Arthur Rosenberg: democracia, marxismo y revolución sin dogmas

La unificación de Alemania de 1871, de la que en enero se cumplieron 150 años, nos vale de excusa para ofrecer la traducción del primer capítulo del libro de Arthur Rosenberg “Entstehung der deutschen republik, 1871-1918”, (Origen de la república alemana, 1871-1918). El capítulo comprende el período que transcurre desde la unificación de Alemania en 1871 hasta casi la dimisión de Bismarck como canciller del Reich bajo el káiser Guillermo II en 1890.

Con el título “Las fuerzas sociales bajo Bismarck” empieza el primer capítulo de “Entstehung der deutschen republik, 1871-1918” publicado en 1928. En 1935, Rosenberg publicó “Geschichte der deutschen Republik” (Historia de la república alemana). Para la traducción que presentamos aquí se ha utilizado la edición de 1955, que comprende los dos libros anteriores, titulada “Entstehung und Geschichte der Weimarer Republik”, editada y prologada por el periodista, publicista, ensayista y editor de izquierda anti-estalinista alemán Kurt Kersten y digitalizada en 2014 por Europäische Verlagsanstalt.

Arthur Rosenberg (1889-1943) estudió Historia antigua, especialmente de Roma y Grecia. En 1913 escribió su tesis doctoral “El estado de los antiguos itálicos, estudios sobre la constitución original de los latinos, los oscos y los etruscos». En 1921, cuando recibió el título de catedrático en la universidad Friedrich Wilhem, escribió el libro «Introducción y estudio de las fuentes de la historia romana». Hasta 1933 impartió clases en dicha universidad. Con la llegada de Hitler al poder, se exilió a Inglaterra donde fue profesor de historia antigua en la Universidad de Liverpool de 1934 a 1937. Posteriormente marchó a Estados Unidos, donde siguió impartiendo clases en el Brooklyn College de Nueva York. Murió de cáncer en 1943.

Tanto el Origen… como la Historia… son dos textos especialmente importantes en la bibliografía de Arthur Rosenberg. Refiriéndose a ellos dice Kurt Kersten en su prólogo: “(…) Arthur Rosenberg tuvo el gran privilegio de poder usar fuentes que ya no están disponibles para otros autores. Su trabajo en el Comité de Investigación del Reichstag sobre las causas del colapso alemán le dio la oportunidad de entrevistar personalmente a los principales protagonistas de esa época y de inspeccionar material no accesible hoy en día.” Y más adelante: “Rosenberg utilizó material importante y valioso para este libro que, o bien se ha perdido por completo o no ha sido utilizado hasta ahora por ningún historiador. Especialmente para los capítulos en los que se describe la historia del colapso alemán en 1918 y los sucesos de los meses de invierno de 1918/19, Rosenberg tuvo a su disposición material desconocido para la mayoría hoy en día”.

Pero no solo por este motivo cobran relevancia especial estos textos de Rosenberg sino también porque, siguiendo con Kersten, “Nos encontramos ante la rara y afortunada circunstancia en la que un experto historiador describe una época en la que él mismo estuvo políticamente implicado de manera activa”. Rosenberg fue diputado del Reichstag, miembro del comité central y del ejecutivo ampliado de la Internacional Comunista por el KPD de 1924 a 1927. Abandonó el partido ese año, aunque siguió siendo diputado independiente hasta 1928.

Rosenberg fue ante todo un marxista heterodoxo, alejado de los dogmatismos de determinado marxismo militante en la explicación de los hechos históricos y por eso, en parte, objeto de críticas por sus particulares interpretaciones históricas, como ocurrió con su Historia del Bolchevismo. De Marx hasta la actualidad (1932), del que Paul Frölich, fundador de Die Rohte Fahne, órgano de prensa del KPD, dijo que carecía del fondo argumental que demostraba que Rosenberg “había deambulado por el KPD como un extraño”. Tampoco le faltaron críticas por haber abandonado la militancia comunista cuando la revolución ya estaba lejos en el horizonte de la política alemana. Ninguna izquierda posterior ha reivindicado a este gran investigador de la democracia, entendida como el gobierno de los pobres libres, que como historiador de la antigüedad y marxista conocía a fondo y de la que fue un defensor militante. Sus libros Democracia y Socialismo. Un aporte a la historia de los últimos 150 años (1938) y Democracia y lucha de clases en la Antigüedad (1921) son una excelente muestra de la importancia que tiene la democracia en toda la obra de Rosenberg, por cómo la entiende en la lucha de clases, así como en su ejercicio en las instituciones políticas. Citado por Joaquín Miras, afirma Rosenberg: “La democracia como una cosa en sí, como una abstracción formal no existe en la vida histórica: la democracia es siempre un movimiento político determinado, apoyado por determinadas fuerzas políticas y clases que luchan por determinados fines. Un estado democrático es, por tanto, un estado en el que el movimiento democrático detenta el poder”. En el capítulo que presentamos, Rosenberg insiste en acusar a la falta de democracia en el Reichstag de los males que llevaron a Alemania a la guerra y a la revolución.

Kurt Kersten invita a leer, casi de forma provocadora, a este historiador marxista casi olvidado cuando no menospreciado por parte de determinada izquierda tanto estalinista, por razones evidentes, como no-estalinista, por estrechez de miras. En ambos casos, dogmática. Dice Kersten: “Desde hace casi veintidós años, el desarrollo del movimiento obrero alemán se ha convertido, dentro de la literatura histórica, en una tierra de nadie en la que rara vez se entra y que incluso es casi tabú para muchos. Sin embargo, es precisamente en este terreno donde Rosenberg ofrece hoy inspiración y explicación al lector sin prejuicios, que no quiere sucumbir a los tópicos de la época y busca liberarse de los intentos de manipulación de la época nacionalsocialista; intenta hacerle ver los acontecimientos desde un lado que tuvo que permanecer cerrado durante muchos años. La exposición de Rosenberg también puede poner en debate algunas interpretaciones que se han convertido en dogma y dar a conocer al lector imparcial y no experto, la naturaleza y las intenciones de las figuras políticas que para muchos se han convertido en puros clichés. Esta observación concierne particularmente a Rosa Luxemburgo y también, en cierto sentido, a Karl Liebknecht”. Jaume Raventós

Las fuerzas sociales bajo Bismarck

El imperio de Bismarck, fundado en Versalles en 1871, fue destruido en la misma Versalles en 1919. La república posterior creada en Weimar estaba ciertamente ligada al antiguo sistema en muchos elementos significativos. Pero en esencia es algo nuevo: la innovación decisiva no fue el derrocamiento de la dinastía Hohenzollern y las demás dinastías. El imperio de Bismarck sería bastante concebible con un presidente del Reich elegido. Tampoco reside la novedad en que los socialdemócratas pudieran convertirse en ministros de la república, puesto que ya lo fueron en el último período del imperio. Tampoco las fronteras de la paz de Versalles representaban el cambio decisivo: Bismarck podría haber fundado su imperio sin Alsacia-Lorena y remodelado las relaciones de Alemania con Polonia y Austria. El cambio decisivo reside más bien en la destrucción del antiguo ejército prusiano por la derrota militar en occidente, en la revolución y en los términos de la paz de Versalles. El imperio de Bismarck y el ejército prusiano estaban inseparablemente unidos. Bismarck siempre consideró como su logro más importante ganarse al rey de Prusia y al ejército prusiano para la idea de la unidad nacional de Alemania. Vio el error de 1848 en el hecho de que la burguesía quería establecer el imperio por sus propios medios, sin tener en cuenta las dinastías alemanas y sobre todo sin tener en cuenta a la histórica Prusia, la cual quería llevar a cabo la fundación del imperio. Bismarck procedió de manera diferente: unió a la aristocracia militar prusiana con la burguesía alemana, puso a la Casa Hohenzollern a la cabeza y fundó así el imperio con su impronta (1). La historia del nuevo imperio alemán consiste en la mutua atracción y repulsión de estas dos fuerzas unidas por Bismarck. El final llegó cuando la nobleza militar prusiana se derrumbó en 1918 y la burguesía tomó el poder.

¿Fue errónea la idea de Bismarck de poner la Prusia histórica al servicio de la idea de la unificación alemana? ¿Fue la situación en 1871 tal que el imperio alemán podría haberse fundado viablemente solo como un estado puramente burgués sobre una base parlamentaria liberal y no de otra manera? ¿El «Junkertum» y la burguesía estaban juntos como el fuego y el agua, entre los cuales un compromiso era imposible? ¿Persiguió Bismarck un fantasma romántico y dinástico y sacrificó por ello sus mejores convicciones? Decir si a estas preguntas sería muy simple, pero también una equivocación. La revolución de 1848/49 había demostrado que la burguesía alemana no era capaz de ganar por sus propios medios. Los poderes agrarios y militares, dinásticos y burocráticos, e incluso los eclesiásticos del viejo orden eran mucho más fuertes en Alemania de lo que parecían en el júbilo de los días de marzo. Y detrás de la burguesía el proletariado urbano surgió como la nueva clase política. Estaba listo para luchar junto con la burguesía contra los poderes feudales gobernantes. Pero también tenía sus propios objetivos, que no eran los objetivos de los liberales burgueses. Las fuerzas explosivas que prendieron en el movimiento obrero fueron, por aquel entonces, reconocidas muchas veces más claramente por observadores ajenos que por los propios trabajadores.

En estas circunstancias, para un Realpolitiker social conservador como Bismarck la idea era obvia: reconciliar a la burguesía con los viejos poderes mediante un compromiso razonable, crear la unidad nacional a través de la acción conjunta de ambas fuerzas y así, al mismo tiempo, contrarrestar la revolución «roja» con un baluarte sólido.

