por Ewald Meyer
La incertidumbre inicial del gobierno encabezado por el Frente Amplio y su esmirriada coalición, en poco más de un mes dio paso a la certeza total del naufragio político al cual se enfrentan desde hace semanas. Ya desde la elección en noviembre con una votación histórica, el Presidente de Chile no logró cuajar una “intelligence” política capaz de llevar a cabo en el amplio espectro del gobierno nada parecido a un tranco político serio que avizorara la ejecución de su programa.¿ Cual es la razón ? ¿Por qué en menos de un mes el fracaso político es evidente?.
Hagamos un poco de historia. El estallido social del 18 de octubre generó una dinámica revolucionaria que caló hondo en la conciencia política del chileno medio, después de aquellas jornadas de octubre y noviembre del 2019, la conciencia de que es posible un cambio político a partir de la lucha movilizada y en la calle de todos aquellos hastiados del modelo tradicional de política, heredada con su modelo nefasto de la constitución del 80 y la camisa de fuerza económica que impuso la dictadura de Pinochet, convergen en un malestar permanente y la exigencia política por mas reformas y cambios al sistema.
Sin embargo, los que electoralmente capitalizaron este descontento en las urnas fueron ciertos sectores socialdemócratas, eufemísticamente llamados progresistas( con ciertos reparos, ya que no todos los progresistas son de izquierda), fue el Frente Amplio, una coalición de dos partidos( y otros partidos acólitos), altamente personalistas y sectarios, que diseñan desde un bar de providencia las acciones a seguir, estableciendo un sistema político en su orgánica más parecido al estalinismo soviético de la primera etapa de la URSS, con purgas políticas y todo para mantener a sus cuadros altamente disciplinados( proceder político pero no ideológico ni cercano al comunismo soviético).
Electoralmente fueron un éxito, pero a nivel nacional vinieron a ocupar los puestos vacantes que dejaron los escombros de la concertación ya de salida. Con todo, el dominio de un discurso político cultural ondero que engancha y da cierta novedad, reclutó una votación casi obligada. ¿fue el contexto?, claramente el Frente Amplio y sus socios de carrete político, no ganaron nada, sólo capitalizaron el descontento y hundimiento de la derecha durante el gobierno del nefasto Sebastián Piñera que casi llevó a la ruina a Chile.
Este hecho se ve reflejado en la excelente estrategia comunicacional que desplegaron en redes sociales para ganar el voto, ese voto rápido, instantáneo de redes sociales similar a un like, ese corazón virtual que se prodiga en algún video atrayente. Sin embargo, en el territorio la base política de este gobierno no existe, algo equiparable a la situación que ocurre en el Perú hoy. Es decir, muchos votaron por hastío al sistema imperante, muchos votaron por el eslogan del cambio, pero no comprometiéndose en ninguno de sus términos, ya que la política como sistema general está ampliamente desprestigiada y no tiene aun una salida viable a la crisis que arrastra.
Un mes después con mucha dificultad se han nombrado cargos de rango regional en el gobierno, este hecho, muy invisibilizado por la prensa socialdemócrata y parapetada en el discurso de la falta de experiencia del nuevo gobierno, revela el clivaje existente entre las elites urbanas del Frente Amplio y las regiones que en la práctica no cuentan con una base militante, menos con cuadros políticos que puedan trabajar para los partidos de gobierno. Tampoco se habla de atraer sectores de izquierda fuera de estos conglomerados e incluso que se mantienen fuera del sistema político. Un gobierno a la carrera, con una base en redes sociales, con mucha lucha de discursos melifluos y fraseología sociológica que revienta en twitter o instagram, marcando o intentando marcar agenda de problemas políticos artificiales de la cual una inmensa mayoría de chilenos poco y nada se entera.
La mantención de este ideario progresista 2.0 que se apoya en la mediatización de la política se estrella con la realidad, no hay territorio real. La expectativa de que al cooptar el aparato del estado y ganar en la bajada política del territorio es un anhelo de este gobierno, pero las dificultades que esto conlleva están por verse. No por tener funcionarios ministeriales dando vueltas en camionetas estatales, ganas territorio en las regiones.
