A propósito de la UP: los movimientos de base y los partidos

por Miguel Silva

La historia de la «política» parlamentaria.

En el mes de julio del año 1920, hace más de cien años, el «padre» del socialismo chileno Luis Emilio Recabarren señaló sobre las elecciones parlamentarias:  

Si todos los federados al formar parte de la Federación (Central Sindical, la FOCH) se han propuesto realizar el hermoso programa de mejoramiento que tenemos ¿De qué manera se realizará más pronto? ¿Usando sólo nuestras fuerzas económicas con la huelga o usando estas fuerzas económicas junto con el voto político, hasta lograr tener mayoría parlamentaria, puesto que somos la mayoría electoral del país?” 

El centro de gravedad, por así decirlo, de los trabajadores organizados en esa época estaba en sus sindicatos y la FOCH, y ese movimiento crecía. A modo de ejemplo, en el año 1921 se fundaron 21 periódicos obreros, por lo tanto, Recabarren podía tener confianza que las ganas, la energía y el impulso de los trabajadores serían capaces de hacer contrapeso a esa telaraña pegajosa que es la burocracia, las costumbres y la corrupción parlamentaria. 

Pero luego ocurrió la masacre de los trabajadores salitreros en San Gregorio, en febrero del mismo año 1921, hecho apoyado por el recién elegido presidente popular Alessandri a quien llamaron el “León de Tarapacá”. Alessandri fue elegido con el apoyo alegre de una gran mayoría de los mismos trabajadores, incluso de los federados de la FOCH. 

A raíz de esta masacre, quizás, Recabarren cambió de tono y escribió: “Digo a los electores: ni voy a hacer leyes inútiles que violarán enseguida los capitalistas o leyes que perfeccionen el sistema de esclavitud. Voy al Congreso a criticar y combatir al régimen de la explotación burguesa contra la Nación, y a señalarle al pueblo desde la tribuna parlamentaria el camino más corto para que alcance su completa libertad y felicidad”. 

¿Qué tipo de partido construía Recabarren, entonces?

No era el tipo de partido parlamentario que conocemos hoy, porque su fuerza central estaba fuera del parlamento, en la FOCh. Era un partido cuya obra era ayudar en la preparación de una clase trabajadora digna de “tomar el lugar del capitalismo”.

Ese partido (POS y luego PC) tuvo que enfrentar la década de los 20′, muy turbulenta… un golpe por un sector de los militares, el suicidio de Recabarren, otro golpe por otro sector de militares y la instalación del general Ibáñez del Campo como dictador-presidente, gobierno que no aguantó el impacto de la crisis mundial de 1929 en adelante. Acto seguido, un grupo de renombre, en su mayoría masones, formaron una República Socialista que poco duró, se fundó el Partido Socialista y luego hubo peleas callejeras con las milicias fascistas que miraban con esperanza el futuro de Hitler en Alemania. 

Frente a eso, se armó una alianza, el «Frente Popular» que integraba a los flamantes “socialistas”, los comunistas, los masones y los agricultores liberales del sur. Iba a ser el contrapeso a la amenaza de los nazis criollos, en 1938 ganó las elecciones y formó un gobierno.

Fue durante los gobiernos del Frente Popular que se concretó de verdad la política parlamentaria popular y el tipo de partido que integra. Ese gobierno se consolidó usando el estado, construyendo la CORFO entre otras organizaciones, con el propósito de crear empresas y dirigir la economía. Los nuevos funcionarios estatales de CORFO y los parlamentarios del PS y PC se solidificaban en un grupo poderoso de partidos que dirigía también a los dirigentes nacionales del sindicalismo que era relativamente débil. En otras palabras, se consolidó un bloque de partidos parlamentarios y burocracias sindicales dedicados a concentrar sus fuerzas en la obra parlamentaria. En muchas situaciones, en vez de controlar las actividades de los parlamentarios, la dirigencia sindical estaba bajo el control de ellos. 