Quien calculó en la posición de Bismarck en 1871 de esta manera no juzgó mal las fuerzas existentes en Alemania. La clase obrera alemana fue incapaz de asumir el poder del estado incluso en las condiciones de noviembre de 1918, que le fueron favorables como nunca se le habían presentado. Tampoco podría haberlo hecho antes en otras circunstancias. Y en la burguesía alemana no había mucha preocupación por que el espíritu jacobino barriera las coronas y privilegios de la nobleza hasta la víspera de la revolución de 1918. Así que la idea de Bismarck no tenía por qué fracasar por la resistencia de los obreros o la burguesía. Sin embargo, el imperio de Bismarck estuvo mortalmente enfermo desde el principio. El esplendor de las victorias militares y el auge económico solo podían ocultar escasamente la permanente crisis política, que se extendió desde la Kulturkampf (I) hasta el gobierno de Max von Baden, una crisis que nunca se resolvió, que tomó siempre nuevas formas y aspectos y que al final destruyó toda la obra de Bismarck. ¿Cuál es la causa de esta crisis permanente del imperio alemán Hohenzollern? Bismarck no logró ensamblar orgánicamente las diversas fuerzas que existían en el pueblo alemán. Ni siquiera hizo un intento serio de hacerlo. Más bien, se suponía que las clases y poderes divergentes de Alemania debían mantenerse unidos por el bien de la supremacía del imperio. Hasta 1890 el poder de Bismarck y el poder imperial eran idénticos. La dictadura personalista vive y muere con el propio dictador. Cuando el viejo dictador tuvo que renunciar en 1890, cuando vio su cetro en las débiles e indefensas manos de Guillermo II, la catástrofe quedó sellada. Su intervención fue sólo una cuestión de tiempo y circunstancias. Desde Friedrichsruh, Bismarck vio venir la perdición de su obra sin posibilidad de cambiar nada. A menudo se dice que los epígonos de Bismarck estropearon la creación del maestro. Esto es tan correcto hasta ahora, como que la constitución de Bismarck no podía existir sin un Bismarck. Pero visto de esta manera, también es la crítica más fuerte al propio Bismarck.

El imperio alemán era inviable no porque se fundase en el compromiso entre la burguesía alemana y la nobleza militar prusiana, sino porque el compromiso se llevó a cabo en forma de autocracia bonapartista. El rey de Prusia debía ser como un auténtico y hereditario Bonaparte, a menos que prefiriera transferir su poder al canciller del Reich. El hecho de que Bismarck se adjudicara la existencia política del pueblo alemán en su propia persona, de hecho, a su relación personal con Guillermo I, sigue siendo un error histórico de inmensas dimensiones. Hay suficientes circunstancias en la tan peculiar situación alemana de 1871 que no justifican los errores de Bismarck, pero pueden hacerlos comprensibles.

En el momento de la fundación del Reich, la burguesía liberal de Alemania contaba con casi toda la capacidad a su disposición en cuanto a inteligencia, industria y comercio. Las masas de artesanos y el resto de la clase media, la mayoría de los trabajadores industriales, incluso una parte considerable del campesinado y una minoría de la nobleza, compartían las ideas nacionales y liberales de la burguesía y seguían sus consignas políticas: sin duda una fuerza y una autoridad tremendas (2). En el otro lado estaban el ejército prusiano, el rey, su cuerpo de oficiales, la jerarquía prusiana de funcionarios, los grandes latifundios de las zonas al este del Elba, excepto el grupo de aristócratas liberales, y la parte de la población rural dependiente del terrateniente. ¿Cómo debía ser un compromiso entre estas dos fuerzas?

En Prusia, el rey y con él la aristocracia militar tenía todo el poder. La disciplina militar había superado las pruebas de resistencia más severas de la generación anterior a 1871. Ni la revolución de 1848 ni la época de conflictos de los años 60 habían sacudido seriamente la estructura del ejército prusiano. El rey nombraba a los ministros prusianos según su propio juicio. El aparato de la administración pública y la policía estaba firmemente en manos del gobierno. Si un parlamento territorial se oponía y no aprobaba el presupuesto estatal, el rey seguía gobernando sin un presupuesto legalmente establecido. Así se había demostrado en la época de conflictos. Un levantamiento popular contra el ejército prusiano intacto era inútil. Incluso los reclutas que estaban en la oposición se sometieron a la disciplina, y el férreo sistema del cuerpo de oficiales y suboficiales prusianos no mostró ninguna brecha. Aunque algún juez liberal tuviera presencia aquí y allá en el país, la maquinaria estatal estaba totalmente a disposición del gobierno, desde el jefe de la presidencia hasta el último gendarme.

La vieja Prusia conservadora tenía así todas las bazas políticas en sus manos. Un compromiso solo era concebible de tal manera que la aristocracia militar cediera voluntariamente una parte considerable de sus derechos a la burguesía. Esto podría suceder de dos maneras: o bien se le entregaba a la burguesía una parte del poder real del Estado en la propia Prusia, o bien se le cedía a la burguesía una parte del poder en el Reich y al mismo tiempo se le transferían poderes tan amplios que la vieja Prusia se encontraría con un contrapeso. Bismarck no tomó ninguno de estos dos caminos cuando fundó el Reich; dejó el actual equilibrio de poder en Prusia tal como estaba. En otras palabras, el rey y la aristocracia militar lo mantuvieron todo en sus manos, y además Bismarck creó un entramado constitucional en el que Prusia gobernaba el Reich y no al revés.

Sería un error explicar la conducta de Bismarck por la arrogancia de una casta estrecha de miras. A Bismarck no le gustaba ni mucho menos el «Junker» prusiano, y nunca ignoró la importancia de la burguesía. Pero se dijo a sí mismo que el Reich alemán, en su particularmente difícil situación de política exterior, no podía vivir sin una poderosa fuerza militar. Un ejército alemán eficiente, que si fuera necesario podría «poner defensas en el este y en el oeste», solo podía ser formado por Prusia. La desintegración del sistema militar prusiano sería al mismo tiempo la indefensión de Alemania, y si Alemania no pudiera defender su existencia como Estado, entonces los conflictos políticos internos también carecerían de sentido. Así, Bismarck fue un convencido partidario del antiguo sistema militar prusiano el cual representaba el gobierno militar del rey prusiano sobre Alemania y el mando incondicional del rey sobre el ejército, libre de toda influencia parlamentaria.

Pero cuando la antigua Prusia estaba a cargo de las armas de Alemania, era muy difícil arrancarle concesiones políticas de ella para las otras clases desarmadas del pueblo. Incluso si Bismarck lo hubiera querido, no habría logrado obligar al rey Guillermo I a renunciar a partes sustanciales de sus derechos. Fue un desastre para todo el desarrollo alemán siguiente que el período de conflicto en Prusia terminara con una victoria tan completa del poder real. La vieja Prusia había rechazado el ataque del liberalismo burgués en todos los aspectos. El rey de Prusia y su ejército habían ganado en 1864, así como en 1866 y 1870/71; solo de esta manera el Reich alemán pudo ser una realidad. Y después de tales éxitos, ¿debería el rey renunciar a sus derechos en favor del parlamentarismo? Así pues, Bismarck dejó la vieja Prusia como estaba, y además le dio el liderazgo en Alemania.

El secreto de la constitución imperial de Bismarck reside en el hecho de que en realidad no se formó ningún gobierno imperial. En lugar del gobierno del Reich estaba el Bundesrat, la comunidad de gobiernos nacionales, con el canciller del Reich haciendo de enlace. Bismarck sabía desde el principio que la pintoresca comitiva enviada por el Bundesrat no podía gobernar en absoluto. Así, el Bundesrat era la hoja de parra constitucional del gobierno prusiano sobre el Reich, y el canciller del Reich, en unión personal con el primer ministro prusiano, hacía la política alemana. Si, por ejemplo, Baviera tenía intereses especiales en una cuestión determinada, tal cuestión debía resolverse por medios diplomáticos, pero la política del Reich nunca fue determinada por las acciones conjuntas de Baviera y Baden con Hamburgo, Waldeck, etc. La pieza principal de la constitución del Reich de Bismarck, el gobierno del Reich por el Bundesrat, fue desde el principio una ficción evidente.

El Reichstag podía hablar públicamente de todos los temas políticos. Pero el ejército y la política exterior estuvieron desde el principio fuera de su influencia. El derecho del parlamento a conceder dinero al ejército no podía bajo ninguna circunstancia interferir con el mando imperial, y la política exterior era hecha por el emperador o el canciller imperial sin preocuparse por los debates del Reichstag. La eficacia política interna del Reichstag se vio inicialmente paralizada por los derechos especiales de cada uno de los estados, y sobre todo por la completa falta de influencia del parlamento imperial en el ejecutivo. El Reichstag podía como mucho rechazar el presupuesto. Pero el mal precedente del período de conflicto prusiano demostró que el gobierno seguía haciendo sus pagos sin cobertura legal. Por lo tanto, la única arma del parlamento fue desde el principio inofensiva.

Ni utilizando el Parlamento prusiano ni con la ayuda del Reichstag, la burguesía estaba en condiciones de ejercer una influencia decisiva en la política alemana. Pero Bismarck sabía muy bien que el Reich alemán no podía fundarse ni afirmarse sin y contra la burguesía. La burguesía no debía tener derechos constitucionales a expensas de la corona. Pero el regente, formalmente el emperador, pero en realidad el canciller del Reich, debía asegurarse de que se cumplieran las demandas legítimas de las clases medias liberales: la configuración nacional del Reich alemán debía hacer realidad las ideas de los patriotas burgueses, los deseos económicos del comercio y la industria debían cumplirse. Las demandas de los liberales en relación a una forma moderna e intelectualmente superior de gobierno, que fuera reacia a todo Muckertum (II) debían ser satisfechas en la medida de lo posible. Bismarck quería ir aún más lejos: estaba dispuesto a confiar los distintos puestos ministeriales de Prusia y las oficinas administrativas importantes del Reich a hombres de confianza de las clases medias liberales y a cooperar pertinentemente con los grupos parlamentarios liberales. Pero todo esto debía basarse en la libre voluntad del emperador, o mejor dicho, de su consejero decisivo. Siempre que fuera necesario, Bismarck quería reservarse para él y sus sucesores la posibilidad de vencer a los liberales en cualquier momento como lo había hecho durante los tiempos de conflicto.

Bismarck exigió que la burguesía quedara satisfecha con tales concesiones y comprendiera las particularidades de la política exterior y la situación militar de Alemania. Después de todo, el fuerte poder militar del emperador era el mejor apoyo para la burguesía contra el peligro de una revolución social proletaria. La Comuna de Paris había causado una fuerte impresión en Bismarck. Creía que una constitución parlamentaria burguesa o incluso republicana no podía reunir la resistencia necesaria para el ataque de las masas desposeídas. Solo por esta razón la burguesía debía tener la perspicacia de unirse al orden estatal conservador existente, aunque no le gustara esto o aquello en el Reich alemán.

