por Ibán de Rementería//
La actual crisis política tiene su expresión más dramática y generalizada en la probabilidad previsible que la participación en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias sea aún menor que las pasadas elecciones municipales, que sólo llegaron al 35%, esta es una crisis de convocatoria política y por lo tanto de legitimidad de la democracia.
La otra expresión más particularizada de la crisis política que padece el país, es la crisis de las organizaciones partidarias de la institucionalidad del poder, la cual reposa más en esas organizaciones que en las mismas instituciones de las organización política de la república: Presidencia de la República, el Congreso de la República y los Municipios, principalmente. Nos referimos a los partidos políticos. No es necesario repetir aquí las diversas encuestas que indican niveles mínimos de aprobación a estas instituciones de gestión de la distribución del poder que es la tarea de la política, de la organización del poder. Según el CEP, en julio del año 2014 el respaldo a la Nueva Mayoría era del 30% y a Chile Vamos solamente el 20%, ahora en agosto de 2017 el respaldo a Chile Vamos cayó al 16% pero la Nueva Mayoría solo consigue el 10%, mientras que el Frente Amplio tendría un 11% de respaldo, entonces, la Fuerza de la Mayoría se muestra más bien como la fuerza de una minoría.
Intentemos no al estilo de Foucault un análisis de la micro física del poder, sino que al estilo de Zaldívar de la pequeña cocina del poder, de la microfísica culinaria del poder. A poco de iniciado el actual gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet con la crisis ministerial que causa el caso CAVAL, el cual compromete gravemente el entorno familiar inmediato de la Presidenta, pone de manifiesto que ella está acompañada de un entorno político despolitizado, mediocre y sin liderazgo que es incapaz hacerse cargo de los asuntos públicos en medio de una crisis de esa envergadura. Además, aparece claro en ese momento que los partidos políticos constituyentes de la coalición de Gobierno, la Nueva Mayoría, no tienen ninguna participación en el manejo de esa crisis, como resultado del hecho de que sólo habían tenido una participación meramente nominal en la constitución del equipo de gobierno. ¿Qué había pasado? la candidata, dada su mala experiencia con los partidos en su primer gobierno decidió conformar su propio equipo de confianza tanto para conducir la campaña como para conducir el Gobierno, lo que aceptaron gachamente los partidos por el triunfo asegurado, con el oportunismo político que los caracteriza.
El equipo político de gobierno estaba constituido por quienes habían sido los principales operadores de la campaña presidencial, eran militantes pero no miembros de las direcciones de los partidos de la Nueva Mayoría, ni pertenecientes a los entornos de los “príncipes electores” de la Concertación: Girardi, Lagos y Bitar del PPD, Frei, Walker y Zaldívar de la DC, Escalona, Núñez y Solari del PS, etc. Habían sido en lo personal de la confianza exclusiva de la candidata y habían llegado a los máximos cargos del poder ejecutivo como personas de confianza de la Presidenta. El poder de ejecución residía en los ministros Rodrigo Peñailillo, Ministerio del Interior, y Alberto Arenas, Ministerio de Hacienda, pero el poder propiamente tal lo tenía y tiene la Presidenta, ellos fueron defenestrados con su absoluta mudez, sin defensa ni lágrimas de nadie, mientras sus sustitutos, Rodrigo Valdés en Hacienda, un conocido operador de las finanzas internacionales, y Mario Fernández DC opus dei, pero no de derecha, son bien vistos y recibidos por los sectores más dialogantes de la Nueva Mayoría y Chile Vamos. En la gestión de Gobierno, que no puede ser analizada aquí en profundidad, imperó más que desprolijidad técnica y administrativa la indefinición y carencia de propósitos políticos –de poder-, la política seguía siendo la de los acuerdos, los resultados, dicho de manera alegórica, han sido el conocido camello producido por un equipo de expertos estadounidenses, nadie entendió nada ni se sintió representado en nada por lo reformado, pero la derecha y un sector importante de la DC logró articular una mayoría opuesta a ellos juntando los trozos de todo aquello que no convenía a los diversos sectores involucrados: estudiantes y docentes, universidades públicas y privadas, trabajadores y empleadores, grandes y pequeños contribuyentes, etc. Finalmente, “el conflicto entre el crecimiento y el medio ambiente” derrumbó el equipo económico de ese gabinete, pero eso es otra historia. Lo cierto es que el intento bonapartista de la Presidenta careció del liderazgo apropiado y de los oficiales eficientes para llevarlo a cabo, ella no obstante conserva su carisma y estaría dedicada a preparar su legado.
