por Raúl Román
Para nadie es desconocido que en toda crisis de un régimen político, las posiciones de “izquierda” y “derecha” se polarizan y el “centro” debilitado y sin identidad se vuelve necesario para evitar el quiebre definitivo. En otras palabras, cuando un sistema en decadencia, desecha por necesidad el modelo económico por estar agotado, las clases sociales se polarizan; la burguesía busca mantener sus privilegios a toda costa y la clase trabajadora tiende a dirigirse al cobijo de un instrumento político que lo represente en primera instancia, y en este caso no es la excepción, el Estado[1]. Solo cuando la descomposición del estado burgués es muy profunda, se focaliza en la construcción o generación de su propia dirección política, el partido revolucionario.
Ambas clases en pugna se agrupan, atrincheran y se fortalecen relativamente siempre en relación a la otra, según la coyuntura histórica que esté en boga, ya que esta puede ubicarse en; un ascenso o descenso de la formación económico y social en desarrollo; en una estructuración reciente; en su cenit; en un agotamiento acelerado o en su decadencia definitiva. Todos y cada uno de estos periodos definen diversas formas de accionar de las clases en pugna, los instrumentos de dominación y las vías de emancipación.
Mientras la pequeña burguesía ubicada en el medio de ambas clases (burguesía y trabajadora), en un contexto de crisis, actúa en un principio confundida para luego seguir a una de estas clases en lucha, especialmente a la que reclama y protesta, ya que coinciden eventualmente con sus intereses. Pero al poco tiempo, más tranquila y espantada por la inestabilidad, la confusión o la violencia de la situación, se posiciona como representante de una de ellas y se dirige a la conciliación con la otra, engañando y/o traicionando a quienes en la clase desposeída confiaron en ella.
Esta antigua dinámica en política y repetitiva en diversos escenarios no necesariamente es inevitable, aunque en países como Chile, se ha apoyado en sistemas que ha tenido claramente definido las expresiones políticas denominadas “derecha, centro e izquierda”, como una mala y distorsionada proyección de una situación socio-política que define en la realidad; los que están por el capitalismo y los que están por el socialismo.
Es por ello, que es necesario un análisis político claro y preciso para evitar que situaciones que parecen que se han repetido de idéntica manera, sean percibidas como eternas. El esquema debe evitar tomar lo que la burguesía neoliberal, se ha encargado de implantar como una ideología única y absoluta. Conceptos como “derecha, centro e izquierda”, “democracia”, “globalización”, “participación”, “ciudadanos”, etc., se han develado como carentes de contenido si no tienen un sentido de clase, para evitar llevar a los trabajadores y trabajadoras al despeñadero como en el que hoy se encuentra.
Para esto se debe clarificar cada uno de los conceptos y las etapas, en que nos encontramos para evitar concederle a sectores sociales representaciones que no poseen o justificaciones vanguardistas autodestructivas, pero sobre todo ceder espacios a ideas desviacionistas eventuales, que ocultan las verdaderas contradicciones del sistema y buscan legitimar la explotación capitalista por su acción u omisión.
En este contexto actual donde predomina una época revolucionaria, abierta desde 1914, año en que el capitalismo para sobrevivir comenzó a destruir fuerza productiva en masa, como fueron la I y II Guerra Mundial, han existido y siguen existiendo etapas a nivel mundial y nacional definidas por la correlación de fuerzas entre la burguesía y la clase trabajadora que actúan en periodos concretos de desarrollo del sistema capitalista que nunca es el mismo. Dichas etapas han tenido y tienen una dinámica desigual, casi nunca continuas, pero combinadas a nivel mundial y nacional.
La crisis mundial en el contexto de una Etapa No Revolucionaria.