Es cierto que, en condiciones de debilidad, tener “amigos” en el congreso fue útil en la obra de levantar nuevas organizaciones sociales ya que sus leyes lograban hacer el trabajo de base más fácil. Sin embargo, los aliados parlamentarios muy a menudo cobraban un precio por su ayuda cuando ellos necesitaban calmar las aguas sociales con el fin de lograr negociaciones parlamentarias entre cuatro paredes. Por ejemplo, los partidos del Frente Popular exigían la postergación del sindicalismo en el campo, con el propósito de quedar bien con los terratenientes del Sur que formaban parte del Frente.

En fin, tras los años, los gobiernos del Frente Popular terminaron con el PS dividido en varios sectores y el PC ilegalizado tras la dictación de la «Ley Maldita» por parte de sus antiguos aliados. Y eso a pesar de haber pasado casi una década como fieles participantes parlamentarios en la alianza y consolidarse como partidos “parlamentarios”.

Una política alternativa al Parlamento.

Pero Chile cambiaba y el crecimiento en la industria nacional atraía cientos de miles de campesinos a las ciudades. Una generación de ellos y ellas se integraba en nuevos sindicatos, pero no habían adquirido las costumbres del sindicalismo burocratizado y formaron la base de la nueva central, la CUT, que nació en 1953. 

Mientras tanto, paso a paso el PS y PC se recuperaban como consecuencia de la fuerza del movimiento popular y plantearon un nuevo frente diseñado para unir sus partidos en un Frente Amplio del Pueblo, FRAP. Este frente sería una alternativa parlamentaria popular para enfrentar a la política del sindicalismo independiente de la CUT de Clotario. 

El presidente de la CUT fue Clotario Blest que no era para nada un amigo del aparato parlamentario, más bien creía que los trabajadores tenían que organizarse fuera de ese mundo y emanciparse solos y solas. Quería que un sindicalismo independiente y fuerte tomara el lugar del sindicalismo controlado por parlamentarios.

Cuando Clotario Blest  enfrentó el tipo de política propuesta (en su época) por la alianza del PS y el PC, y la Falange (luego la DC), dijo en su artículo “La CUT y los partidos políticos”, de 1957, que:  

“Somos demasiado “políticos” y muy poco “sindicalistas”. Tenemos la falsa idea de que sólo “políticamente” se solucionan los problemas de un país y no tenemos fe en las fuerzas y posibilidades de la clase trabajadora en cuanto a tal. Olvidamos muy a menudo que la única vanguardia de la clase trabajadora en sus luchas reivindicativas son sus fuerzas sindicales y su frente mancomunado de “clase”.” …  

“El juicio del gremio es un juicio de clase y no de partido: goza de la amplitud de aquél y repudia la estrechez de éste. La realidad de los problemas económicos modernos debe superar a las concepciones metafísicas partidistas.”  

En otras palabras, Clotario dijo que el juicio de las organizaciones base debe ser un juicio de clase y no de partido, porque los partidos han usado a las organizaciones sindicales como una carta más en el gran juego de la política parlamentaria. Es decir, los partidos “amigos” eran, y son, voceros de movimientos, pero no hay nada gratis en este mundo y los partidos cobran un precio por su contribución.

En fin, el FRAP ganó la competencia «política» con la CUT, Clotario renunció como presidente de la CUT y paso por paso nació la base de un nuevo movimiento, la UP. Los partidos populares ya eran mucho más grandes (por lo menos 300 mil militantes durante la UP) y parecía que el nuevo gobierno llevaría la lucha a dos canchas, lo popular y lo parlamentario.  

Pero mientras el gobierno de la UP imponía “límites” a su propio accionar con el propósito de no provocar la integración de la derecha dividida, nuevas organizaciones sociales de base florecieron y algo de la independencia que tanto transmitía Clotario, apareció en los movimientos sociales del Poder Popular.