Por otra parte, Bismarck consideró que era igual de necesario que la antigua aristocracia prusiana se adaptara a la nueva era. Los «Junkers» tenían que entender que el Reich alemán no podía ser gobernado según los métodos de una finca al este del Elba. Tuvieron que aceptar la existencia de ministros liberales y el desarrollo de la riqueza urbana. Tenían que darse cuenta de la importancia que significaba también para ellos que el poder real prusiano no estuviera debilitado. Tenían que apoyar al emperador y al canciller imperial bajo cualquier circunstancia, incluso si no entendían el significado de una u otra medida gubernamental en ese momento. Bismarck consideraba que la situación política más saludable era cuando un gran partido conservador de la antigua Prusia en el país cooperaba con un gran partido liberal. Había que dejar que el gobierno decidiera cómo establecer el equilibrio de poder en cada caso individual. El gobierno debe, si es necesario, golpear una vez a la derecha y otra a la izquierda, pero después siempre lograr la reconciliación y la cooperación entre las dos fuerzas básicas del Reich.

Como puede verse, el funcionamiento de este sistema se basaba exclusivamente en la personalidad del jefe supremo de gobierno. Un canciller como Bismarck o un rey como Federico el Grande tenían que estar allí para dibujar la diagonal de las fuerzas. Si faltaba la personalidad del líder, todo se desmoronaba. También en Inglaterra, el orden estatal en 1689 se basaba en el compromiso entre la aristocracia terrateniente y la burguesía urbana. Pero en Inglaterra se logró una cooperación orgánica y el crecimiento conjunto de ambas clases. Ambos se dividieron en el autogobierno del estado. En el campo, el caballero terrateniente gobernaba como juez de paz y en la ciudad gobernaban el alcalde y los concejales. Ambas clases se reunieron en la cámara baja como representantes de los distritos electorales urbanos y rurales. Respetaron los privilegios de cada uno porque sabían que los derechos de uno presuponían los derechos del otro. Juntos formaron el gobierno y juntos velaron por el mantenimiento de la constitución. En Alemania faltaban los cimientos del sistema inglés, a saber, un serio autogobierno, cuyo lugar fue ocupado por la todopoderosa burocracia. La omnipotencia de la Cámara de los Comunes provocó la cooperación de los estamentos y clases en este terreno, mientras que la impotencia del Reichstag descartó un compromiso parlamentario positivo sobre el gobierno común del Reich. En el Reichstag de Bismarck, una coalición solo podía lograr algo positivo si necesariamente unía sus fuerzas con el gobierno. Una coalición opositora de partidos y clases podría como mucho molestar al canciller del Reich con pequeñas picaduras.

Bajo el efecto de las victorias de 1870/71, la burguesía liberal aceptó la constitución imperial de Bismarck, y estaba dispuesta a apoyar al canciller en términos parlamentarios y morales. Pero la crisis llegó demasiado pronto y se agravó por el hecho de que las dos fuerzas en cuya cooperación Bismarck quería fundar el Reich alemán no estaban solas: además del conservadurismo de la vieja Prusia había también el conservadurismo de la vieja Alemania a la izquierda del Elba, y junto a la burguesía liberal estaba el proletariado industrial en creciente número y con una creciente conciencia de clase. Quien quisiera mantener el equilibrio del Reich alemán tenía que hacer malabares no solo con dos sino con cuatro factores, ninguno de los cuales encajaba en este marco.

El conservadurismo alemán tuvo su sede en Viena hasta 1866. Los obispos al mando de la iglesia del antiguo imperio alemán habían visto a su jefe natural en la casa imperial de los Habsburgo, así como la nobleza, que estaba solo bajo el control del emperador y no de un príncipe soberano. La disolución de la vieja constitución imperial por Napoleón I había abolido estos dos estamentos imperiales directos. Pero aún y así la iglesia católica de Alemania, así como la gran aristocracia en el Rhin, en el sur de Alemania, vieron en Austria su supremacía y el protector natural de sus intereses. En 1815, el viejo imperio había sido restaurado solo muy imperfectamente en la forma de la Confederación Alemana. Pero en el sentido de la vieja tradición del imperio, los príncipes federales medianos y pequeños consideraban a Prusia como el enemigo natural y a Austria como el amigo natural. Se esperaba que el aumento del poder de Prusia condujera a una reorganización centralizada de Alemania, mientras que la continuación del dominio austríaco garantizaba también la continuidad del federalismo alemán.

El federalismo alemán encontró sus adeptos no solo entre dinastías, clérigos y aristócratas, sino también entre amplios estratos de la población agraria y pequeñoburguesa, que no querían que sus impuestos fueran a Berlín y que sus tradicionales condiciones de gobierno y de vida fueran perturbadas por el alto mando prusiano. En la guerra de 1866, el viejo conservadurismo alemán se mantuvo en un frente cerrado desde Hannover a Múnich, con el arma en la mano, contra Prusia. El ejército prusiano ganó, Austria fue expulsada de Alemania. Hannover, Kurhessen y Nassau fueron anexionados por Bismarck. La burguesía liberal declaró por todas partes su apoyo a Prusia y a la unificación del Reich. En 1870 el movimiento liberal y nacional obligó a los estados del sur de Alemania a participar en la guerra contra Francia.

Bismarck intentó hacer inofensivo el viejo conservadurismo alemán vinculando firmemente las dinastías al nuevo orden de cosas. Para ganar la Casa de Wittelsbach, Bismarck concedió al ejército bávaro un estatus especial. El carácter federalista del Bundesrat dejó a las pequeñas dinastías el mayor número de derechos posibles bajo la nueva situación. Bismarck tuvo un éxito completo aquí: después de 1871 nunca tuvo dificultades serias con las dinastías no prusianas. Bismarck, por ejemplo, nunca habría podido dirigir la Kulturkampf si no hubiera tenido al rey de Baviera y, por tanto, al gobierno de Munich firmemente de su lado en esta situación crítica (3).

Sin embargo, los antiguos sectores conservadores de la población no fueron tan fácilmente ganados al nuevo «imperio protestante», como las dinastías de Alemania occidental y del sur. El clero católico, la alta nobleza, las amplias masas de agricultores y artesanos del sur y oeste de Alemania se unieron para formar un poderoso frente defensivo: el Partido del Centro (Deutsche Zentrumspartei o simplemente Zentrum. N d T) apareció como el partido católico de Alemania. Sin embargo, la Kulturkampf no era estrictamente un asunto confesional. Los granjeros protestantes de Hannover, en la medida en que querían recuperar las condiciones específicas del antiguo reino de Welf, estaban en el lado del Zentrum. Por otro lado, la burguesía católica de las ciudades del Rhin y del sur tenía una mentalidad bismarckiana. Pero el votante católico nacional-liberal de Múnich o Colonia no abandonó su iglesia por esta razón. La peculiaridad del Zentrum se personificó, en el período Kulturkampf, en Windthorst, el católico y antiguo ministro del rey de Hannover.

Además de los Welf, el Zentrum ganó otros dos compañeros de lucha particularmente desagradables para el gobierno de Bismarck. La defensa del catolicismo contra el poder estatal de orientación protestante trajo una alianza entre el Zentrum y Polonia. Además, la iglesia católica de Alemania ya había comenzado, durante toda una generación, a reunir a los trabajadores industriales pertenecientes a su área. En Alemania se creó un movimiento obrero independiente en paralelo desde dos lados. Junto al movimiento marxista estaba el movimiento católico. Es dudoso que en los años 70 el movimiento obrero socialdemócrata de Berlín y Sajonia fuera mucho más peligroso para las clases dirigentes de Alemania que el movimiento obrero católico de la Alta Silesia (4) y del Rhin. En la Alta Silesia, la oposición de clase fue particularmente marcada, donde el minero polaco-católico se enfrentó al director de planta germano-protestante.

El carácter social del Zentrum ya era muy variado durante el período Kulturkampf. Pero todos los estratos que unía eran, en esencia, antiburgueses en ese momento: el sacerdote y el aristócrata, el campesino y el obrero, no tenían ningún interés en general en promover el desarrollo capitalista burgués en las ciudades, y todos estaban en contra del centralismo militar y autocrático prusiano. Así que el Zentrum era el bloque anti-Bismarck por excelencia. Todas las ideas básicas del imperio bismarckiano fueron rechazadas por el Zentrum.Sería un desastre para el imperio bismarckiano que después de 1866, el antiguo conservadurismo alemán no se limitara, como capricho, a unos pocos castillos aristocráticos renanos, conventos y pequeñas granjas, sino que amplios sectores de las clases populares en las asociaciones de agricultores cristianos y los sindicatos cristianos se unieron al movimiento federalista católico. De este modo, el imperio bismarckiano recibió, además del nunca equilibrado conflicto entre Prusia y la burguesía, otra pesada carga.

La Kulturkampf de Bismarck fue la continuación de la guerra de 1866 con nuevos medios. Bismarck no se llevó a engaño sobre esto. Durante varios años temió que Alemania tuviera que librar una guerra de revancha con la Francia clerical y los Habsburgo. El liderazgo espiritual del ataque contra Alemania estaría en manos de la sede papal en Roma, y el Zentrum, los polacos y los Welf en Alemania actuarían como aliados de los vieneses y parisinos en sus pretensiones de revancha (5). La sospecha de Bismarck de que los líderes del Zentrum albergaban algún plan de alta traición en ese momento era completamente infundada. Pero es evidente que un resultado desafortunado de una guerra contra Austria y Francia habría traído consigo una reorganización federalista de Alemania y la anulación de los resultados de 1866 y 1870/71.

La Kulturkampf acercó al Bismarck y a los liberales más que nunca antes o desde entonces. La burguesía liberal se lanzó a la lucha con entusiasmo. En primer lugar, porque el anticlericalismo estaba completamente en línea con su ideología. Pero sobre todo porque la Kulturkampf parecía ofrecer la oportunidad de realizar el sistema parlamentario y el gobierno de los liberales (6). Para la burguesía, la situación ahora parecía haber llegado para recuperar lo que se había perdido en 1871, cuando se fundó el Reich y se estableció la constitución del Reich.

