Las tres contrarrevoluciones de la Cuba actual

por Neilán Vera

Si algo nos ha demostrado la Historia es que cada gran idea, para germinar y echar raíces, necesita siglos de prueba y error. Y es por ello que los fracasos de un periodo abonan con sus experiencias ―casi siempre trágicas― la semilla del siguiente intento. 

Útil fue, para las generaciones venideras, conocer por qué el París insurrecto de 1871 cayó en manos de la reacción, mientras que los comuneros, entre el pelotón de fusilamiento y un muro del cementerio del Père-Lachaise, veían agonizar la esperanza de un mejor mañana. Como también resulta doloroso y necesario escudriñar en las causas que provocaron la frustración del proyecto independentista del mambisado, durante la guerra hispano-cubano-norteamericana que, al decir de Lenin, fue la primera guerra imperialista del mundo. O en la no menos bochornosa desaparición de la Unión Soviética, hace poco más de 30 años, cuando la alta dirigencia del Partido Comunista empujó al abismo a la sociedad que decía proteger. 

En el caso de la Revolución cubana, la necesidad de atajar con premura los peligros que puedan detener el proyecto socialista o, incluso, restaurar el orden anterior a 1959, entraña no solo asomarse a la fosa común de los sueños fracasados de la Historia, sino también poseer la intuición, la creatividad y la perspicacia imprescindibles para descubriren cada nuevo contexto histórico las manifestaciones, los métodos y las agendas políticas de la Contrarrevolución.

Quienes militamos en el bando revolucionario ―el mismo bando de los comuneros, los mambises y los bolcheviques―debemos comprender de una vez que el futuro por el que luchamos está amenazado por tres formas distintas de contrarrevolución. Tres manifestaciones diferentes de un mismo empuje retrógrado y conservador. Tres elementos aparentemente desconectados que terminan formando parte de un mismo fenómeno, y bien pudieran reclamar el título de Santísima Trinidad de la Reacción: la contrarrevolución capitalista, el fundamentalismo religioso y los sectores dogmáticos, burocráticos y sectarios del propio proyecto socialista.

De las tres tendencias contrarrevolucionarias, la capitalista es la más conocida y señalada, gracias a su histórica postura de hostilidad hacia el orden instaurado en Cuba por los rebeldes y de servilismo incondicional a la política exterior estadounidense. Es una contrarrevolución eminentemente anticomunista, anexionista y comprometida con la restauración del capitalismo, aunque en ocasiones se esfuerce por desmarcarse de las cuestiones políticas y del indudable servicio que brinda al capital financiero internacional. A pesar de su abierta beligerancia contra el Gobierno cubano, resulta demasiado débil para enfrentar por sí misma al proyecto de la Revolución: su capacidad de convocatoria dentro del país es pobrísima y solo consigue éxitos aislados al aprovechar crisis surgidas por otras causas. No obstante, dada la creciente heterogeneidad de la sociedad cubana, la labor de esta contrarrevolución capitalista no debe ser ignorada.

El fundamentalismo religioso, que obviamente no solo acontece en Cuba, es también una forma de contrarrevolución, por mucho que sus defensores se esfuercen en negarlo. Su agenda política machista, misógina, homófoba e hiperconservadora implica un retroceso incluso para las sociedades enmarcadas en el liberalismo burgués. Su proselitismo ha cobrado fuerza y eficacia en el país en las últimas décadas, debido al empobrecimiento de las condiciones materiales de vida de nuestra gente; y, aunque incide en todas las capas de la sociedad, opera decisivamente en los segmentos poblacionales que menos atención y apoyo han recibido del sistema político. Su relación con las oligarquías del hemisferio y su rechazo a las políticas inclusivas, que amplíen los derechos de la mujer y la comunidad LGBTQIA+, colocan al fundamentalismo religioso en una posición antagónica en relación con la esencia emancipadora de la Revolución.

Por último, y no por ello menos nocivo, tenemos una tendencia contrarrevolucionaria surgida, contradictoriamente, dentro de las mismas instituciones históricas de la Revolución. Sus signos más visibles son el dogmatismo, el burocratismo, el secretismo, las actitudes sectarias y de atrincheramiento, la aparente defensa del ideal socialista, el coqueteo con todo lo que huela a mercado y propiedad privada, y la idea errónea de que defender la Revolución es apoyar acríticamente todas las medidas dictadas por la institucionalidad. Su actuar obstaculiza y frena el cauce natural, impetuoso y renovador del proceso revolucionario; y, aunque esta tendencia es la menos reaccionaria de las tres mencionadas, constituye la única capaz de sabotear el sistema desde dentro, mientras sus exponentes asumen, a veces con ingenuidad o falta de sentido común, que trabajan por el bien de la Revolución y el país.

Aunque parezca que cada uno de estos grupos, al defender ideas tan dispares, jamás coincidiría con los demás, lo cierto es que terminan adoptando posiciones similares en los momentos de tensión, a veces sin percatarse de ello. Así, no extraña que la contrarrevolución procapitalista y las iglesias fundamentalistas hayan formado un frente común contra la aprobación del nuevo Código de las Familias, o queactivistas, periodistas e intelectuales revolucionarios reciban en las redes sociales ataques tan similares en contenido y forma por parte de liberales y de estalinistas.

Ya va siendo hora de que todos entendamos que no solo la Revolución es capaz de desbordar sus formas tradicionales: también lo hace la Contrarrevolución. Las fuerzas que amenazan con destruir el camino de la emancipación humana están aquí, ante nuestros ojos, y generalmente no somos capaces de ver lo interrelacionadas que están unas con otras. De nuestra capacidad para rearticular el bloque de la Revolución y desactivar a tiempo las tendencias reaccionarias, depende que el día de mañana el proyecto socialista cubano evite el destino de aquellos 147 comuneros, ejecutados por la bala homicida de la contrarrevolución francesa.

(Tomado de Promaxcuba)

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