Miguel Najle
Desde la crisis de la burbuja inmobiliaria del año 2008, se ha hecho patente que el capitalismo estadounidense no ha logrado recuperarse, el ascenso del capitalismo Chino con la mayor base productiva del mundo, demuestra que a la larga es la producción sobre la que se asienta el capital financiero la que genera valor real, y no la mera especulación sin una base productiva fuerte. Sin embargo, y siendo un hecho que sobre la producción se asienta el capital financiero, los norteamericanos, a pesar de producir menos que los chinos, cuentan con toda la tradición financiera, una acumulación de capital mayor, con mayor número de corporaciones y con un complejo militar industrial muy superior al Chino, es decir, el capital financiero gringo tiene la oportunidad desplegarse como un brazo armado por el resto del mundo abriendo mercados a sus anchas, recordar los negocios de reconstrucción de Irak por ejemplo.
Sin embargo, la situación es compleja para el capital financiero Estadounidense, pues, se compone de un entrelazado de intereses contradictorios con los intereses nacionales que pueda tener el imperialismo Yankee. Es decir, la solución no debiese ser liquidar a China sino contraer su expansión económica y política, pues, de seguro, y, así es, la burguesía estadounidense está ligada a fondo con los príncipes del PC Chino. Esto es significativo, porque cualquier guerra económica, implicaría la contracción de la economía de ambas potencias capitalistas por estar profundamente ligados por la mundialización del capital, lo que se traduciría en la baja en la compra de materias primas, como es el cuadro que está ocurriendo hoy en día en Chile (https://www.latercera.com/pulso/noticia/baja-del-cobre-caida-la-produccion-estrechan-excedentes-codelco/678068/).
A raíz de esto, una de las lecturas posibles que nace de la coyuntura capitalista, de la cual hacen eco los principales diarios burgueses es que derechamente el 2020 entraremos en una crisis económica y en recesión. Como señala Nouriel Roubini, economista estadounidense, que anticipó la crisis financiera de 2008, “el 2020 se desencadenará una nueva crisis financiera, que dará paso a una recesión de la economía” «La próxima crisis y recesión podría ser aún más severa y prolongada que la anterior», aseguró el profesor de la Universidad de Nueva York, dado que «a diferencia de 2008, cuando los gobiernos tenían las herramientas políticas necesarias para evitar una caída libre(https://www.emol.com/noticias/Economia/2018/09/21/921324/Crisis-economica-en-2020-Los-diversos-analisis-que-apuntan-a-una-recesion-global.html). Es decir, una crisis clásica que obedece a las dinámicas propias del capitalismo, pues, la especulación desmesurada, desregulada y sin base real del capital financiero, genera burbujas de aire en la economía capitalista, meras ilusiones que no tienen un sustento, ninguna creación de valor real, lo que genera a su vez, enfrentamientos constantes y la rapiña entre los capitalistas.
Inmersa en esta vorágine la burguesía chilena, que es una burguesía mercantil (no industrial), pues, vive del comercio (he ahí su vocación por los tratados de libre comercio), queda expuesta de manera especial a los vaivenes del mercado externo, y no solo eso, la economía chilena es dependiente de la exportación de materias primas, y ante una contracción de la economía de ambas potencias capitalistas (China y EEUU), necesariamente la historia nos estaría dedicando las más desastrosas consecuencias de una posible crisis económica para el año 2020, quizás no similar a lo sucedido el año 1929 (recordar que Chile junto a Alemania fueron los países más afectados por el crack del 29), pues, supuestamente la economía chilena se encuentra un poco más diversificada, aunque diversificada en la exportación de materias primas.
Esta es la crisis que huele el gobierno, cuya política consiste en anticiparse al escenario desencadenando un frenesí represivo, adelantándose a profundizar las políticas neoliberales (cabe destacar que el neoliberalismo es una forma extrema de extracción de plusvalor), ante la inminencia de una crisis del capitalismo es mejor tomar el toro por las astas y desarticular cualquier posibilidad de movilización social ahora ya, y por otro lado, asegurar la tasa de ganancia desahuciando aún más, a la clase trabajadora, no tranzar en temas AFPs, reforma laboral, aula segura y el control de identidad a menores, criminalizando el proceso de politización de los secundarios, ni menos dialogar con los profesores, ante todo pasar la motosierra posneoliberal de manera represiva al estilo de un suave shock económico, quizás similar al proceso Tatcher en Inglaterra.
Todo esto se junta con otro punto que incide de manera decisiva en el grito de alerta de la burguesía local, en la ofensiva del gobierno. Este punto es la rearticulación de los movimientos sociales, una regeneración del tejido social, y esto es impresionante, pues, después del exterminio de los principales cuadros políticos de la izquierda, de erradicar de las poblaciones a los hijos más adelantados del proletariado, de que la concertación desarticulara el movimiento que derroco a la dictadura, y de ser una verdadera planicie política el mundo de los trabajadores durante toda la transición posdictatorial, se abre una fisura el 2011 que empieza a carcomer la ilusión neoliberal (que más confrontacional para el modelo que pedir gratuidad). Esta fisura se ha ido abriendo, permitiendo lentamente que el pueblo avance en niveles de conciencia y organizativos, ese es el verdadero milagro, como la flor que florece en el desierto después de la aniquilación.