Una parte de la nobleza prusiana estaba consternada por el desarrollo de los acontecimientos. Estos círculos no habían comprendido completamente el rumbo de Bismarck desde 1866. Bismarck parecía hacer todo lo posible para elevar el estatus de las ciudades a expensas del país: los miles de millones de las reparaciones de la guerra francesa habían sido tragados por los «judíos» y otros corredores de bolsa. Los inversores y la especulación se extendían, mientras que los ingresos del sólido agricultor y artesano declinaban. ¿Es así como debería ser el Reich alemán, creado por el ejército prusiano en los campos de batalla de Metz y Sedan? Ahora Bismarck también destruía lo espiritual y moral, la autoridad de la Iglesia. Afirmó que la lucha era solo contra el catolicismo. Pero las leyes de la Kulturkampf con su secularización de la escuela y con el matrimonio civil golpearon la visión del mundo protestante con la misma fuerza. El período Falk trajo la regla de la incredulidad liberal sobre Prusia (III). Bismarck se vio obligado, por su erróneo camino, a lanzarse a los brazos del mismo sistema parlamentario que había sometido durante el tiempo del conflicto. En estas circunstancias, todos los hombres honrados de mentalidad prusiana tendrían que oponerse a Bismarck. La Kulturkampf debía terminar. En cambio, los cristianos protestantes y católicos de Alemania debían unirse para oponerse al liberalismo, la incredulidad y el fraude. El defensor de la oposición conservadora a Bismarck con más talento, el predicador de la corte Stöcker, fue un paso más allá: “Si en las grandes ciudades el proletariado industrial ha sido oprimido por el capitalismo y el «judaísmo», ¿no es el deber de la realeza prusiana así como de la iglesia protestante acudir en ayuda de esta pobre gente, para satisfacer sus justificadas demandas y así sustraerlos de la agitación socialdemócrata, enemiga del estado?”

Mientras Bismarck, aliado con los liberales, estaba en la más feroz batalla con el Zentrum, fue atacado por detrás por el núcleo de la vieja nobleza prusiana y los pastores protestantes. La oposición conservadora a Bismarck era la expresión de la estrechez de miras. La nobleza prusiana no quería ver lo que debía a la obra de Bismarck como tampoco veía que su posición de poder sin precedentes dentro de la nación alemana solo podía mantenerse, si es que se mantenía, a través de los métodos de Bismarck. El ataque de los conservadores era el más peligroso que se podía imaginar para Bismarck (7). Porque con la continua y sistemática hostilidad del elemento conservador, la rama en la que se sentaba Bismarck fue cortada. Guillermo I se mantuvo firme en Bismarck, a pesar de todos los ataques del «Kreuzzeitung» (IV). Pero, ¿podría el rey de Prusia gobernar a largo plazo contra todas las fuerzas monárquicas y militares que existían en Prusia? Si la lucha de Bismarck y el rey de Prusia contra el Zentrum y los conservadores se convertía en un elemento permanente, esto llevaría al parlamentarismo y a la toma del poder por parte de la burguesía liberal, es decir, a una venganza retrospectiva del partido que había sido derrotado durante el conflicto. A pesar de los tratados de paz externos que vinieron después, Bismarck nunca recuperó la confianza de los conservadores prusianos. El grupo por el que Bismarck fue derrocado en 1890 fue el de los conservadores y socialistas cristianos de la línea de Stöcker. Aquí se obtiene una visión de la insostenibilidad interna del imperio de Bismarck. Si la nobleza militar prusiana no confiaba en un Bismarck que aprobaba las más modestas concesiones a los liberales burgueses, ¿que sería del Reich alemán? La nobleza prusiana siguió siendo un cuerpo extraño en la vida política de Alemania, cuya supremacía tuvo que derrumbarse al primer impulso serio.

Los liberales reconocieron naturalmente el aprieto en el que había caído Bismarck como resultado de la Kulturkampf y trataron de explotarlo. Exigieron concesiones que habrían dado lugar a un ministerio liberal en el Parlamento en Prusia y en el Reich (8). Bismarck tuvo que decidir. Como era de esperar, se decidió en contra del sistema parlamentario y en contra de un gobierno de la burguesía. Pero Bismarck estaba lejos de la mezquina autocomplacencia de sus epígonos, que encontraban todo en orden mientras la Guardia prusiana estuviera en Berlín y Potsdam, y la gente en las calles obedeciera a los Schutzmann (V). Bismarck sabía que el Reich no podía existir sin la cooperación voluntaria y la aprobación de sectores decisivos del pueblo.

Bismarck había tratado anteriormente con los grupos políticos como la representación de las distintas clases del pueblo. Había luchado duramente con todos ellos, tanto con el Zentrum como con los conservadores y los liberales, y no había encontrado un apoyo constante y fiable en ninguna parte. Si eliminara a los políticos y se dirigiera directamente a los agricultores en lugar de a los editores del «Kreuzzeitung«, y a los fabricantes y artesanos en lugar de a los abogados y profesores liberales, tal vez se podrían obtener mejores resultados (1). Además, ¿no debería una política gubernamental sistemática orientada a la agricultura llevar también a los agricultores católicos del Zentrum a una nueva situación?

La fórmula con la que Bismarck se dirigió a las partes económicamente interesadas fue la política aduanera. Bismarck ofreció protección aduanera a la joven y prometedora industria alemana para que se afirmara contra la omnipotencia de sus competidores ingleses. Ofreció los derechos de aduana de la agricultura alemana como protección contra la inundación del mercado alemán con los productos agrícolas del este europeo. En la joven Alemania capitalista de 1879, la cuestión de los derechos de aduana era en efecto muy diferente de la de 1928, y Bismarck pudo presentar argumentos muy importantes para su política de aduanas de la época. Los políticos liberales se oponían a los derechos de aduana, en primer lugar por una adhesión mecánica a los modelos ingleses, y también porque la influencia comercial era más fuerte que la industrial. Entre los conservadores y el Zentrum, en cambio, la influencia agrícola era tan poderosa que Bismarck consiguió superar los estados de ánimo adversos: con los votos de estas dos tendencias contra los liberales, éste impulsó sus leyes aduaneras en el Reichstag.

La política de Bismarck después de 1879 condujo a un extraordinario fortalecimiento de los conservadores prusianos. Se transformaron de un grupo aristocrático cortesano en un amplio partido de intereses agrícolas. Poco a poco la influencia liberal en el campesinado desapareció. Solo ahora los distritos del este del Elba se estaban convirtiendo en firmes bastiones de los conservadores (9). En relación con esto, el parlamento de Prusia cambió su carácter. La abrumadora mayoría liberal del período de conflicto solo fue posible porque los agricultores, a menudo, siguieron el liderazgo de la intelectualidad urbana (2). Eso terminó: el agricultor eligió a sus representantes agrarios, es decir, conservadores en los círculos protestantes prusianos. La división electoral del parlamento prusiano prefería el campo a la ciudad. Esto era políticamente indiferente mientras el país y la ciudad siguieran generalmente la misma dirección política. Se volvió de suma importancia tan pronto como aparecieron diferentes opiniones en la ciudad y el campo. A partir de ahora, el partido agrario-conservador dominaba el parlamento prusiano (10), y la clase dirigente de Prusia tenía ahora los tres factores de la legislación en sus manos: la realeza, la cámara alta prusiana y el parlamento. Así, el Estado prusiano en todas sus partes se convirtió en el baluarte conservador contra las reivindicaciones de la burguesía y la clase obrera.

Incluso fuera de la vieja Prusia, la idea conservadora en su formulación agraria desarrolló un asombroso poder publicitario. Las masas campesinas protestantes de Hannover y Hesse-Nassau, pero también de todo el sur de Alemania, se separaron cada vez más de sus antiguos lazos políticos. Hasta 1918, en el Reichstag elegido por sufragio universal, igual y secreto, se sentaban representantes campesinos de Baviera, Württemberg, Baden e incluso Alsacia-Lorena entre los partidos de la nobleza feudal prusiana (11).

La política aduanera de Bismarck también llevó a una profunda transformación del Zentrum. Por supuesto, el acuerdo de paz entre el Reich alemán y la iglesia católica también contribuyó a esto. El peligro de que un bloque católico librara una guerra de revancha contra el Reich alemán fue eliminado, puesto que en Francia el partido clerical-monárquico había sido rechazado por los republicanos, y fue precisamente en esos años que Bismarck cerró la alianza con Austria, la que desde entonces constituyó la base de su política exterior. Así, la lucha entre Bismarck y el Zentrum se liberó de su carga política exterior. Como propósito secundario de la alianza con Austria, Bismarck buscó directamente la reconciliación de la vieja tendencia católica conservadora, llamada pan-alemana (Grossdeutschen) dentro del Reich alemán. La alianza de Alemania y Austria debía sustituir a la antigua Confederación alemana por la que Bismarck tanto había dado.

De hecho, Bismarck había conseguido que el Zentrum aceptara la existencia del Reich alemán tal y como era, que se contentara con proteger las instituciones federalistas y defender la iglesia católica según la constitución del Reich. La ofensiva del Zentrum se había convertido en una defensa leal. Hasta ahora la Kulturkampf terminó con una victoria para Bismarck, que ahora desmantelaba las leyes de guerra contra el catolicismo. Además, la mayoría agraria del Zentrum se convirtió en el colaborador de la política económica del gobierno.

Bajo las nuevas circunstancias, el Zentrum se convirtió en un factor político que, en algunos aspectos, no era nada incómodo para Bismarck. El Zentrum y la iglesia católica ayudaron a vincular políticamente a amplios estratos de la población urbana, especialmente proletaria, que de otra manera habrían estado en las filas de los socialdemócratas o los liberales de izquierda (12). La alta nobleza católica, que había hecho las paces con el nuevo Reich alemán, desempeñaba un papel importante en el grupo del Zentrum y tenía la inclinación natural de cooperar con los conservadores prusianos. Cualquiera que considerara los asuntos políticos solo según la conveniencia táctica del momento podría llegar a la conclusión de que una firme alianza parlamentaria entre los conservadores y el Zentrum aseguraría los cimientos del Reich alemán. Desde que los conservadores se habían transformado en el gran partido agrario protestante, que también recibía influencias de los estratos urbanos, leales, anticapitalistas y antisemitas, se conformó una mayoría bastante segura en el Reichstag por parte de los conservadores y del Zentrum.

Sin embargo, las exigencias del Zentrum fueron extremadamente modestas: el Zentrum no exigió ni la parlamentarización (Parlamentarisierung, el proceso de cambio de poder en los siglos XIX y XX de una monarquia absolutista a una democracia parlamentaria con poder legislativo y elecciones libres basadas en un sistema multipartidista. N d T) ni la reestructuración del antiguo sistema estatal prusiano. El Zentrum estaba satisfecho si a veces un católico activo en Prusia podía convertirse en administrador de distrito o juez. Las principales reivindicaciones del Zentrum, es decir, ninguna enmienda de la constitución en el sentido de una mayor centralización, ninguna lucha contra la Iglesia católica y una política social moderada en interés de los trabajadores cristianos, no contenían nada que fuera desagradable para el gobierno y los conservadores prusianos. Los conservadores siempre se inclinaron a preferir la alianza con el Zentrum a cualquier alianza con los liberales.

