Editorial: 2018 de los trabajadores

Terminamos este 2017 con una cierta percepción de desconcierto. La reconstrucción de los espacios de la izquierda y los trabajadores ha venido desarrollándose en medio de una ofensiva patronal y de una movilización de la derecha, que no hace sino expresar la polarización -la agudización de los antagonismos de clase- que caracteriza al régimen.

Desde las páginas de nuestra revista hemos sido consistentes con la perspectiva de contribuir a la construcción de un espacio abierto, libre de sectarismos, que permita la expresión de todas aquellas corrientes que buscan la revolución socialista y un gobierno de trabajadores, para resolver la crisis social que el capitalismo ha impuesto en nuestro país.

En medio de este proceso, como lo anticipáramos desde diversas perspectivas, resulta indudable que el Gobierno de Piñera no logrará materializar los objetivos que se ha impuesto y que -en consecuencia- la lucha de los trabajadores, estudiantes y demás sectores explotados, será la protagonista en el período que viene.

Piñera ya ha anunciado el despido de 20.000 funcionarios públicos, el «corte de grasa» con que pretende significar que las medidas que impondrá caerán sobre las espaldas de los trabajadores. La burguesía ya ha vociferado cuál es su tarea: derrotar a las masas.

La clase trabajadora saldrá a enfrentar esta ofensiva y será este proceso, concretamente, aquél en que ha de reconstruirse la izquierda. Una izquierda que busque dar expresión a la resistencia, que busque clarificar el carácter de clase de sus banderas y que permita a la movilización transformarse en canal de expresión de la mayoría explotada.

El proceso está abierto y la unidad de los trabajadores, en torno a la lucha, tiene un valor estratégico de enorme trascendencia.

Por nuestra parte, como equipo editorial, pretendemos dar respuesta a este desafío profesionalizando nuestro trabajo y constituyéndonos como un medio legal, utilizando todas las plataformas digitales y análogas que existen en la actualidad, para dar difusión a los debates que se anuncian, mejorando la calidad de nuestros contenidos y canales para dar mayor participación al activismo de izquierda.

Agradecemos a nuestros lectores, acumulamos en un proceso creciente decenas de miles de lecturas, la confianza puesta en nuestro medio. Hace exactamente un año, en la editorial de diciembre de 2016, resumiendo las “lecciones” del año decíamos: “El año que termina resultó siendo decisivo. La crisis de los partidos patronales, especialmente aquellos agrupados en la Nueva Mayoría, terminaron por quebrar su capacidad electoral y se abrió una grieta en el régimen por donde comienza a expresarse el descontento de las masas. Son las masas y no los actos electorales, los verdaderos protagonistas de este año”.

La caracterización que planteamos en ese entonces resultó correcta en lo general. El régimen profundizó su crisis y a través de ella se fueron generando procesos de movilización –el desarrollo del Movimiento No+AFP es su emblema- que permitieron ir materializando la reorganización de la izquierda. Sin embargo, los ritmos y la dinámica del proceso –en esto nos equivocamos- fueron más lentos desde la vereda de los trabajadores. El triunfo de Piñera rebela que ante la expectativa del hundimiento del reformismo burgués, la derecha logró movilizarse coherentemente, en defensa del régimen.

Pero se trata de un recodo en el camino. La burguesía ha tomado oxígeno, paralizará el proceso de reformas y apostará por una salida de choque atacando a los trabajadores, porque no tiene otro camino atendida la crisis de las organizaciones de trabajadores y de la izquierda tradicional PS y PC. Pero esto no pondrá fin a la crisis, eso será imposible de acuerdo a la actual correlación de fuerzas.

El Frente Amplio, que hace un año era una incógnita en formación, ha terminado incorporada al régimen y solidificada en torno a Revolución Democrática. Visto desde un punto de vista más “porteño”, el Frente Amplio ha devenido en RD + Sharp.

El terreno de la izquierda por lo mismo, otrora un páramo, es hoy un amplísimo espacio en el que diversas organizaciones, con distintos orígenes de clase y con diversos programas, trata de dar una explicación al proceso que vive nuestro país. Es este espacio y es esta reconstrucción en que El Porteño pretende intervenir contribuyendo a servir de instrumento a la vanguardia, al activismo, a los luchadores en general.

El 2018 será un año en que este proceso de reorganización se articulará en resistencia a Piñera y sus planes patronales y proimperialistas. El 2018 será un año de lucha, de crecientes desafíos, pero será nuestro, de los trabajadores.

(Fotografía: Huelga portuaria, Valparaíso, 1903, Plaza Sotomayor)

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