Tampoco hay aquí espacio para hacer el análisis en profundidad de las vicisitudes que han llevado a la Nueva Mayoría a constituirse en la Fuerza de la Mayoría (FM) en torno a la candidatura presidencial de Alejandro Guillier. Pero si podemos hacer un análisis comparativo como micro cocina del poder entre esa candidatura y lo acontecido con la Presidenta Bachelet. La situación general de contexto político es la misma, más agravada ahora, que la situación de crisis de la Concertación como proyecto de centro izquierda puesto de manifiesto en las elecciones presidenciales de 1999, donde en la primera vuelta el candidato de la derecha Joaquín Lavín derrota a Ricardo Lagos Escobar, quien sólo logró sobreponerse en la segunda vuelta gracias al respaldo del PC y el resto de la izquierda alternativa. Por eso mismo en el año 2006 la candidatura de la carismática ex Ministra Michelle Bachelet se impone sobre los liderazgos conocidos de los partidos de la Concertación. En el año 2010 la persistencia en carencia de propuestas políticas y liderazgos en los partidos de la Concertación lleva al oportunismo de una marca conocida, con Eduardo Frei Ruiz Tagle, que conduce a una estrepitosa derrota ante la derecha liderada por Sebastián Piñera.
Ahora, el Senador Alejandro Guillier, ex periodista y comentarista político que llegó a ser la opinión mejor evaluada de los medios de comunicación, levanta con éxito inicial su candidatura presidencial independiente por la Nueva Mayoría pero ajena a sus partidos, excepto su relación funcional con el PR en tanto es senador independiente por ese partido, al reafirma su independencia política y programática de aquellos estuvo llegando a alcanzar a Piñera en respaldo popular en los inicios de la campaña a comienzos de año. Luego la inconsistencia política de sus propuestas, su error forzado por los partidos de no participación en las elecciones primarias presidenciales, los conflictos más de estilo y formas que de confrontaciones programáticas y políticas con las otras candidaturas de su sector, el nutrido fuego amigo, el ninguneo de los medios de comunicación; pero, sobre todo, la aparición de una candidatura de izquierda alternativa encabezada por la periodista política, también de alto reconocimiento profesional, Beatriz Sánchez, va aumentando en las encuestas su distancia con Piñera y acortando hasta el empate sus diferencia con aquella.
En lo concreto la microfísica culinaria del poder en la campaña de Guillier se está manifestando como un conflicto entre la organización de campaña y su entorno político más cercano. El «petit comité» de Guillier está conformado por Juan Forch (ex PC), Harold Correa (PPD), Luis Conejeros (ex DC), Enrique Soler (PPD) y Osvaldo Rosales (ex PPD). Correa conoció a Guillier en 2005 como jefe de gabinete de Sergio Bitar, cuando este era ministro de Educación, Bitar y Harold Correa le habrían presentado, a su vez, al ex diplomático Enrique Soler, su actual jefe de gabinete. Este «petit comité» tiene serios conflictos con el Comando de la Campaña que encabeza Osvaldo Correa Generalísimo del Comando y Secretario General del PR.
Lo que aflora nuevamente aquí con la campaña de Guillier, como en el caso de la campaña y el gobierno de la Presidenta Bachelet, es tanto carencia de propuestas programáticas que sean coherentes con las demandas sociales básicas fijadas por sus movimientos en derechos universales, gratuitos y de calidad en salud, educación y seguridad social, lo que despectivamente los expertos y la gran prensa llaman “la calle”, que estalló allí en 2011 como respuesta a los intentos contra reformistas del Gobierno de Piñera. En esta campaña también aflora la ausencia de una capacidad organizativa de los partidos para hacer creíbles la realización política de esas propuestas. Lo claro, ahora, es que sólo un liderazgo bien construido ya no produce convocatoria entre los sectores sociales que serían sus eventuales beneficiarios. Para decirlo brevemente, la sociedad civil en clave de poder ya no está dispuesta a embarcarse en propuestas populistas. Pero el fantasma del populismo recorre la campaña de la FM, mientras Rosales dice que se debe satisfacer las demandas de salud, educación y seguridad social, mediante crecimiento no más, la derecha acusa a esas propuestas de demagógicas, impracticables, y de populistas conducentes a la destrucción de la economía nacional como en Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, etc.
Mientras la campaña presidencial de la Fuerza de la Mayoría (FM) no prende ni se despliega, a la vez, la campaña parlamentaria se pierde, en aquello que en tiempos de “ascenso revolucionario” se llamó el cretinismo parlamentario, con altos niveles de conflictividad en las campañas senatoriales y las otras, entre el PS y el PC y “bellos gestos” amistosos entre la DC y el PS, donde la torpe y silenciosa dirección nacional del PS, que nada dice de lo político y ni de lo programático, trata de resolver vía disciplinaria los descontento locales mediante sanciones de zarzuela con mucho canto y baile pero meramente entretenidas. A su vez la IS permanece en la mudez programática y política que domina al conjunto del PS y a la FM. Por su parte el FA, no obstante ser una coalición debutante de amplio espectro e inmadurez, muestra mucha coherencia discursiva, propuesta política explícita y eficiente despliegue territorial, pese a sus escasez de recursos. Lo claro es que la Fuerza de la Mayoría y el Frente Amplio se están disputando palmo a palmo pasar a la segunda vuelta, donde triunfará el que mejor logre sacar de la abstención a la ciudadanía.
(el autor milita en el Núcleo Valparaíso Socialista, del PS de Valparaíso)
(Imagen: Bodegón de aves y liebres, Rembrandt)