En fin, la UP nació y creció creyendo que el Estado capitalista era «neutral» en la lucha de clases y en una forma u otra podría servir para crear un país socialista. Esto como consecuencia de la historia de sus partidos centrales y de la historia personal de sus dirigentes más conocidos. Pero ya sabemos que el parlamento es solamente una parte del estado y no puede derrotar sólo a las fuerzas de los militares, los jueces y los patrones. Necesita apoyo masivo e independiente en las luchas mancomunadas de millones de personas que NO creen en la neutralidad del Estado.

Otra vez crece la política parlamentaria

Luego de la dictadura, de a poco volvió a crecer la democracia parlamentaria, con la diferencia que los gobiernos de la Concertación no tenían acceso a un gran sector estatal de la economía, ni un aparato de funcionarios estatales ni una burocracia sindical tan poderosa como antes. Entonces, implementaron los cambios acordados con la dictadura, “dentro de lo posible”.

En fin, mientras los gobiernos del Frente Popular crearon una nueva base industrial y así nos cambiaron la vida, los gobiernos de la Concertación llegaron al poder en condiciones muy distintas y lograron convencer a la mayoría, por un tiempo, que la política parlamentaria podía y debía negociar hoy para beneficios a mediano plazo, pero dentro de lo posible, dentro de una economía integrada al sistema internacional durante la dictadura. 

El Frente Amplio nació como una alternativa a la Concertación – Nueva Mayoría que estaba perdiendo fuerza y base como consecuencia de décadas de promesas postergadas y del debilitamiento de la economía neoliberal a nivel global.

Claro, las cosas sí habían cambiado durante los gobiernos de la Concertación. Había menos «poblaciones callampas» y niños hambrientos que hace treinta años, pero también es cierto que los ricos eran más ricos gracias a los esfuerzos del trabajador y la trabajadora quienes laboraban, y laboran, en su jornada 3 horas para sus sueldos y 5 para las ganancias del patrón. 

Por su parte, el FA nació como «vocero» de los movimientos estudiantiles de 2008 y 2011 y de las protestas contra la contaminación y la violencia contra las mujeres, que eran un rechazo a la política de “dentro de lo posible”. Es decir, nació como un Frente de negociación parlamentaria y «reflejaba» a los movimientos. 

Pero la postergación de cambios reales grandes en la vida del pueblo terminó en el gran despertar de octubre de 2019. Cambió el país y mientras millones de personas aprendieron que vale la pena marchar, los dirigentes parlamentarios del FA poco participaban porque ya estaban muy integrados en el proceso de negociación parlamentaria. A los primeros diputados del FA les costó mucho ajustarse a la nueva situación del despertar porque el peso de la organización se centraba en el trabajo parlamentario y no está bajo el control de una estructura de disciplina extraparlamentaria. 

En todo caso, quedó claro que, para resistir la integración de los diputados en la maraña estatal, es preciso tener un movimiento popular fuerte extraparlamentario, pero los movimientos de base quedaron muy debilitados durante la crisis del  Covid de 2020-21.

La «política» parlamentaria con otros ojos.

Después de todo, los partidos no son nada más que organizaciones de personas que quieren trabajar para que los movimientos por los cambios sociales terminen con éxito. Pero esos cambios pueden ser de reforma o incluso reaccionarios. 

El camino que toma tal o cual partido depende no son solamente de los movimientos que quieren cambios y que dice representar, sino tambien de sus propios intereses y los de sectores, grupos o clases dentro de los movimientos.  

El PS y PPD (es decir la Socialdemocracia) y el PC han sido representantes de las burocracias sindicales dentro del movimiento sindical y de los funcionarios del estado, por ejemplo. Las burocracias, por su parte, han buscado apoyo de los partidos para avanzar con las leyes o negociar un mejor sueldo mínimo. En otras palabras, las centrales sindicales han sido integradas en los proyectos políticos parlamentarios como movimientos sociales “politizados”.  

Todos los partidos representan los intereses de “sus” bases, pero interpretan los intereses de sus bases a través de su propia ideología. Mejor dicho, su ideología nace de los intereses de las bases de los partidos, pero interpretan aquellos intereses en una forma especial, a través de su propia “óptica”. 