El acelerado agotamiento del modelo neoliberal cuyos síntomas fueron las sucesivas crisis económicas desde 1997-98 (Asiática-Japón); 1998 (Vodka-Rusia); 1999 (Samba-Brasil); 2001-2002 (Tango-Argentina); 2008 (Subprime-EE.UU.), son la causa de una búsqueda en la actualidad de una alternativa sin rumbo claro. Esta confusión es debido a que las antiguas crisis, en su mayoría, (exceptuando la crisis 1929) eran de corta duración y de recuperación siempre acotadas, características que estás últimas no tienen, ya que abarcaron tanto al mundo en toda su extensión y por un periodo de tiempo mayor.
A estas crisis debemos sumar las “burbujas financieras” que han estallado en EE.UU.; la “puntocom” que afectó a las empresas tecnológicas que alcanzaban valores gigantescos el año 2000 y luego la burbuja inmobiliaria que estalla con la crisis subprime en EE.UU. el 2008 y que hace estallas la última gran crisis económica mundial. Ambas demostraban que masas gigantes de capital se desviaban hacia el capital especulativo (bolsas de valores y bonos) por causa de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia en las inversiones en el área productiva. Hoy deberíamos añadir otra burbuja más como es la de las criptomonedas, ya que la pérdida del 45% del valor del bitcoin es una evidencia más de que son “otro activo financiero”[2].
Esto es acompañado por dos procesos; el primero, es la “globalización”, que no era más que las pretensiones del imperialismo norteamericano de imponerse “definitivamente” al mundo y que fracasa estrepitosamente y, la segunda, que es el traslado lento, pero constante, de los capitales a China, que se transforma en el nuevo “taller del mundo”, desplazando a EE.UU. como la primera potencia industrial.
Esta situación que históricamente se da muy rápido, en menos de 30 años, determinó que el imperialismo norteamericano tuviera que implementar una estrategia para continuar en su posición dominante. Primero, fue el plantearse como potencia rentista en el contexto neoliberal. Para ello, traslado sus industrias a México (maquilas) y al sudeste asiático (Vietnam y China) acompañado con la táctica de gendarme del mundo (guerra de Kosovo) y controlador de las materias primas, especialmente el petróleo (guerra de Irak), con ello pretendía mantener dominados a los posibles competidores, especialmente a Europa, ya que le proveía de energía.
Pero esto no duró mucho, ya que el rentismo, generó cesantía, una creciente precarización del empleo en EE.UU. y una baja productividad que redundo en una pérdida de competitividad, ejemplo de ello, es la producción de acero. Sin embargo, lo fundamental en la economía mundial y las relaciones internacionales era que se potenciaba a China a niveles insospechados[3]. Especialmente si se toma en cuenta los niveles de inversión que han ingresado tanto en EE.UU. como en Europa.
Por otra parte, en el negocio del petróleo y el gas tenía competidores como Rusia que no aceptaba alinearse a las políticas norteamericanas. Es por ello, que desde fines de los 90 y principio del siglo XXI el objetivo de EE.UU. fue debilitar a Europa, léase Alemania y Francia, tanto económica como políticamente. Para lograrlo debía obstaculizar su desarrollo, incrementando el valor de las materias primas energéticas, por ello invade Irak y desestabiliza Medio Oriente. Y cuando Europa vio en Rusia la posibilidad de un proveedor de petróleo y gas barato, hizo intentos constantes para generar un conflicto entre los nuevos socios[4], basado en las históricas perspectivas expansionistas rusas y las divisiones internas de Europa. Tras varios intentos en diferentes escenarios lo logró en Ucrania, que pretende ser una guerra de desgaste de la economía europea tanto como la de Rusia a estas alturas. Pero esto no puede cegarnos a la arista China, ya que los niveles de capital oriental invertidos en Europa son muy importantes y si el viejo continente cae en recesión o algo peor los perjuicios para China se dejaran sentir, aunque esto perjudique a EE.UU.