Bismarck, en cambio, se negó con absoluta obstinación a construir el Reich alemán sobre la coalición con el Zentrum (13). Bismarck se dijo a sí mismo que los católicos del oeste y del sur de Alemania eran tan buenos alemanes como los protestantes. Pero mientras que el agricultor de Pomerania y Prusia oriental estaba ligado al imperio Hohenzollern con todos sus intereses e inclinaciones, no sucedía lo mismo con el agricultor de la Alta Baviera y el minero cristiano de la zona del Ruhr. El votante del Zentrum era, en efecto, un sujeto completamente leal desde la paz entre el estado y la iglesia. Pero en una severa crisis de la política alemana también podía aceptar una forma diferente del Reich que la de 1871. Por eso Bismarck estaba dispuesto a mantener la paz con la iglesia católica y a cooperar con el Zentrum en el parlamento. Pero la existencia del Reich alemán y el funcionamiento de sus instituciones nunca podrían depender del Zentrum. El emperador tenía que ser capaz de gobernar sin y contra el Zentrum incluso en las crisis más graves.

Por otro lado, gobernar con el bloque conservador y el Zentrum significaba la eliminación de la burguesía. Sin la cooperación activa de las clases medias educadas y poseedoras, Bismarck consideraba el Reich alemán insostenible. Cuando la burguesía se mantuviera al margen de la oposición, el rey de Prusia quedaría aislado junto con la nobleza militar en cuanto la situación se volviera grave. Porque Bismarck estaba convencido de que la alianza con el Zentrum se rompería en la primera prueba severa de fuerza. El gobierno imperial tenía que ser capaz, si era necesario, de rechazar las demandas exageradas de los liberales y hacer lo necesario sin ellos. Pero un rechazo permanente del liberalismo burgués era impensable para Bismarck (1).

El objetivo de Bismarck era más bien afinar el perfil de un nuevo partido liberal leal a Bismarck, en lugar de los viejos partidos liberales en los que la idea de un gobierno parlamentario estaba firmemente asentada. Debía representar los intereses de la industria, promover las políticas colonial y aduanera y ser conservador en todos los asuntos constitucionales. Esta remodelación tuvo éxito en gran medida: en los años ochenta tuvo lugar la fundación de los nacional-liberales, que tenían poco más que el nombre en común con el Partido Nacional Liberal de 1871.

Es cierto que quedaba un remanente de oposición en la burguesía: los comerciantes, que no estaban interesados en la política aduanera, y los hombres que por principio rechazaban el carácter aristocrático militar del imperio alemán y mantenían la tradición del período de conflicto. Este «partido del progreso» (Fortschrittspartei), dirigido por Eugen Richter, estaba en el campo de la burguesía liberal más o menos igual que el grupo de Stöcker dentro de los círculos sociales conservadores. Estas fueron las dos tendencias que trabajaron en contra de la coalición de Bismarck. Los partidarios de Stöcker querían alejar a los conservadores del bloque con los liberales, y Eugen Richter quería liberar a la burguesía del sometimiento al «Junker«. En Stöcker, como en Eugen Richter, Bismarck vio realmente las tendencias que perturbaban su trabajo desde dentro. El odio con el que Bismarck persiguió a los conservadores del Kreuzzeitung era tan amargo como su enemistad contra los progresistas en torno a Eugen Richter.

Es comprensible que ambos grupos de oponentes de Bismarck y sus respectivas fuerzas conservadora y liberal especularan sobre el tercer factor de la política alemana, el Zentrum. Entre los conservadores, fue la idea del bloque conservador-clerical la que se propuso como alternativa al sistema de Bismarck. Pero incluso la oposición liberal se acostumbró a votar con el Zentrum en el Reichstag. En la década de los años 80 la oposición a Bismarck en el Reichstag se concentró en torno a los nombres de Windthorst y Richter. ¿No debería ser posible establecer una cooperación positiva entre la burguesía liberal y el partido católico? Después de todo, en la Kulturkampf, el Zentrum había sentido la presión del sistema gobernante con demasiada fuerza. ¿No podría convertirse también al parlamentarismo? ¿No era también posible en Alemania tomar prestada la idea del ministerio de Gladstone (14), que se basaba en una alianza entre los liberales ingleses y los irlandeses católicos?

Un ministerio alemán como el de Gladstone también habría encontrado apoyo en ciertos círculos de la corte hostiles a Bismarck. Porque los oponentes de Bismarck en la corte tenían en parte simpatías liberales y en parte clericales. La idea del ministerio alemán Gladstone es históricamente muy interesante, porque aquí encontramos los primeros pasos de la combinación que más tarde llevó a la mayoría de la Resolución de Paz de 1917 y a la coalición de Weimar de 1919. Pero en la década de los años 80, las perspectivas de crear un nuevo sistema de gobierno alemán desde el frente de oposición socialdemocracia-Windthorst-Richter eran muy escasas. Es cierto que de 1881 a 1886 hubo una mayoría del Reichstag para la oposición. En el caso de un cambio en el trono, un ministerio que hubiera trabajado junto con esta mayoría del Reichstag (sin los socialdemócratas) era quizás concebible. Pero para desarrollar un nuevo sistema viable a partir de esto, la posición de poder de la nobleza militar en Prusia tendría que haber sido aplastada primero, y nadie se atrevió a hacerlo en ese momento.

Por eso, el Zentrum no se entusiasmó con tal combinación en ese momento, y aun así prefirió la asociación pacífica con los conservadores a tal acción revolucionaria. También en la burguesía, la voluntad política por el poder había estado declinando constantemente durante varias décadas. Lo que la burguesía alemana se había esforzado en vano con toda su fuerza intelectual y toda su voluntad de sacrificio entre 1848 y 1866, el rey de Prusia y Bismarck lo había conseguido con unos cuantos golpes importantes. Ahora, desde 1871, se puede ver cómo Bismarck, sin ser muy molestado por los políticos de partido, expandió el imperio alemán, cómo la posición internacional de Alemania aumentó de año en año sin una nueva guerra, cómo la curva económica se elevó y cómo las condiciones internas de Alemania se volvieron aparentemente bastante estables. Así, la gran mayoría de la burguesía, especialmente los círculos intelectuales y académicos, se acostumbraron a desconfiar de su propio juicio político. En vez de eso, confiaron en el gobierno de Berlín para hacer lo correcto.

Era cierto que Bismarck y Guillermo I, como personalidades políticas, significaron más y lograron más que Lasker y Eugen Richter. Pero esto se convirtió en el dogma de la infalibilidad prusiana y la misión histórica de Prusia. A partir de 1880 aproximadamente, la columna vertebral de la burguesía alemana se rompió. Pero la verdad histórica nos obliga a darnos cuenta de que este cambio no se produjo a través de la violencia y el miedo. La burguesía alemana estuvo bajo presión policial de 1815 a 1848, y aun así se mantuvo en la oposición y segura de sí misma. Después de 1871 la presión física del gobierno sobre la burguesía era mínima. ¿Qué importaban unos pocos juicios por ofensas al emperador y a Bismarck frente a las persecuciones de demagogos del Vormärz? (VI). Pero ahora había enfrente un tremendo logro político que, a pesar de algunos defectos, satisfacía las demandas nacionales de la burguesía alemana. Antes de este logro, la voluntad opositora de la burguesía se derrumbó. Fue este estado de ánimo el que dio a los nacional-liberales de Bismarck autoridad mucho más allá de los círculos de intereses industriales. Por eso la oposición de los progresistas era tan poco convincente. Por eso el ministerio alemán Gladstone bajo Bismarck fue solo un fantasma inexistente.

Pero esta actitud de la burguesía alemana hacia el gobierno imperial no era en absoluto una situación ideal para el Reich. La capitulación intelectual de la burguesía, que aún podía ser justificable para Bismarck y Guillermo I, se volvió absurda para Guillermo II y Bülow. En una crisis grave tal actitud llevaría a una mirada hipnótica hacia arriba, en busca de soluciones, y si el gobierno fallaba, la burguesía no haría nada por iniciativa propia. Después de 1890 Bismarck se horrorizó por la servidumbre general y la falta de oposición seria a Guillermo II, aparte de los socialdemócratas, que en principio eran hostiles al imperio de Bismarck. Aunque Bismarck debería haberse dicho a si mismo que este deplorable estado de cosas era consecuencia de la propia educación de la burguesía alemana.

Mientras tanto, en la política diaria todo iba como Bismarck quería. En las elecciones del Reichstag de 1887 el cartel (Kartell) de Bismarck de conservadores y nacional-liberales logró un gran éxito. Bismarck tenía ahora una devota mayoría en el parlamento prusiano así como en el Reichstag alemán. En el país tenía, además del gran movimiento conservador agrario, a los nacional-liberales burgueses leales al gobierno. La lucha contra el Zentrumhabía perdido su agudeza, y el grupo de Eugen Richter no era peligroso en esta situación. Pero quedaban otros dos peligros para el sistema de Bismarck: los conservadores radicales de la línea de Stöcker no se habían independizado del partido. No habían podido evitar que el partido conservador oficial participara en la política del cártel. Pero no se reconciliaron, y se convirtieron en una gran fuerza cuando Guillermo II entró en el gobierno durante la corte constituida en 1888. En segundo lugar, el movimiento obrero socialdemócrata, a pesar de todas las medidas represivas, desarrolló tal fuerza que puso en peligro todo el sistema de Bismarck. La lucha contra el grupo de Stöcker y contra los socialdemócratas condujo en interacción mutua a la caída de Bismarck.

El movimiento de clase independiente del proletariado alemán se extendió en los años setenta y ochenta proporcionalmente con el desarrollo ascendente de la industria alemana. En esa época, la socialdemocracia luchó primero contra la miserable situación económica de los trabajadores y al mismo tiempo desarrollaba el programa de la toma del poder político, la transformación de Alemania en una república obrera socialista. Dado el pequeño porcentaje de socialdemócratas entre la población alemana, el objetivo final estaba, por supuesto, muy lejos. Hasta 1887, la socialdemocracia en el Reichstag era apenas más fuerte que el Partido Nacional Polaco. Los socialdemócratas evitaron completamente los golpes violentos. Realizaron su propaganda en el marco de la ley. La socialdemocracia no tuvo nada que ver con los dos atentados de Guillermo I en 1878. Los modelos para estos ataques fueron proporcionados por las acciones de anarquistas activos y social-revolucionarios rusos. Sin embargo, Bismarck utilizó el ambiente creado por los atentados para poner al movimiento socialista bajo una ley excepcional.