Ya hemos conversado que parte importante de la base de esos partidos ha sido dentro de los funcionarios del estado y burocracias sindicales que implementaron la política de la sustitución de las importaciones y el desarrollo nacional. Por su parte, la DC también ha tenido una parte de su base en las burocracias sindicales y los funcionarios del estado, pero también en el mundo del aparato de la justicia y en un sector de los capitalistas. Por lo tanto, la DC ha tenido que balancear entre los intereses de esas capas, grupos y sectores de clase.  

¿Cuál es la forma en que interpretan los intereses de sus bases los gobiernos de Bachelet y Boric? 

¿Cuál es la óptica, la ideología, que aplican a la historia de sus bases? 

Es una óptica que ha tenido dos vidas. 

Primera vida, la ideología de la intervención estatal o “keynesiana” en una economía privada-estatal y que se entiende mejor como un crecimiento económico con intervención estatal bajo una política parlamentaria, con luchas sociales bajo ciertos límites y algunos derechos sociales garantizados. Es una política “en nombre” del bienestar del pueblo. 

Segunda vida, la ideología del neoliberalismo, pero bajo control democrático donde Codelco todavía existe, aunque el sistema judicial y la constitución controlan las opciones disponibles para las empresas y las clases sociales del país y donde ellos, los partidos de reforma trabajan para mejorar los derechos sociales garantizados para los muy debilitados trabajadores y sus aliados, en una época de integración económica global. 


Durante la década de los 1960, “su” década, las exportaciones eran 12 % del PIB, pero cuando volvieron, en 1990, alcanzaron 35 %, el triple. Es más, durante las décadas de su ausencia, la economía crecía a 4% al año, pero las exportaciones crecían a 10% al año. Hoy día, enfrentan un mundo de cadenas de exportaciones, importaciones, producción y distribución. En fin, los neoliberales radicales no solamente habían construido una Constitución “blindada” para proteger su sistema, sino también toda una estructura económica que hacía imposible “volver atrás”.

Parecía que la antigua estrategia de sustitución de importaciones y desarrollo nacional ya no era una opción factible y los partidos de reforma crearon una nueva ideología, una nueva óptica, que interpreta a todos los cambios al sistema como cambios “dentro de lo posible”.  

Por lo tanto, parece que los partidos de la socialdemocracia, el PC y la DC son poco confiables y hasta mentirosos, que sirven a los intereses de sus propios “políticos” como agentes que negocian las condiciones de los cambios “dentro de lo posible”, o “derechos sociales garantizados dentro de los posible”. Parece, sí porque las fuerzas sociales fuera del parlamento han sido muy débiles.

Es una política en nombre de un desarrollo dentro de los límites de la economía integrada al capitalismo global en condiciones, hoy, bien estrechas a su crecimiento. Es decir, los partidos de “reforma” sirven a los intereses de sus “políticos” sino también de su “clientela”, los funcionarios estatales, la debilitada burocracia sindical y también a una cantidad importante de entidades privadas-públicas, las ONG, que son organizaciones privadas, pero casi-públicas, que implementan las medidas propuestas por los gobiernos de reforma.

Claro, un gobierno puede lograr la instalación de nuevos derechos sociales con –o sin – la integración de los mismos movimientos sociales que piden esos cambios. O, mejor dicho, un gobierno del PC/FA puede integrar los movimientos sociales para dar más fuerza a los cambios, o para convencerlos de “calmar las aguas” y no crear problemas para el proyecto de desarrollo nacional. 

Ese proyecto enfrenta una economía que entró en un largo período de estancamiento desde 2014; sus cifras de crecimiento son 8% al año en la época 1987 a 1997, 6% en la década antes de la crisis (2000-2009) y 3,3% en la década después de la crisis. A pesar del posible comienzo de un nuevo super-ciclo del cobre y a pesar del comienzo de la recesión global en 2023, de niveles muy altos de endeudamiento global y de niveles de inflación alta, piensan que igual puede tener «éxito» una política “responsable” que va a implementar su gobierno. La frase “dentro de lo posible” ha asumido este significado. 