Esta situación pone en alerta a las potencias mundiales ante la agresiva política internacional desarrollada por EE.UU., que solo piensa en potenciar su economía industrial a costa de eliminar fuerza productiva de sus competidores por medio de conflictos armados que limiten la oferta de productos como una forma de elevar la tasa de ganancia. Por ello, tiene que implementar una estrategia mundial que contemple indisponer tanto a Europa con Rusia, ambos socios importantes de China. Como instigar, también, un conflicto armado entre China y Taiwán, como acción detonadora de una crisis mundial de larga duración. Para ello, utilizará las características históricas, tanto de su adversario como de los vecinos, es decir la sed insaciable de recursos que tiene China, la condena a la expansión de sus fronteras a territorio circundantes, lo que profundiza los temores al gigante asiático de parte de Japón, Bangladesh, India, Corea, etc., incluido Rusia que hoy tiene la denominación de socio estratégico.
En este sentido, China no puede ni está jugando un rol de espectador. Tras cuatro meses de guerra ruso-ucraniana y observando las diversas tácticas que EE.UU. ha implementado para evitar un cese al fuego, ha entendido que Rusia no podrá salir incólume de este proceso. Pero quién si lo hará, aunque de forma relativa[5] siempre en comparación con sus socios europeos, será EE.UU.[6], ganando mayor presencia política y fortaleciendo su economía a costa de los europeos, que terminarán cayendo en una recesión socavando su competitividad a nivel mundial. Por ello, el país asiático se encuentra en un punto de inflexión para lo cual tendrá que decidir; o darle la posibilidad de “controlar” la situación política internacional a EE.UU. arriesgándose a que transformen a Taiwán en una nueva Ucrania, o definir ellos mismos ¿Cuándo? y ¿Cómo? esta isla de 23 millones es anexada, ya que es el flanco más abierto de su política exterior, en un contexto que ambas potencias comparten la idea de una lucha de imperialismos “regionales”.
¿Será antes que termine la guerra ruso-ucraniana o seguirá resistiéndose a tomar la iniciativa como principal imperialismo económico? No lo podemos saber, pero que la situación está recalentándose en las relaciones internacionales, es evidente, igual que la economía.
Sin duda, que EE.UU. está planteando una política imperialista global, que tiene sus fundamentos en la economía. Pretende volver a ocupar el primer puesto, aunque para hacerlo se apoye eventualmente en un modelo económico imperialista regional de carácter “proteccionista”, que dé respuesta a esta nueva realidad. Para ello, es necesario que la economía mundial se dislocase y se reformulara, debido a que EE.UU. tiene una deuda pública mucho más alta que lo que produce desde hace décadas. Por lo cual, tiene que hacer que los demás países “le ayuden” a pagarla, pero también la clase trabajadora local debe “contribuir a ello”.
“La guerra es la continuación de la política por otra forma” señala Von Clausewitz, por tanto se debe entender que la guerra ruso-ucraniana con las subidas de los precios del petróleo, gas y el grano (trigo-maíz) ha hecho que EE.UU. aumente sus exportaciones a Europa extrayendo grandes masas de capital. Repitiendo el proceso a nivel mundial, aunque por otras formas, como por ejemplo subiendo las tasas de interés que ha hecho salir de América Latina y otras partes masas de capital muy importantes.
La guerra ha causado un fortalecimiento del dólar a costa del euro ya que se teme una extensión del conflicto a Europa y/o un debilitamiento de su economía generando una recesión, producto de la gran masa de inmigrantes, que ya alcanza los 4 millones de personas y el alto costo de producción debido al elevado precio del gas y el petróleo que está consumiendo.
Pero, ¿Por qué la burguesía europea acepta esto? Lo acepta por una dicotomía entre lo que le conviene y por su debilidad ante ambas potencias. La burguesía europea pretende que con esta fuerza laboral inmigrante se presione a la baja los salarios reales y se haga pagar a la clase trabajadora los costos de la crisis. Bien lo saben la clase trabajadora francesa que se enfrentan a un gobierno que pretende bajar los costos industriales de sus productos disminuyendo los salarios. Por su parte, lo más reaccionario de la burguesía francesa apoyado por los campesinos, pretende impedir que los costos lo paguen ellos, donde conservan un fuerte apoyo electoral (conservadores) ya que al bajar los niveles de consumo de las ciudades repercuten en el campo. Es por este motivo que la ultraderecha incrementa su votación, junto a un descontento generalizado que elevó a un 53% la abstención, por la baja en la calidad de vida que en parte capitaliza la izquierda en las ciudades y que a Macron le propina una fuerte derrota el 18 de junio pasado.
