Marchamos en la convicción de que si somos capaces de convocar al conjunto de los trabajadores, el sistema de robo organizado de las AFP está muerto. Si nos movilizamos hasta vencer, habremos garantizado no sólo el fin de la subvención de los trabajadores a la banca, sino que habremos asegurado la construcción de un verdadero sistema previsional de reparto, basado en la solidaridad y que garantice pensiones dignas, que cubran a todos los jubilados sus necesidades básicas.
Los medios de comunicación, el Gobierno y los partidos del régimen, se han cansado de difundir la especie de que el sistema de reparto está quebrado en todo el mundo y que lo único que se puede hacer es perfeccionar el Mercedes Benz de José Piñera.
Está claro que la burguesía no puede dar respuesta a los reclamos de los trabajadores y que será necesario luchar unidos para quebrar la mano a la patronal. El término de la huelga de los mineros de La Escondida, el pasado jueves 23 sin ningún resultado, habla a las claras de que no alcanza con movimientos parciales. Se hace necesario dar cuerpo a un movimiento de alcance nacional, con ocupación de lugares de trabajo y estudio -un verdadero Paro Nacional Indefinido- para quebrar el espinazo al capital monopólico financiero que se atrinchera en las AFP, para seguir lucrando con la miseria de los trabajadores.
Hoy día, en las calles demostraremos nuestra voluntad de lucha fortaleciendo nuestra propia organización. La Coordinadora Nacional de Trabajadores No + AFP demuestra en los hechos que es la organización de los trabajadores de Chile y que ha pasado a ocupar el lugar que la corrupta burocracia de la CUT ha abandonado, como cabeza de los trabajadores. Es este el camino que debemos seguir, el de la movilización y organización unitaria.
Nada puede dividir a los trabajadores, porque son nuestros reclamos los que nos unen y es nuestra lucha la que exige en estos momentos la más amplia convocatoria para vencer. Es necesario estar alertas e impedir que la campaña electoral nos divida. No hacemos culto del apoliticismo, porque los trabajadores estamos obligados a dar una lucha política por el poder. De lo que se trata es que toda intervención electoral, que realmente pretenda servir los intereses de la mayoría explotada, debe ponerse al servicio de la movilización y no al revés, que las movilizaciones actúen como trampolín para los candidatos. La intervención electoral debe ayudar a los trabajadores a superar sus ilusiones en la democracia burguesa y afirmar su confianza en su propia fuerza como clase. La derrota de 1973, esa sangrienta lección, nos enseña día a día que toda política electoral debe ayudar al proceso revolucionario desnudando el carácter de clase –patronal- del régimen.
Debemos seguir adelante. La marcha del 26 de marzo, convocada como la más grande marcha de la historia, será el primer paso en el despliegue callejero de una lucha que va subiendo escalones y se yergue como una movilización en contra del capital. La crisis económica mundial empuja al Gobierno, a la banca y al gran empresariado a declarar la guerra a los trabajadores. La reforma laboral de Bachelet, más allá de algunos ajustes cosméticos, lo que se propuso fue debilitar más a los sindicatos e impedir el avance a formas superiores de negociación por rama de producción.
Nada podemos esperar de la justicia, parlamento e institucionalidad patronal. Sólo la movilización amplia, unitaria y de inflexible compromiso con los intereses de la mayoría explotada, abrirá el camino a la consecución de nuestros reclamos. En esa lucha estamos comprometidos como El Porteño. No alcanza con definirse “antineoliberales”, de lo que se trata es de acabar con el capitalismo, de lo que se trata es poner al centro del debate en la izquierda el problema del poder y el socialismo.
Si luchamos contra las AFP es porque estamos convencidos que los trabajadores podemos resolver el problema previsional, instaurando un sistema de reparto solidario, bajo control de los trabajadores. Este objetivo inmediato viabilizará otra tarea democrática elemental, la nacionalización de la banca, como una cuestión básica de soberanía económica y liberación nacional.
Derribar el muro neoliberal, que es la forma concreta y única del capitalismo semicolonial chileno, es una tarea que comienza hoy y que se abre espacio junto a los centenares de miles, los millones que saldremos a las calles este 26 de marzo. Desde aquí caminaremos al Paro Nacional.
EP