En fin, por un lado, la integración de los partidos tradicionales y nuevos a la política parlamentaria del Estado y por otro una cierta “independencia” de los movimientos sociales.

Los Partidos de Derecha.

Por su parte, los partidos de la derecha interpretan los intereses de sus bases también en condiciones que Codelco todavía existe y el sistema judicial y la constitución controlan las opciones disponibles para las empresas y las clases sociales del país, pero creen firmemente en la ideología del goteo. 

Interpretan la historia de sus bases, una historia que, bajo el poder de la dictadura el sector neoliberal “revolucionario” de la clase dominante eliminó aquellos empresarios con lazos estrechos a la economía estatizada, reestructuró su propia clase capitalista y creó empresas exportadoras internacionales. Luego, esa economía reestructurada pasó por décadas de crecimiento y también de crisis. Hace poco, organizaron el Rechazo de la nueva Constitución porque creen que la austeridad social del neoliberalismo y la libertad del individuo todavía son el camino para un buen futuro.  

Su ideología insiste que no hay alternativa a lo que plantean. Pero hoy día, no basta con eso de “no hay alternativa”. Hoy día necesitan una ideología que convenza a los demás sectores y clases que es el sistema capitalista (hoy día no usan esa palabra, todavía) lo que da más esperanza, más felicidad, más futuro a pesar del hecho que su sistema a nivel mundial entre en recesión. En fin, la derecha también es una política “en nombre” del pueblo, pero una política construida sobre los pilares del goteo, el nacionalismo y el anticomunismo.

Claro, los partidos de la derecha representan, y son voceras de, sus bases en el empresariado (con grandes sectores de la economía en manos de un pequeño círculo de familias), en las FFAA y la Justicia, y por supuesto, en el grupo de sus dirigentes en el Congreso y Senado. Su obra es representar sus bases Y TAMBIEN INTEGRAR OTROS SECTORES POPULARES. El éxito del rechazo dejó muy claro que saben muy bien hacer esa política.  

Es decir, no son partidos que son solamente aparatos que sirven a los intereses de sus “políticos”. 

Organización, Lucha y Partidos

Un partido que existe para intervenir y ayudar en las luchas debe, antes de nada, crear organizaciones base. Obra que a veces es muy difícil, a veces relativamente fácil. No es una obra de “representación” o “hablar en nombre” de las luchas, sino de aprendizaje, de intervención y de ayuda en aquellas.

Un partido parlamentario puede “hablar en nombre” de movimientos base debilitados y así en una forma u otra, tomar su lugar. Pero un partido “de combate”, o “revolucionario” debe reconstruir y aprender de las bases en condiciones de debilidad.

Veremos dos situaciones muy distintas para entender el impacto de las condiciones de lucha en la ideología partidaria. Primero, el accionar e ideología de Lenín y los bolcheviques en 1917, y después la obra e ideología de Gramsci en Italia pocos años después.

Lenin en su salsa

La gran ideología de un partido revolucionario es dejar claro que es un partido de combate que tiene como fin asegurar que la revolución termine con éxito en vez de fracaso. Pero esa ideología integra su definición de su “revolución”, su “socialismo”, su “honestidad”, su “democracia”.

Los partidos de representación parlamentaria no hacen uso de palabras como “socialismo” ni “revolución” porque están en otra. Su gran política es otra.

El posible vacío entre los poderes disponibles y los cambios deseados, entre la práctica y la ideología o teoría, no fue un problema para los bolcheviques por la simple razón que su revolución fue de los soviets que eran organizaciones que integraban tanto la práctica como la ideología.  

Por cierto, que, cuando nacieron en febrero de 1917, fortalecieron el nuevo gobierno que tomó el lugar de la aristocracia del Zar. Los que apoyaron el gobierno también dirigían a los soviets y casi todos (incluso la gran mayoría de los bolcheviques) pensaban que ese gobierno iba a abrir las puertas a un país nuevo. Los bolcheviques apoyaban la ideología «de reformas» de ese gobierno «menchevique». Sin embargo, como sabemos, bajo ese gobierno seguía la guerra, la hambruna, la miseria. 

