas impuestas por el gran capital y la explotación imperialista.
Por su parte el estalinista Artés, que reivindica a la corriente contrarrevolucionaria que se esforzó por liquidar todas las conquistas de la primer revolución obrera de la historia, plantea una “democracia popular” basada en la alianza con los explotadores y negreros de las pymes.
El resto de los candidatos MEO/Navarro/Goic, se diferencias sólo en matices de cinismo. No está en el programa de estos personeros, y no puede estarlo dado que sólo se desarrollará mediante la lucha de clases, planteos tales como la necesidad de un salario acorde a la canasta familiar, la eliminación del código del trabajo, el acceso irrestricto a la salud y la educación, el fin a la desocupación, el control de los principales medios de producción, la expropiación de la clase capitalista, etc.
Este tipo de elecciones en el capitalismo sólo expresa la “voluntad” democrática de la clase dominante para que las masas elijan a su verdugo cada cierto tiempo, una renovación del comité de administración de sus negocios. Una vez más hay que señalar que las elecciones burguesas son un terreno hostil para la clase obrera, y un escenario de intervención ultra táctica para los revolucionarios. Partimos de tomar las lecciones que dejó la Internacional Comunista en su periodo revolucionario partiendo de que el parlamento en la actual época “se ha convertido en instrumento de la mentira, del fraude… las reformas…, desprovistas de espíritu de continuidad y de estabilidad y concebidas in un plan de conjunto, perdieron toda importancia práctica para las masas trabajadoras (…)
El comunismo debe tomar como punto de partida el estudio teórico de nuestra época…. Las formas de las relaciones políticas y de las agrupaciones pueden diferir en los diversos países, pero la esencia de las cosas sigue siendo la misma en todas partes: para nosotros se trata de la preparación inmediata, política y técnica, de la sublevación proletaria que debe destruir el poder burgués y establecer el nuevo poder proletario…”1
En estas elecciones ante la ausencia de un programa de independencia de clase llamamos a votar nulo o blanco o no votar. Se hace más necesario que nunca unificar las filas obreras para prepararse para los ataques patronales.
Ante un escenario en la región de ataques contra el proletariado podemos impulsar un Congreso Obrero Latinoamericano cuyo programa tenga como corolario la consigna de lucha por los Estados Unidos Socialistas de Latinoamérica y el Caribe.
- Segundo Congreso III Internacional, 1920
(El autor milita en la Corriente Obrera Revolucionaria, COR)
(Imagen: Toro y cóndor, O. Guayasmín)