Marielle Franco, concejal del PSOL en Río de Janeiro, fue ejecutada anoche, 14 de marzo. Sus asesinos lanzaron una lluvia de balas, que alcanzó a Marielle y a su chofer, Anderson Pedro Gomes. Ambos murieron. Según informaciones, la militante del PSOL fue impactada por cinco proyectiles en la cabeza, y su conductor tiene la espalda cubierta de balas. Está absolutamente claro que se trató de una ejecución política.
Marielle militaba en el campo de los derechos humanos. Al lado del parlamentario Marcelo Freixo, también del PSOL, hizo innumerables denuncias sobre la violencia policial contra los pobres y, principalmente, negros de las favelas de Río de Janeiro. Últimamente, denunció la prepotencia de la policía en la región de Irajá, comunidad de Acarí. Volvía de un encuentro de “Jóvenes Negras Moviendo las Estructuras”, en Lapa, cuando un auto se emparejó al suyo y los ametralló.
El PSOL emitió una nota, exigiendo inmediata identificación y captura de los asesinos. El Partido Obrero Revolucionario/POR comparte esta exigencia. Sabemos, que las balas que le quitaron la vida de Marielle y Anderson Pedro vinieron de las armas de la policía o de las milicias ligadas a ella. No es por casualidad que la ejecución de la concejal se dio en el momento en que Río de Janeiro se encuentra sobre la intervención militar decretada por Temer.
No tenemos duda de que la activista de los derechos humanos y del movimiento negro fue víctima de la barbarie capitalista en su época de descomposición. Río de Janeiro es uno de los estados más importantes de la federación. Es por eso que más claramente expresa las contradicciones del capitalismo decadente. En todas partes, es preciso que se diga, crecen sin freno la pobreza y la miseria de las masas. Es en este terreno que se gesta, prolifera y recrudece la violencia que mutila y destruye centenas de vidas diariamente. La guerra entre narcotráfico y la policía corrompida hasta los huesos es apenas uno de los síntomas más degradantes del capitalismo. En última instancia, todas las consecuencias más perversas y trágicas envuelven y recaen sobre la población oprimida.
Marielle, ciertamente, expuso y denunció los hechos de la acción policial y de las milicias. Fue suficiente para afectar los intereses de las corporaciones ligadas al crimen, la represión sobre la población y las discriminaciones raciales. Es bien probable que su muerte haya sido una señal, emitida por la policía y por las milicias, de que la guerra que pasa en las entrañas de las favelas podrá tener sus reflejos en los medios políticos, principalmente en la izquierda que intente desafiarlos. Es bueno recordar que el reconocido parlamentario y ex-candidato a gobernador de Río de Janeiro, Marcelo Freixo, tuvo que ocultarse ante las amenazas.
La putrefacción del Estado de Río de Janeiro es el síntoma más visible de los impases del capitalismo en Brasil y la confirmación de que la burguesía no puede superarlos. De forma que cualquiera que sea un obstáculo para la burguesía narcotraficante y alguno de sus derivados tiene que ser removido por la violencia reaccionaria. Esto explica el bárbaro crimen cometido contra la activista de derechos humanos Marielle. No importa si ese movimiento alcance solo a las consecuencias y a algunos de los matones que se abrigan a la sombra del Estado burgués. Lo que importa es que, para la burguesía ligada al narcotráfico y al contrabando, todo obstáculo tiene que ser removido a cualquier costo.
Es bueno no alimentar ilusiones en cuanto a la posibilidad de que se haga justicia. Aunque se meta a los asesinos en la cárcel por algún tiempo, nada se alterará en las relaciones económicas, políticas y sociales que llevaron a la destrucción de la vida de Marielle y Anderson Pedro. Es preciso tomar sus muertes como motivo para combatir al capitalismo en descomposición desde sus raíces. Este asesinato es apenas uno más, que se distingue por ser un crimen político contra una militante de PSOL.
El Partido Obrero Revolucionario toma el asesinato de Marielle como un motivo que refuerza su convicción en la revolución proletaria. No hay cómo reformar el capitalismo. No hay cómo erradicar la violencia reaccionaria por la vía del parlamento y demás instituciones del Estado burgués. No hay cómo democratizar los aparatos represivos, ni limpiarlos de la corrupción. No hay cómo atenuar las discriminaciones contra los pobres, miserables, negros, mujeres, homosexuales, etc. La burguesía no tiene cómo respetar los derechos humanos, que ella misma instituyó. Tenemos absoluta certeza de que la muerte de la activista Marielle servirá a la causa de los explotados y oprimidos, mientras luchemos con nuestras propias fuerzas para tirar abajo al capitalismo, expropiar a la burguesía, transformar la propiedad privada de los medios de producción en propiedad social y construir el socialismo.
¡VENGUEMOS EL ASESINATO DE MARIELLE Y ANDERSON PEDRO CON LAS ARMAS DE LA CLASE OBRERA!
Partido Obrero Revolucionario -BRASIL