Lenin planteó una nueva política – que los soviets tendrían que adoptar otra teoría… “tomar el país en sus propias manos”. “TU PUEDES”-repetía una y otra vez- a los soviets, TU PUEDES.  

De hecho, los soviets tenían el poder en sus manos, pero lo prestaban al gobierno inútil menchevique. TU PUEDES – repetía Lenin. TU PUEDES, en vez de regalar el poder a un gobierno inútil, TU PUEDES ustedes mismos, poner fin a la guerra, tomarse los latifundios, crear un nuevo país. TÚ PUEDES ser el nuevo país. 

Luego, una vez que esta nueva teoría estaba integrada en los soviets, se sincronizaron el poder y los deseos de actuar, creando así la capacidad de tomar control de un país entero. En otras palabras, se integraban la práctica y la ideología y como consecuencia se creó una hegemonía popular que trajo la revolución. La teoría nueva se formalizó en la gran obra de “El Estado y la Revolución”. 

En fin, los bolcheviques no tenían ni que inventar ni crear una nueva organización social para hacer la revolución, sino integrar una nueva teoría y la experiencia bolchevique a la organización de los soviets. La hegemonía de los trabajadores y campesinos, su capacidad de dirigir a todo el país llegó a su cúspide cuando los soviets, que ya eran la autoridad en cientos de ciudades, pueblos y regimientos, convencieron a la mayoría de la población que podían hacer lo que las otras clases y su gobierno no podía hacer… poner fin a la guerra, reformar el campo y enfrentar la miseria generalizada. 

¡Qué suerte que gozaban los bolcheviques cuando podían “trabajar” con las nuevas organizaciones base para convencerlas que debían aceptar que ellas eran el futuro! 

Gramsci enfrenta los problemas.

Un par de años después de la revolución de los soviets, Gramsci y su sector de socialistas en Italia no gozaban de tanta suerte como los bolcheviques. Podían trabajar con los “consejos” en las fábricas de la industria metalmecánica de las ciudades del norte de Italia y eran muy activos durante las masivas tomas de fábricas en 1920. Pero ese movimiento no existía en los campos del sur del país. Es más, la mayoría de los sectores de su propio partido, el PSI, no ayudaban a fortalecer la rebeldía en las fábricas durante ese año. 

Por estas dos razones, Gramsci no tenía cómo seguir el ejemplo de los bolcheviques y dirigirse a organizaciones sociales de base poderosas que ya existían alrededor del país y decir “TU PUEDES”. 

¿A quiénes iba a dirigirse en los campos y ciudades del sur del país, y junto con quienes iba a hacer la obra revolucionaria? 

Una vez encarcelado en 1927, después de haber dirigido el PC italiano por dos años desde 1924, Gramsci intentó teorizar su experiencia de la revolución, la experiencia propia de la falta de un partido confiable durante el “otoño rojo” de las fábricas en 1920 y la experiencia propia de la falta de organización social base a nivel nacional. Su teoría se solidificó en una serie de ideas que nos pueden ayudar… 

Antes de lanzarse a una revolución (en acciones de “movimiento”), las clases subalternas deben convencer a la mayoría de la población (con acciones de “posición”) que son capaces de mandar el país. Los activistas intelectuales (u “orgánicos”) en un partido revolucionario son importantes en esa obra porque luchan contra los múltiples brazos del Estado en el sistema judicial, en la prensa, en la cultura, que trabajan cada día para convencer al pueblo que una revolución no es ni necesaria ni posible. 

Pero Gramsci también dijo que la ideología, es la “obra maestra política por medio de la cual una determinada clase logra presentar y hacer aceptar las condiciones de su existencia y de su desarrollo de clase como principio universal, como concepción del mundo, como religión… abrazando así, desde las elaboraciones más depuradas hasta otras más simples, y con el objetivo de que se hagan sentido común”. Y que “la ideología es el principal medio para conseguir la hegemonía”. 