Sin duda, esta dinámica de la política internacional es compleja y tiene múltiples acciones, sobre todo de un imperialismo que se juega su existencia como la primera potencia mundial y que teme las acciones de las potencias que compiten con él. Sin embargo, las burguesías imperialistas se sienten expectantes ante la posibilidad de que la clase trabajadora irrumpa en el escenario político y pretenda imponer soluciones que le arruinen sus planes.
Periodo donde la correlación de fuerzas se expresa con claridad.-
En la actualidad nos encontramos a nivel mundial desde el año 2011 en una etapa No Revolucionaria, inaugurada con las explosiones sociales contra los regímenes autoritarios conocidos como la Primavera Árabe y las movilizaciones en Europa, donde se alzaron por adquirir o restituir derechos que estaban conculcados o proteger el estado benefactor del viejo mundo. Esto en un contexto donde los efectos de la crisis económica del 2008, habían azotado con fuerza a casi la totalidad de los países de mundo, pero que ya había comenzado a ceder espacio a la constitución de una burbuja de carácter alimentaria que se expresó en un aumento sostenido de los precios de los cereales, especialmente el arroz, generando revueltas y movilizaciones en Tailandia, Bangladesh y otros países de la región.
Esta situación de inestabilidad con cierto retraso y con un avanzado agotamiento del modelo neoliberal a nivel mundial, se replica en Chile desde 2019. Donde las clases sociales (burguesa y trabajadora) se encuentran enfrentadas en un equilibrio complejo e inestable, que no significa que la burguesía no tenga el poder, sino que dividida y confundida por cual camino tomar, no logra colocarse de acuerdo. Un sector pretende resistir mediante la represión abierta la existencia del neoliberalismo, mientras el otro intenta ir colocándose a tono con la burguesía mundial que desesperadamente busca un modelo alternativo de fuerte tinte “proteccionista regional”.
Claramente este último sector más débil pretende tender puentes con las masas para poder legitimar un reimpulso a las inversiones productivas que provienen desde China, sin abandonar sus lazos con EE.UU., en un juego en extremo difícil de acuerdo al contexto mundial. Es por ello, que recurre, con desconfianza a la pequeña burguesía, para poder mostrar una cara más amable a las masas y al imperialismo chino y norteamericano.
La burguesía sigue pretendiendo revitalizar su carácter pro-imperialista en un contexto donde los últimos años aspiraba mantener un “equilibrio” de las relaciones con ambas potencias. Por un lado, se buscaba el capital necesario en China, pero al mismo tiempo apoyaba servilmente la política norteamericana en Venezuela. Situación que caracterizó a los dos últimos gobiernos de Bachelet y Piñera, aunque por causas distintas. La vergonzosa situación de Piñera en Cúcuta (Venezuela) era para evitar represalias norteamericanas por su acercamiento a China, en su comentado viaje.
Hoy entendiendo que EE.UU. ha emprendido una fuerte política de “control mundial” y que puede a la burguesía chilena causarle muchos problemas su cercanía a China, se vuelve a alinear con los norteamericanos. Para ello, la gira por Canadá y EE.UU. tuvo dos objetivos; primero, mostrar servilismo al Tío Sam[7] para evitar posibles represalias por la cercanía a China y, segundo, consolidar la política económica extractiva de carácter privada, promoviendo 34 proyectos[8]mineros en el país. No es de extrañar que a su llegada pretenda cerrar la fundición de Ventanas de la ex Enami, debilitando a Codelco que la compró el 2005 y la pequeña y mediana minería. Habría que preguntarse ¿Qué acuerdos llegó con los inversionistas canadienses para atraer inversiones? Justo el fin de semana donde Jorge Sutil (presidente de la CPC) señala a Agencia Uno; “Hoy, Chile no es un país seguro para invertir” y Diego Hernández (presidente de la SONAMI) lo califica como una “una medida apresurada”.