No hablamos, claramente, de puntos de inflexión dentro de la lucha de clases, sino un incipiente atrevimiento por parte del movimiento de los trabajadores, esto debe sorprender a la burguesía que debió haber proclamado el “fin de la historia” luego del exterminio de las organizaciones de izquierda y el afianzamiento del modelo neoliberal. Esta función preventiva es la que cumple la burguesía en la criminalización de la juventud, por ejemplo, cada generación debiese responder a mayores niveles de organización en un escenario represivo “normal”, ahora, la barba se debe dejar crecer al punto de que sea visible para rasurarla, pero mientras más crezca más difícil es afeitarla, por eso para la burguesía es importante pasarle la navaja al movimiento social antes de que sea demasiado tarde para afrontar una futura crisis.
Ante este escenario la burguesía se bifurca en dos tesis principales, la primera, la profundización del modelo[1], hablamos de un retroceso a los modelos más fieros de explotación, similares en la desregulación y ausencia de derechos de los trabajadores, a los modelos de explotación de los albores del capitalismo.
Ahora, la segunda carta que se reserva la burguesía, es cambiar el modelo productivo y desarrollar una mayor intervención Estatal en economía, tal como el rol que jugaron los gobiernos radicales del siglo pasado, ante una mayor contracción de la economía internacional la mayor intervención del Estado en el proceso productivo implica una inyección de recursos que eche a andar la economía, para lo cual sería necesario una reconversión y regeneración de la elite, así me explico la entrada al mundo político institucional del FA, respondería a esta función que le reserva la burguesía de sustituir el régimen de explotación por otro modelo de explotación, a modo de enfrentar la posible recesión. Este rol lo pueden desarrollar otras coaliciones políticas, sin más, Piñera anuncio un plan de obras para reactivar la economía, sin embargo, esta es la vocación de ser del FA.
Las ventajas que tendría un gobierno del Frente Amplio para la burguesía, sería que no tendría un costo represivo tan alto como la reformulación hacia un “neo-neoliberalismo”, pues, el costo de la represión consiste en el desarrollo de organizaciones enfocadas en la autodefensa del pueblo que constan con una memoria reciente de resistencia, es decir, el frente amplio jugaría en este papel un rol de conciliación de clases en el gobierno, un clima apto para los negocios, y quizás un mayor acercamiento al polo Chino.
Ante estas alternativas que ofrece la burguesía, en ambas, la clase trabajadora no verá incrementada sus condiciones de vida, ambas plantean estrategias de desmovilización a la larga y ninguna dará una salida real a los problemas del pueblo. La clave está en cuidar las organizaciones del pueblo, fortalecerlas, no dejarse llevar por los cantos de sirena del Frente Amplio (FA) y ser parte de un gobierno cuyo rol será desmovilizador, presionar a los sectores avanzados del FA, avanzar en la autodefensa de la clase y avanzar hacia la creación de un partido de los trabajadores que pueda enfrentar la represión y que luche por la política de la clase, es decir, ir creciendo en organización, enlazando a los sectores en lucha. Fortalecer a la clase debe ser el rol de estos tiempos, vencer la atomización individualista con formación socialista.
Ante todo, son buenos tiempos después de la catástrofe y del desierto que significaron estos últimos 40 años, se abre una fisura cada vez mayor por la cual entraremos los relegados de ayer al tiempo político, de todas manera el modelo neoliberal tal como lo concebimos entra en crisis, he ahí el desconcierto de un gobierno que queda sin respuesta política dentro del background neoliberal, se le antepone a Piñera hoy una incipiente oposición desde diversos colectivos, como los secundarios o los profesores, los movimientos como No+AFP o No+Zonas de sacrificio, además la paulatina organización de la clase obrera que intenta hacer política desde las bases , como el caso huelga portuaria del 2018. Pero hay que ser cuidadosos, esto exige de nosotros humildad y cautela, que sepamos ver cómo enfrentarnos a la contención gatopardista del neo-reformismo o a la represión directa que tendrán los gobiernos de aquí en adelante. Lo indispensable es unificarnos como izquierda revolucionaria sin paso a las mezquindades y en pos de una política real, es decir, hacer política seria y no ser un grupo que se refugia en la identidad de ser de izquierda.
[1]No creo que quepa hablar de profundización, pues, si el ala más fundamentalista en la aplicación del modelo neoliberal se extrema, me parece que más que hablar de profundización, hablamos de una reformulación aún más extrema del modelo de extracción de plusvalor, una especie de neo-neoliberalismo, desregulación similar a la época de los albores del capitalismo.
El autor integra el Equipo Editorial de El Porteño