Bismarck no podía aprovecharse en su imperio de un movimiento de oposición de la clase trabajadora. Bismarck no tenía ninguna sensibilidad para las demandas sociales de los trabajadores. Ni siquiera los esfuerzos para asegurar el descanso dominical y restringir el trabajo infantil en la industria recibieron su aprobación (15). Aunque los inicios de la legislación de la política social alemana cayeron dentro de su período de gobierno, seguía siendo escéptico sobre el valor y la importancia de tales medidas. Bismarck se inclinaba aún menos por cualquier intento de conceder a los trabajadores un campo de actividad política en el Reich alemán. La estructura del Reich de Bismarck simplemente no permitía otra cosa que la opresión política de la clase obrera. En el sistema de Bismarck, ni siquiera la cuestión de la cooperación política de la burguesía estaba resuelta. Si ni siquiera la burguesía propietaria podía participar en el gobierno, ¿cómo se iban a tener en cuenta las demandas políticas de los trabajadores?

Además, una política que hiciera concesiones a las demandas de los trabajadores a gran escala significaba una lucha contra la industria, y Bismarck no estaba en absoluto dispuesto a librar tal lucha. Después de todo, los industriales iban a ser la fuerza central de Bismarck dentro de la burguesía. El Partido Nacional Liberal utilizó su influencia. Para Bismarck, rechazar la industria significaba rechazar a la burguesía. Vio en ello la sustitución de su probado equilibrio de fuerzas social cristiano de Stöcker. Para Bismarck, el resentimiento de la clase obrera era el mal menor comparado con la amargura de la burguesía: sin la burguesía, el Reich alemán no podría mantenerse. Por otra parte, Bismarck consideraba absolutamente posible aplastar el movimiento político obrero por la fuerza.

Bismarck consideraba sólo un orden estatal razonable y duradero, en el que las clases propietarias, reunidas en torno a la monarquía, poseyeran el poder. Por otro lado, el dominio de las masas pobres y desposeídas conducía al caos y a la desintegración. Tal «democracia pura» tendría como consecuencia necesaria la tiranía militar del individuo. Es tarea de un razonable arte de gobernar ahorrar a la sociedad europea de tal situación (16). Los puntos de vista de Bismarck sobre la política estatal muestran una sorprendente similitud con las teorías del príncipe Metternich. Solo Metternich era mucho más sistemático que Bismarck y por lo tanto mucho más rígido en sus métodos. Bismarck temía que los acontecimientos de la Comuna de París de 1871 se repitieran en Alemania. En 1871 había formado un frente unido contra la Comuna con el gobierno republicano burgués de Francia y había instado y alentado a los gobernantes franceses a suprimir violentamente a los trabajadores parisinos por todos los medios. Al igual que Metternich, Bismarck consideró apropiado que los gobiernos europeos mostraran solidaridad internacional contra el «peligro rojo», aunque nunca se dejó tentar por este estado de ánimo.

Para Bismarck, los dos atentados contra Guillermo I eran la prueba de que una situación como en la Comuna de París también podía madurar en Alemania. Por lo tanto, atacó al partido que había declarado su solidaridad con la Comuna de París, la socialdemocracia. La Ley Socialista de Bismarck trajo la peor desgracia a cientos de trabajadores y sus familias. Las asociaciones y la prensa de los socialdemócratas alemanes fueron eliminadas. Sin embargo, la ley no cumplió su propósito: no anuló los mandatos de los miembros socialdemócratas del Reichstag, y no impidió la agitación en la campaña electoral del partido socialdemócrata. Así, incluso sin asociaciones y periódicos socialistas formales, el partido socialdemócrata seguía existiendo en las fábricas, gracias a la cohesión personal de los trabajadores, y cada tres años en las elecciones del Reichstag el partido reaparecía en público. Por más que la Ley Socialista golpeara a muchos individuos, fue, en general, mucho más acoso que represión.

Incluso durante el período de persecución de 1878 a 1890, la socialdemocracia se abstuvo estrictamente de actos de violencia. Además, como su crecimiento se mantuvo dentro de límites moderados, Bismarck no consideró necesario intensificar la lucha contra los socialdemócratas durante tanto tiempo. No fue hasta las elecciones del Reichstag de 1890 que se creó una nueva situación: el número de votos socialistas aumentó con una sacudida de tres cuartos de millón a un millón y medio. Esto sacudió los cimientos del sistema de Bismarck. Al movimiento del millón del Zentrum, que Bismarck aún consideraba hostil a su sistema, se le unió ahora el ejército del millón de los socialdemócratas. Si se añade a esto los grupos de oposición de los polacos, los Welf, los alsacianos y los daneses, el cuarenta por ciento de la población se había declarado en contra del imperio de Bismarck en medio de la paz, con la excelente política exterior y la situación económica del imperio ¿Qué iba a pasar con una crisis grave? La creación del Reich en 1871 se puso así en tela de juicio, y comenzó una lucha a vida o muerte (17).

Desde el punto de vista de Bismarck, tal evaluación de la situación de 1890 era bastante lógica y consistente: el imperio de 1871 tenía que aplastar el movimiento obrero político o tenía que perecer. Una tercera posibilidad no existía. Porque en cada intento de compromiso, la burguesía era la primera en tomar el control, lo que llevó a la devaluación de la constitución de 1871. Por supuesto, los métodos socialcristianos de Stöcker tampoco pudieron resolver la cuestión de los trabajadores en Alemania. Bismarck tenía mucha razón en esto: el proletariado con conciencia de clase socialista no podía transformarse en leal seguidor del sistema estatal prusiano por medio de versículos bíblicos y unas pocas leyes sociales. Y los trabajadores del Zentrum eran básicamente tan ajenos al sistema gobernante de Prusia-Alemania como los socialdemócratas. Quien considere seriamente en la situación de 1890 con todas sus consecuencias, habrá comprendido la necesidad histórica de la revolución de 1918.

Lo que Bismarck habría hecho en detalle contra los socialdemócratas, si hubiera permanecido en el cargo después de 1890, ya no se puede figurar hoy en día. Podría haber endurecido la Ley Socialista para anular los votos y los escaños socialdemócratas (18). Llegar a un levantamiento violento de la clase obrera habría sido difícil incluso después de semejante agresión por parte del gobierno. Durante unos años el Bismarck podría haberse impuesto. Habría expulsado a los socialdemócratas de la actividad política pública y, al eliminar al grupo socialdemócrata, habría privado al Zentrum de su posición decisiva en el Reichstag. A largo plazo, sin embargo, esto habría creado la atmósfera del zarismo ruso en Alemania y acelerar la revolución.

Dado el estado inacabado de la política interna de Alemania y los graves peligros que amenazaban al Reich desde dentro, Bismarck consideró que una política de paz incondicional después de 1871 era prácticamente un dogma. Bismarck no deseaba conquistar el continente europeo después de 1871. Consideraba que la anexión de más territorios de lengua extranjera era perjudicial. La unificación de la Austria alemana con Alemania habría reforzado la minoría católica del imperio hasta tal punto que el equilibrio que quería Bismarck se habría visto sacudido. Bismarck no era reacio a las adquisiciones coloniales de ultramar. Logró hacer adquisiciones coloniales a gran escala sin guerra con una gran potencia europea. De esta manera Alemania encontró la resistencia de Inglaterra. Pero Bismarck opinaba que Inglaterra podía ser empujada y obligada a hacer concesiones en territorio de ultramar si se enfrentaba a un frente unido en el continente europeo.

Para tales enfrentamientos con Inglaterra, Bismarck necesitaba la ayuda de Francia, incluso una Francia fuerte (19). Bismarck consideraba que un mayor debilitamiento de Francia más allá del de 1871 era perjudicial para los intereses alemanes. Hay que reconocer que escoger entre Francia e Inglaterra tuvo que hacerse con cautela. Bismarck no creía que Francia aceptara la pérdida de Alsacia-Lorena a corto plazo. Si Alemania fuera a la guerra con otra gran potencia, era de esperar sin más que Francia participara en la guerra contra Alemania. Bismarck nunca dejó que el conflicto colonial con Inglaterra llegara tan lejos como para que hubiera peligro de ruptura. Aunque Francia no se uniera a la acción diplomática de Alemania contra Inglaterra hasta que surgiera la crisis, era de esperar que Francia se volviera repentinamente al otro lado.

¡Qué cauteloso era Bismarck en asuntos coloniales y de ultramar, incluso cuando operaba contra Inglaterra junto con Francia y Rusia! Bismarck habría considerado una locura llevar a cabo una acción colonial de Alemania contra la voluntad de Inglaterra y Francia. Sin entregarse a falsas ilusiones sobre el estado de ánimo de la burguesía francesa, Bismarck hizo todo lo posible para mejorar las relaciones franco-alemanas. No apoyó de ninguna manera los planes de un golpe de estado monárquico en Francia. Porque aún consideraba que la república burguesa de París era más pacífica que una monarquía clerical o una dictadura bonapartista. Bismarck promovió todos los deseos de política exterior del gobierno francés en la medida de lo posible, y especialmente en el campo colonial. Cuanto más se involucraba Francia en Marruecos (20) y en China, más se distraía de Alsacia-Lorena y de la venganza.

Además de Francia, los posibles enemigos de Alemania eran Rusia y Austria-Hungría. Según Bismarck, la principal tarea de la política alemana era evitar que Alemania entrara aislada en una guerra con varias grandes potencias. El Reich alemán era militarmente capaz de enfrentarse a un solo enemigo. Pero una guerra con dos o más grandes potencias provocaría una situación desesperada. La orientación natural de la política exterior de Bismarck fue originalmente el entendimiento con Rusia. Esta fue la continuación de la tradición prusiana antes de 1871. Solo gracias a la amistad rusa, Prusia pudo hacer guerras con Austria y Francia. No había diferencias políticas serias entre el Reich alemán y Rusia. A esto se sumó la coincidencia de intereses monárquico-conservadores y la oposición a la tendencia católico-polaca. En alianza con Rusia, Alemania podría esperar tranquilamente una combinación de revancha entre Francia y Austria. Pero si Austria prefería poner fin a los acontecimientos de 1866 y unirse al bloque conservador Alemania-Rusia, entonces tal alianza de tres emperadores sería la mejor garantía de paz que Bismarck podía desear.