Y ya sabemos bien que los políticos inventan razones que justifican su existencia como indispensables. ¿Pero cómo las organizaciones sociales convencen a la mayoría que son capaces de hacer grandes cambios y así ser “hegemónicas” cuando no tienen el poder en sus propias manos? Parece que, en ese sentido, una ideología es indispensable para ganar la hegemonía.

Y el partido de revolucionarios lleva las actividades independientes de las bases sociales al más alto nivel posible de organización y conciencia revolucionaria y así convencer a la mayoría que son capaces de instalar cambios para todos. Es la interacción entre esa obra práctica y la ideología de los y las que luchan, lo que es necesario para ganar la hegemonía. 

En fin, Gramsci teorizó lo que había visto… la posible escisión y la indispensable integración, entre la ideología y la práctica. Teorizó las dificultades de hacer una revolución en condiciones de división social. 

Lenin, por su parte, teorizó la posibilidad de hacer una revolución con organizaciones sociales activas ya existentes.

Los activistas de base… ¿necesitamos una ideología, o ya tenemos una que bien nos sirve?
¿Nos habría sido útil durante los días del octubre 2019?

Veremos. 

Nosotros, los movimientos y le hegemonía

¿Por qué tantas palabras sobre lo que pasó en países tan lejanos y hace tantos años? 

Porque hoy en Chile también tenemos que crear una hegemonía. O mejor dicho, que los trabajadores y sus aliados tienen que crear su hegemonía, convencer a todos que son capaces de crear pensiones, salud, educación y sueldos dignos cuando los varios sectores de la clase capitalista han probado que NO son capaces de crear una vida digna. 

La clase dominante ha probado que no puede crear pensiones dignas. Perdieron (pero infelizmente pueden recuperar) la hegemonía sobre esa parte de la vida. Pero la clase trabajadora no tiene CÓMO probar que es capaz de crear una jubilación digna, porque no tiene control sobre el sistema de pensiones. 

Pueden salir en grandes marchas como las del 12 de noviembre de 2019, y gritar que ya quieren cambios. Eso sí. Sin embargo, los trabajadores y sus aliados NO TIENEN CÓMO probar que tienen la capacidad de crear los cambios, hoy, porque no están encargados del país. Por ende, necesitan una teoría, una ideología, que describa y explique las incapacidades de la clase dominante y las capacidades propias. Esa ideología se instala con éxitos (relativamente pequeños) por las clases “subalternas”, los fracasos grandes de la clase dominante y debates y peleas “políticas” entre las clases, entre las ideologías. 

Cierto que no hay revolución sin ideología (o sin teoría, como dice Lenin y llamó a esa teoría el Marxismo revolucionario), pero tampoco hay revolución sin éxitos en la lucha sobre sueldos, vivienda, acceso al agua o represión en la Araucanía que prueban que una nueva clase y sus aliados son capaces de ganar lo que pueden ganar hoy, y por ende puede ser una mejor opción que los que actualmente mandan. 

Es en ese sentido que estamos mucho más cerca a la situación que enfrentaba y teorizó Gramsci entonces, que el escenario que Lenin enfrentó cuando convenció a los Soviets que “PUEDEN”. 

Hoy día, hay más organización base que antes del gran octubre, pero no podemos hablar de una red nacional de organización social potente que controla sus “territorios” en sus lugares de trabajo y barrios. Por ende, tenemos que aprender cómo crear esa base e integrarla con una gran ideología, el marxismo. 

Si quieres leer y discutir más sobre nuestro marxismo, puedes consultar en SOCIALISMO DESDE ABAJO Y si quieres tomar parte en la construcción de un grupo que está de acuerdo con lo expresado en ese texto y con las ideas propuestas acá sobre los partidos… contactarse con el correo socialismo.desde.abajo.chile@gmail.com

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