por Gustavo Burgos
Durante lo corrido del mes de abril, primero Pablo Lorenzini de la DC, en medio de la discusión que desembocó en el apoyo a la idea de legislar sobre la Reforma Tributaria de Piñera; luego Juan Pablo Letelier, defendiendo el modelo de capitalización individual de las AFP y, finalmente, Jaime Tohá, del PS, para fundar su apoyo al TPP 11, han expresado pública y explícitamente su desprecio por la opinión popular, la ciudadanía, los trabajadores y las “barras bravas”.
Que las élites del régimen actúen de esta forma no constituye ninguna novedad. Llevan décadas justificando su obsecuente sumisión a los intereses de los grupos económicos y las transnacionales bajo esta premisa. Sin embargo, esto ha dado un salto, el desprecio manifestado por los parlamentarios por la mayoría movilizada, “la calle” y los movimientos sociales, se hace público y notorio, porque la agudización de los antagonismos de clase obligan a los defensores del orden establecido a salir a atacar a los trabajadores. Este ataque es un elemento nuevo en la situación política y plantea tareas a la izquierda revolucionaria impostergables.
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