Mientras tanto, las experiencias de 1875/79 obligaron al Bismarck a reducir en gran medida su confianza en el apoyo ruso. La política rusa, dirigida por el príncipe Gorchakov, reconoció el aprieto en el que se encontraba el Reich alemán. El príncipe Gorchakov exigió el apoyo incondicional de Bismarck a la política rusa de conquista en oriente hasta el riesgo de una guerra con Austria e Inglaterra. Pero si Alemania se negaba a participar en tal aventura, Rusia amenazaba abiertamente con atacar a Alemania en alianza con Francia, y quizás incluso con Austria e Inglaterra. Porque en ese momento Rusia podía lograr sus planes tradicionales para oriente de dos maneras: mediante una guerra directa contra sus rivales orientales, con Alemania cubriéndole las espaldas, o como líder de una victoriosa coalición europea contra Alemania. En este último caso, Rusia, como árbitro de Europa, podría dibujar las fronteras de los Balcanes a voluntad. Los primeros comienzos de la combinación de la Entente se remontan a la década de 1870, cuando por un lado Gorchakov buscó el contacto con Francia y por otro Gladstone estaba dispuesto a resolver la cuestión oriental junto con Rusia.

Para superar la peligrosa dependencia de Rusia, Bismarck hizo de la alianza con Austria la base de su política desde 1879. Pero Bismarck tuvo cuidado de no cortar el cable con Rusia. Después de un corto período de descontento entre Berlín y Petersburgo, complementó la alianza con Austria con el tratado de confianza mutua con Rusia. Mientras Bismarck estuvo en el cargo, logró mantener el tratado con Rusia. El sistema de dos tratados tenía un significado simple: Alemania no toleraría un ataque de Rusia contra Austria, pero se mantendría neutral en caso de un ataque de Austria contra Rusia. A cambio, Rusia se comprometía a no atacar a Alemania (21).

Bismarck conservó la amistad de Rusia a pesar de algunos incidentes y disturbios al no dañar nunca un serio interés material de Rusia. Las pretensiones de Rusia de supremacía sobre Bulgaria y sobre los Dardanelos siempre encontraron apoyo en Bismarck. Fue culpa de ellos que los estadistas rusos acabaran con su autoridad sobre Bulgaria durante el reinado del príncipe Alexander Battenberg y que no hicieran ningún progreso en la cuestión de los Dardanelos. Por lo tanto, no podían hacer ninguna acusación contra Bismarck. Éste nunca concibió la alianza germano-austríaca de tal manera que Austria tuviera vía libre en los Balcanes. Austria podía emprender aventuras en Serbia y Bulgaria solo a su propio riesgo, sin ninguna esperanza de recibir asistencia militar alemana en el proceso (22). Bismarck nunca consideró una política alemana activa en Turquía.

El deseo de Italia de alinearse junto a Alemania y Austria fue cumplido por Bismarck. Italia buscó apoyo para su política mediterránea contra Francia. A este respecto, Bismarck se aseguró de que Alemania no se opusiera innecesariamente a los intereses mediterráneos de Francia a través de la Triple Alianza. Pero la facilidad y habilidad con la que Bismarck dominó su sistema de política exterior no puede ocultar la complejidad del conjunto de la situación. Las maniobras entre Austria y Rusia y luego entre Francia e Inglaterra requerían una experiencia y habilidad de la que no disponían los sucesores de Bismarck. A pesar de todos los conflictos individuales, Bismarck logró, después de 1871, despertar una extraordinaria confianza en el altruismo y la paz de la política exterior alemana. Disfrutó de esta confianza no solo en Viena y Roma, sino en gran medida en la corte del zar, en Londres e incluso en París. Solo una política exterior pacífica y segura permitió a Bismarck resolver los conflictos internos de Alemania de 1871 a 1890 de la manera que quería y dar a las condiciones alemanas una apariencia de estabilidad.

NOTAS:

