Jóvenes combatientes ayer y hoy

por Nicolás Alejandro

Después de décadas de espera y letargo para que la alegría prometida llegara, fue la juventud quien comenzó a correr los primeros cercos y levantar las primeras denuncias sobre como la educación en esta democracia caduca se había convertido en un negocio. Conocida son las movilizaciones el 2001 que inauguraron el despertar estudiantil por la gratuidad y administración Estatal del pase escolar en el denominado mochilazo, que en ese momento era un negocio para los empresarios transportistas, la revolución pingüina el 2006 contra algunas leyes perpetuadas en dictadura como la LOCE y las históricas movilizaciones contra el lucro y por la gratuidad en la educación el 2011. 

Sin embargo, octubre del 2019 tenía un componente distinto, no estaba la beca de alimentación ni el lucro en la educación como consignas centrales, sino que en un acto de total empatía y solidaridad de clase llevaba a las y los estudiantes a las calles en rechazo al aumento del pasaje en 30 pesos que afectaba en ese minuto a la región metropolitana. A dos años y cinco meses de la irrupción de la juventud; en el masivo y simbólico salto a los torniquetes del metro, hoy es vital profundizar sobre su rol crucial en los cambios históricos y la construcción de una alternativa revolucionaria. 

En este sentido, cabe preguntarnos ¿Por qué ha sido la juventud la gran dinamizadora desde las protestas en los 80’ contra la dictadura hasta la rebelión de octubre? Spengler dice: “que un pensamiento, representativo de una época de la humanidad no puede ser comprendido sino por una generación que nazca con las disposiciones necesarias”. Mariátegui nos plantea que las generaciones viejas carecen de aptitud para comprender y, sobre todo, para adherirse a las ideas revolucionarias. Es una cuestión de sentimiento; no es una cuestión de inteligencia. Probablemente las razones sean múltiples, lo importante es considerarlas como un elemento constitutivo de la fisonomía de nuestro pueblo y dar un lugar de importancia a las nuevas generaciones en la construcción de una alternativa revolucionaria.

Pareciera como si fuera ayer, aquella osada acción que se transformó en el detonante para que Chile entero despertará ¡ohhh Chile Despertooo! 

Mariátegui trataría de explicar este ejemplo innato de solidaridad caracterizando la inquietud, la curiosidad y la sensibilidad a la nueva realidad histórica como virtudes propias de la juventud, quien mejor que nadie supo interpretar la agudización de las contradicciones latentes en la sociedad chilena para encender la primera chispa que terminará por incendiar “el oasis” el 18 y 19 de octubre de 2019 cristalizando la consigna ¡No son 30 pesos son 30 años!

A partir de ahí el pueblo con la juventud de hoy a la cabeza volverían masiva y radicalmente a entrar en la historia, llenándola de nuevos significados, esta vez no desde el recuerdo nostálgico de las luchas pasadas o desde las entumidas aulas de clases de liceos y universidades sino desde las calles y como protagonistas de su historia. 

Hoy vemos que la crisis integral es más profunda de lo que imaginamos, a medida que la crisis económica se agudiza tras la Pandemia, la guerra toca las puertas de Occidente y el cambio climático amenaza nuestras vidas, quebrantando material y espiritualmente a la sociedad Capitalista; la juventud ha sabido prever con antelación los escenarios de crisis, ha percibido que la civilización burguesa carece de un mito, de una fe, de una esperanza para los nuevos tiempos. Carencia que es la expresión de su quiebre material.  

Como diría Mariátegui el mito mueve al ser humano en la historia por lo que ha sido la propia juventud de hoy quien ha comenzado a encontrar en la lucha un mito capaz de superar el orden social que tramonta. En Chile, por ejemplo, derribando estatuas, símbolos pasados y reinaugurando plazas con nuevos nombres y colores, levantando a figuras suprahumanas como el “Perro Matapaco” y el desarrollo de una embrionaria autodefensa en las manifestaciones, con una moral tan alta como la cordillera que conocimos como Primera Línea. 

Hoy aún tenemos jóvenes presos, aún tenemos jóvenes mutilados sin justicia ni reparación y aún tenemos asesinos sueltos que acabaron con la vida de jóvenes combatientes y luchadores como Danilo Cárdenas. ¡Exigimos la aprobación de la amnistía! Y ¡Justicia y reparación inmediata!

Hoy esa juventud ha retomado la lucha en las calles, las mujeres y disidencias han sido las primeras protestando contra la cultura de la violación en los liceos, surgiendo vertiginosamente acciones de protesta contra todo tipo de abuso en las instituciones educacionales poniendo en el centro del debate la salud mental y la importancia de las emociones en el proceso educativo. Por otra parte, haciendo eco a las consignas de octubre por mayor dignidad las y los estudiantes universitarios han salido a exigir mejoras en las becas de alimentación. Condensándose diversas reivindicaciones en la reciente marcha del 25 de marzo, que tuvo el lamentable resultado de un herido de bala por Carabineros, institución de la cual ¡Exigimos su inmediata disolución! Y varios heridos por algunos “comerciantes” que amparados por dicha institución agredieron gravemente a varios estudiantes. 

Está situación necesariamente nos lleva a remontarnos en la vida de los jóvenes combatientes del ayer, por los cuales, reivindicamos este nuevo 29 de marzo, ya no desde las nostalgias y las mistificaciones pasadas, sino desde la memoria, los aprendizajes y la necesidad de construir proyecto revolucionario. En este sentido, podemos seguir desarrollando educación popular en nuestros territorios y  luchando aislada y parcialmente por nuestras demandas por años y quizás décadas, podremos alcanzar mejoras parciales en nuestras reivindicaciones, pero la experiencia nos enseña que prontamente serán arrebatadas por un nuevo gobierno, por la crisis económica y la inflación, el engaño o la represión del Estado volviendo a partir de cero, cuestión que nos sitúa en poner en el centro el debate la lucha por la Revolución, es decir por la totalidad de nuestras sueños y aspiraciones, así como Paulina, Rafael y Eduardo lo comprendieron debemos reivindicar la necesidad de construir el proyecto revolucionario, esta gesta heroica no será fruto exclusivamente de las viejas generaciones, esta monumental hazaña debe ser obra de la juventud combatiente de hoy por eso la reivindicamos este 29 de marzo, porque estamos convencidos que sigue viva con fuerza en todos los territorios. 

Los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociales debemos volcarnos a luchar por ellos.

En memoria de Paulina, Eduardo y Rafael

En Honor a la gloriosa primera línea

Jóvenes combatientes ayer y hoy a construir el proyecto revolucionario.

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