El derrumbe del sistema político
En los más de doscientos años de vida política de Chile, los ciclos de sistemas inacabados que se mutan unos a otros con permanencias como la oligarquía que persiste en mantenerse en el poder, frenando cualquier asomo de cambio y reforma, retardándolo hasta ver nuevamente caer el sistema con el atraso y postergación de grandes sectores de la población. Como en el mito de Sísifo arrastramos la pesada piedra de los cambios de sistema político para luego volver a caer, quizá contradicciones inherentes al capitalismo contemporáneo, pero lo cierto es que nuevamente a inicios de este siglo volvemos a mutar en un sistema político impreciso.
¿Qué hicieron los gobiernos de la concertación? El agotamiento manifiesto de este sistema político instaurado por la dictadura de Pinochet que sirvió a muchos intereses económicos, pero mantuvo a sectores sociales rezagados con la anuencia de sectores políticos conservadores y aquellos que fueron cooptados por la democracia representativa, socialdemocracia y progresistas, hoy nos tiene sumidos en una secuencia de gobiernos estáticos, sin liderazgo y peor aun con nula capacidad para hacer los cambios requeridos, ¿Quince años en estas disquisiciones?. La última década de estancamiento dejó como corolario un clivaje social, gracias a la idea de un ciudadano consumidor que ahora viene a reclamar lo prometido que no se cumplió. En esta normalidad y putrefacción del sistema político imperante, con instituciones que irradian corrupción y clientelismo, los liderazgos políticos brillan por su ausencia. La secuencia de movimientos estudiantiles y sociales han acentuado las contradicciones del sistema que se resiste a los cambios tras años de negocios fructíferos para un porcentaje muy bajo de privilegiados que se niegan abrir el espectro de los beneficios a un amplio sector de Chile.
Presidente tik tok
Como suele ocurrir en sistemas políticos en franco declive, los liderazgos políticos se transforman en escenografías de cartón interpretados por actores de segunda. Tal es el caso de Gabriel Boric que de la mano del Frente Amplio, ganó una primaria que en realidad no era para él. Daniel Jadue, el gran derrotado en aquellas jornadas, adalid a regañadientes del Partido Comunista, perdió dicha primaria y tuvo que ceder su puesto de cara a la presidencial de un miembro de Convergencia Social, partido minoritario, compuesto por jóvenes, hoy ya no tanto, de aquellas jornadas de protestas estudiantiles, con el consiguiente vicio de manejar la organización política como una célula universitaria de base, bastante rustica y altanera.
Con esa escasa base social se erigió como candidato Presidencial, ante una disyuntiva presentada entre la extrema derecha conservadora liderada por JA Kast o el cambio, no cualquier cambio, sino como un cambio generacional, ese de redes sociales , de estereotipos y resquemores con la “vieja política”, ese de limpiar la política y establecer supuestas nuevas prácticas en torno a viejos nuevos problemas, algo de demagogia primitiva bien edulcorante para tiempos complejos, con una pisca de populismo de antaño. Es en contexto, que el presidente de Chile basa su amplio apoyo en rede sociales, videos de Tik Tok, apariencia distraída e ideas descafeinadas que apuntan a la buena onda y el glamour más que al contenido y liderazgo sólido que requiere un sistema político en crisis terminal. El sopor del poder visto como un fenómeno de manejo político universitario, ahora con despliegue en el estado, pero sin cuadros políticos y menos con cierto bagaje estatal comprobable. Un apoyo que va a casi un mes y medio en franco deterioro, quinto retiro de los fondos de pensiones negado por el presidente, so pena, de agudizar la inflación dejan como saldo a la calle inquieta y nuevamente pensando que la única manera de ser escuchados es volver a salir, ahora con más fuerza y exigir las promesas empeñadas que no cumplen por ninguna parte.