  1. La razón de fondo sociológica de Bismarck no puede estar más claramente expresada: Gedanken und Erinnerungen II (1898) p. 59: «El mayor nivel de sensatez de las clases más inteligentes puede, después de todo, tener la base material de la preservación de la propiedad: … pero para la seguridad y la consolidación del estado, el predominio de los que representan la propiedad es más provechoso … Toda gran comunidad estatal en la que se pierda la influencia cautelosa y moderadora originada en la propiedad material o la inteligencia, caerá siempre a una velocidad similar a la del desarrollo de la primera revolución francesa, estrellando el tren del Estado”. En Múnich el 25 de junio de 1892, Bismarck dijo: «Si tengo el reconocimiento de la juventud y el reconocimiento de la ciudadanía educada entre mis compatriotas, entonces estoy seguro que solo aspiro a mi vida privada”. Cf. el discurso de Bismarck del 8 de abril de 1895 en Friedrichsruh: «Los éxitos del desarrollo nacional de cada país se basan principalmente en la minoría de los educados que el país contiene… El descontento de las masas dependientes puede causar una enfermedad aguda para la cual tenemos remedios; el descontento de la minoría educada causa una enfermedad crónica cuyo diagnóstico es difícil y cuya cura es larga. Y por eso pongo el énfasis en la educación y la actitud de las clases educadas de todos los países”. Bismarck sobre la necesaria interacción entre la agricultura, la industria y el comercio: discurso del 9 de julio de 1893 en Friedrichsruh, cf. también el discurso del 9 de junio de 1895 allí. Según Bismarck, la expresión política de partido para la combinación de estas fuerzas que apoyan al Reich es el cártel conservador-liberal, véase el discurso de Kissingen del 24 de julio de 1892 y el discurso del 14 de abril de 1891 en Friedrichsruh.
  2. Las corrientes políticas en Prusia durante el período del conflicto se pueden ver en una estadística muy interesante de las elecciones estatales del 20 de octubre de 1863, impresa en el «Zeitschrift des kgl. preußischen statistischen Bureaus» (Publicación de la Oficina de Estadística Real Prusiana) 1867 p. 240. Se votó en todo el país (en miles): para los liberales 536, para los conservadores 336, para los polacos 132, para el Partido Católico 23, por determinar 72, en total 1.099.000. Las estadísticas de los partidos fueron extremadamente difíciles con el complicado sistema de votación de tres clases. Así se explica el gran número de votos que aparecen en las estadísticas como «indeterminados». Está claro que en esa época los liberales tenían la mayoría absoluta en Prusia. Las estadísticas electorales separan los resultados en distritos urbanos y rurales. En las ciudades, los liberales tienen fuertes mayorías en todas partes, excepto en la provincia de Poznan, donde predomina el partido polaco. Particularmente interesantes son los resultados electorales en el campo: en Prusia oriental y occidental, en el campo, como porcentaje del número de votos emitidos: los conservadores recibieron el 30 por ciento, los liberales 37, los polacos 23, indeterminado 10. En Brandemburgo, los conservadores recibieron el 54 por ciento, los liberales 43, indeterminado 3. En Pomerania los conservadores recibieron el 61 por ciento, los liberales el 33, indeterminado el 6. También se obtuvieron mayorías liberales en el campo en las provincias de Sajonia y Westfalia; una mayoría conservadora en Silesia, una mayoría polaca en Poznan. Los tres departamentos mostraron aproximadamente el mismo panorama político en ese momento. Los considerables éxitos de los liberales en el campo, por ejemplo en Prusia oriental, demuestran que en esa época una gran parte de los campesinos estaban efectivamente en la oposición. Los resultados electorales de los distritos rurales de la provincia del Rin son sorprendentes: liberales 60 por ciento, Partido Católico 8 (!), Conservadores 20, indeterminados 12. El campesinado católico de la provincia del Rin se oponía, pues, necesariamente al gobierno prusiano. Una disputa político-eclesiástica no existía en ese momento. Así que los campesinos católicos eligieron al candidato del que esperaban una mayor oposición al sistema prusiano. En ese momento, ese era el liberal, no el clerical. Después de 1871 la imagen cambia. Mientras tanto, los liberales se habían convertido en pro-prusianos y anti-iglesia. Ahora el campesino católico de Renania votaba sólo al Zentrum.
  3. Gedanken und Erinnerungen III 16: «La oposición en el parlamento ganaría una fuerza completamente diferente si la anterior unidad del Bundesratdejara de existir y Baviera y Sajonia hicieran causa común con Richter y Windthorst”.
  4. Sobre la lucha de clases en la Alta Silesia véase el discurso de Bismark en el parlamento prusiano del 9 de febrero de 1872.
  5. Gedanken und Erinnerungen II 169: «Si después de la Paz de Frankfurt un partido católico, ya sea monárquico o republicano, hubiera permanecido al timón en Francia, difícilmente se hubiera podido posponer la reanudación de la guerra tanto tiempo como ha terminado sucediendo. Era entonces de temer que las dos potencias vecinas contra las que luchábamos, Austria y Francia, en el terreno de la catolicidad común, se acercaran y nos confrontaran, y el hecho de que, en Alemania así como en Italia, no faltaran elementos cuyo sentimiento confesional fuera más fuerte que el nacional habría servido para fortalecer y alentar tal alianza católica”.
  6. Bismarck en la Cámara de Representantes de Prusia el 31 de enero de 1872: «Necesitamos una mayoría para completar la dirección en la que dirigimos el gobierno del estado, siempre y cuando se gobierne constitucionalmente. Ya mencioné ayer que no encontraríamos esa mayoría si quisiéramos seguir los caminos que nos recomiendan estos caballeros» (se refiere a los delegados del Zentrum). Cf. también el discurso en el Parlamento prusiano del 9 de febrero de 1872.
  7. Bismarck contra los conservadores, contra Stöcker y la «Kreuzzeitung«: Gedanken und Erinnerungen II 153. 156; III (1919) 19 y 22.
  8. La ruptura de Bismarck con los liberales: Debate fundamental, Gedanken und Erinnerungen II 180f.
  9. Como ejemplo de la decadencia del liberalismo en el mundo rural, pueden citarse algunos distritos electorales de Prusia oriental. Durante el período de conflicto, los liberales de Prusia oriental tenían la mayoría en las zonas rurales. En las elecciones del Reichstag, por ejemplo, el distrito de Ragnit-Pillkallen de 1871-78 tenía una representación liberal. En las elecciones del Reichstag de 1903 los conservadores obtuvieron allí 11.000 votos, los liberales 1.200. El distrito de Stallupönen votó a los liberales de 1874 a 1877. En las elecciones de 1903, los conservadores obtuvieron 12.000 votos, los liberales 1300. El distrito de Lötzen-Angerburgo fue liberal de 1874 a 1877. En 1903 los conservadores recibieron 9000 votos, los liberales 700. El distrito de Sensburg-Ortelsburg votó a los liberales 1871-1875, 1877 a 1878, 1881-1884. En 1903 los conservadores recibieron 11600 votos, los liberales 1100.
  10. En 1913, 202 conservadores se sentaron en el parlamento estatal prusiano. 73 liberales nacionales, 40 librepensadores. El Zentrum tenía 103, los socialdemócratas 10, los polacos, los daneses y los lituanos juntos 15 diputados.
  11. En las elecciones del Reichstag de 1903, los conservadores o grupos cercanos a ellos fueron elegidos en los siguientes distritos electorales del sur de Alemania: En la circunscripción del Palatinado de Homburg-Kusel un representante de la Federación de Agricultores, en Ansbach un conservador, en Dinkelsbühl (Franconia) un conservador. En Rothenburg o. d. Tauber una unión de granjeros protestantes. En Heilbronn un conservador. En los dos distritos de Wurtemberg, Backnang y Gerabronn, un representante de la Unión de Agricultores cada uno. En la circunscripción alsaciana de Zabern, el Partido del Reich Alemán ganó. – De las provincias de Nueva Prusia, Hesse-Nassau eligió 5 representantes de la derecha en 1903. En Hannover y Schleswig-Holstein los conservadores recibieron solo un mandato cada uno en 1903. Pero tenían minorías considerables en la mayoría de los otros círculos de estas dos provincias. En las elecciones al parlamento prusiano, que dieron la ventaja al campesinado propietario, los conservadores tuvieron allí un éxito mucho mayor: en las elecciones a los parlamentos regionales de 1913, Hannover eligió 18 conservadores de 36 diputados y Schleswig-Holstein eligió 11 conservadores de 19 diputados.
  12. Cf. el discurso de Bismarck en el Reichstag el 3 de diciembre de 1884.
  13. El discurso de Bismarck en Jena el 31 de julio de 1892: «Considero que el Zentrum se opone al Reich, en su tendencia, aunque no en todos sus miembros. Hay muchos buenos alemanes entre ellos, pero la tendencia principal es tal que considero que es un peligro para el Reich. Si el gobierno toma a sus asesores autorizados de la dirección del Zentrum e intensifica su tendencia a complacer al Zentrum, una tendencia que no puede durar, es una desgracia para la Patria”. Bismarck contra un bloque conservador con elZentrum: Discurso en el Reichstag el 3 de diciembre de 1884.
  14. El «Ministerio alemán Gladstone»: Gedanken und Erinnerungen II p. 134, 188, 197.
  15. Gedanken und Erinnerungen III p. 51: «Era contrario a mi convicción y experiencia intervenir tan profundamente en la independencia del trabajador, en su vida laboral y en sus derechos como cabeza de familia, como, por una prohibición administrativa, este no pudiera utilizar su fuerza laboral a su propia discreción. No creo que el trabajador esté agradecido de que se le prohíba ganar dinero en los días y horas en que se sienta inclinado a hacerlo… Cuando pregunté personalmente a los trabajadores sobre la prohibición del trabajo en domingo, solo les preocupaba la seguridad de que el salario semanal de seis días de trabajo sería tan alto como anteriormente el de siete. Los padres de no adultos afectados por la exclusión no estaban de acuerdo con la prohibición o la restricción del trabajo de los mismos, y entre los no adultos solo había personas de estilo de vida cuestionable”.
  16. Sobre el ciclo de las constituciones ver Bismarck, Gedanken und Erinnerungen II p. 60.
  17. En las elecciones del Reichstag de 1887, se emitieron en su totalidad 7.541.000 votos válidos; el Zentrum recibió 1.516.000 y los socialdemócratas 763.000. En 1890, se emitieron 7.229.000, el Zentrum recibió 1.342.000 y los socialdemócratas 1.427.000.
  18. Bismarck no especifica en detalle en el 3er volumen de Gedanken und Erinnerungen las medidas que planeaba tomar contra los socialdemócratas. En la p. 57 habla de la necesidad de un endurecimiento de la Ley Socialista. Probablemente quería recurrir a disposiciones que ya había considerado en 1878 pero que no podía hacer cumplir en ese momento. Cf. la carta de Bismarck a Tiedemann del 15 de agosto de 1878, impresa en Gedanken und Erinnerungen II p. 190: «Además, para que la ley sea efectiva, no considero posible por el momento permitir a los ciudadanos que se demuestre legalmente que son socialistas el derecho de voto y la elegibilidad y el disfrute de los privilegios de los miembros del Reichstag”. Paralelamente, Bismarck planeó un cambio en la ley electoral del Reichstag reemplazando el voto secreto por uno público. Cf. Gedanken und Erinnerungen II p. 59 y Bergsträßer, Geschichte der politischen Parteien in Deutschland, 4ª ed. 1926, p. 85. Si Bismarck hubiera llevado a cabo todos estos proyectos, todo votante que hubiera votado públicamente a los socialdemócratas en las elecciones del Reichstag habría perdido su derecho a votar; ¡aparte de la invalidez de tales votos!
  19. Cf. «La gran política de los gabinetes europeos 1871-1914. Colección de actas diplomáticas del Ministerio de Asuntos Exteriores» VI 177. Bismarck al embajador von Schweinitz el 25 de febrero de 1887: «La continuidad de la existencia de Francia como gran potencia es tan necesaria para nosotros como para cualquier otra de las grandes potencias. Aunque sólo sea porque en ciertos casos requerimos de un contrapeso marítimo en el mar contra Inglaterra… Así, en la próxima guerra, si ganamos, Francia será conveniente tratarla con cuidado, como con Austria en 1866. Si hablé de otra manera en el Reichstag, fue para disuadir la guerra. Si esto último no tuviera éxito, ofreceríamos a Francia la paz en condiciones favorables después de la primera batalla ganada».
  20. «Die Grosse Politik«, etc. Vol. III p. 397. El Príncipe Hohenlohe, en ese momento jefe adjunto del Ministerio de Asuntos Exteriores, envía una carta al Ministerio Federal de Asuntos Exteriores el 6 de mayo de 1880 dirigida al conde Solms, enviado alemán en Madrid, con la siguiente instrucción relativa a la conferencia internacional sobre Marruecos que se celebrará en Madrid: «El canciller del Reich opina que sería conveniente que no nos situáramos en primer plano en las deliberaciones sobre esa cuestión, sino que, por razones de política general, fuéramos de la mano de la conferencia con Francia, que, debido a sus posesiones argelinas vecinas, tiene intereses legítimos que representar en Marruecos”.
  21. «Die Große Politik«, vol. VI, pág. 62. Nota del conde Rantzau tras el dictado de Bismarck del 20 de diciembre de 1887: «Nuestro sistema de tratados secretos contempla una compensación sobre el comportamiento pacífico en la medida en que permanecemos junto a Austria si Rusia rompe la paz, y según el tratado ruso permanecemos neutrales si Austria rompe la paz. Así que no podemos ni debemos prometer nada a los austriacos, ni despliegue, ni movilización, si ellos son los agresores”.
  22. «Die Große Politik» VI p. 57 Bismarck al Jefe del Gabinete Militar de Albedyll el 19 de diciembre de 1887: «La aspiración de Austria, o al menos de los estadistas y militares austríacos que quieren aprovechar la oportunidad de desplegar el ejército alemán para fines específicamente austríacos, incluso para aquellos en los que Alemania no tiene interés, conduce a la dilatación y a la postergación de nuestra alianza. No es posible que ofrezcamos nuestra mano en esto». El 27 de diciembre de 1887, Bismarck escribió al embajador príncipe Reuss («Die Große Politik» VI p. 66): «Nuestra entrada en la posible guerra está en principio condicionada por el ataque ruso a Austria. Una declaración de guerra o una movilización simultáneas, que se mencionan en el cuestionario militar, no pueden por lo tanto ocurrir porque Austria, si casus foederis nos defiende, ya habrá sido atacada por Rusia y estará en guerra con ella». La situación en 1885, cuando Austria quiso entrar en Serbia durante la guerra entre Serbia y Bulgaria, es particularmente interesante con respecto a 1914. Si las tropas austriacas hubieran invadido Serbia en ese momento, se habría convertido en un grave conflicto con Rusia. En una carta al embajador alemán en Viena, el príncipe Reuss, de fecha 6 de diciembre de 1885, Bismarck señaló que, sobre la base del tratado del 18 de junio de 1881, Austria sólo podía entrar en Serbia con el consentimiento de Rusia. Bismarck continúa («Die Große Politik» V p. 26): «Pero si la ruptura con Rusia se produjera por la entrada de Austria en Serbia sin un acuerdo previo del tratado, no podríamos defender tal caso ante Alemania como motivo de una guerra germano-rusa”. Hay que tener en cuenta objetivamente las diferencias entre las situaciones de 1885 y 1914; y el hecho de que el tratado de 1881 ya no estaba en vigor en 1914. Sin embargo, esta carta de Bismarck da una indicación de cómo se habría comportado en una situación similar a la de julio de 1914.

Notas del traductor:

(I) La Kulturkampf es el nombre dado al conflicto que tuvo lugar de 1871 a 1878 entre Bismarck, con el apoyo de la burguesía liberal, y la iglesia católica y el Zentrum, el partido de los católicos alemanes.

(II) Por Muckertum se entiende aquella actitud humana que mezcla cobardía, hipocresía e idiotez.

(III) Paul Ludwig Adalbert Falk fue ministro de educación durante laKulturkampf y responsable de la legislación contra la iglesia católica.

(IV) El Kreuzzeitung (Diario de la Cruz), llamado así por ser su emblema una cruz de hierro, era como se conocía la Neue Zeitung Preussiche, el periódico representante de la Prusia conservadora fundado en 1848.

(V) Schutzmann es el nombre que se le daba coloquialmente a los policías de “a pie».

(VI) Vormärz es el nombre que recibe el período histórico comprendido entre el congreso de Viena de 1815 y la revolución alemana de 1848. Vormärz es una contracción de Vor- (antes de) y März (marzo). La revolución alemana de 1848 también es conocida como Revolución de Marzo.
 

(Tomado de Sin Permiso)

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