Sin ninguna duda, las pretensiones de Boric de ser representante con libre albedrio de la burguesía nacional no le resulta; mientras lo sigan presionando por “rectificar” su devaneos discursivos anti neoliberales, ¡lo único que le va quedando!, por medio de la baja inversión empresarial, no podrá fortalecer su alianza con el imperialismo. Esto no, porque sean menos importantes, sino porque no pueden decidir con cuál de ellos se quedarán en definitiva, ya que la burguesía pretende tener abierta las puertas tanto de EE.UU. como de China, por más tiempo del prudente. Tarea que cada día se le hace más compleja de acuerdo a la situación mundial.
Por su parte, la clase trabajadora, aunque débilmente organizada y carente de un proyecto político, pero con la masividad de siempre, opone resistencia esporádica debido a su sino defensivo. En otras palabras, ¡la burguesía no puede y la clase trabajadora no quiere! Esta situación de debilidad de la clase trabajadora es provocada por dos factores; por no retomar el proyecto histórico, que es el reemplazo del sistema capitalista por uno socialista y por no poseer el instrumento político, organización o partido que le abra el camino y la dirija. Es decir, el problema de los trabajadores y trabajadoras sigue siendo un problema de dirección.
En esta etapa que nos encontramos la burguesía mundial y con ella la nacional, retoma una dinámica que había comenzado a revertir en parte en los años ’80, a saber la disminución de la tasa de ganancia. Este proceso que se había atenuado y revertido en algunos casos, hoy vuelve a hacer crisis a nivel mundial, lo que ha empujado a la burguesía a enfrentarse entre ella, por materias primas y mercados desde los años ’90 y hace 10 años acompañado por un acelerado agotamiento del neoliberalismo como modelo de explotación.
Si a este proceso estructural mundial del sistema capitalista, le añadimos que la burguesía nacional se enfrenta a una disyuntiva de fuentes de capital, EE.UU. o China, con la consabida dependencia neocolonial, podemos entender, el proceso político que se caracteriza por una profunda crisis del régimen, que la Etapa No Revolucionaria nos ha entregado a nivel nacional.
La clase trabajadora debilitada, deslocalizada, sin identidad, producto de su inestabilidad laboral y precarización creciente, al igual que el 2001, 2006 y 2011 cedía el puesto en la lucha el 2019 a sus hijos en su condición de estudiantes como punta de lanza de una clase aletargada. Esta característica explica el por qué la pequeña burguesía encabezó el movimiento por redes sociales y donde predominaban las consignas, que estaban plagadas de expresiones de deseo y buena voluntad, como el grito de “Chile Despertó”, voceadas hasta la saciedad. Caracterizados por una voluntariedad a toda prueba, pero sin objetivos políticos que no fueran aumentar sus beneficios de financiamiento, integración e inclusión, la pequeña burguesía se retira en su gran mayoría cuando se comienza a focalizar el movimiento en una tarea política concreta, bajo la consigna “Renuncia Piñera”.
Ambas formas de protestas amalgamadas en un principio, comienzan a diferenciarse producto de los objetivos que se pretendían; mientras el sector dirigido por la pequeña burguesía estaba llena de expresiones alegóricas y artísticas; en las poblaciones cambiaba dicho cariz, ya que los hijos de la clase trabajadora, estudiantes, pobladores y marginados del sistema, le entregaban algo más concreto al movimiento, que era la identificación de la protesta social, contra la represión de carabineros, la marginalidad, las carencias alimentarias, los costos del pasaje, bajos sueldos, precarización, etc. Todas y cada una de estas eran expresiones de frustraciones e ira acumuladas por décadas, pero que lentamente se fueron estructurando en una expresión política focalizada en Piñera, cabeza visible del modelo. Aunque este proceso fue un poco más rápido que las movilizaciones de masas en los centros de las ciudades, este fue algo más confuso ya que tuvo que convivir con algunos saqueos y ataques a comisarias.
La duplicidad inestable hacía que mientras la pequeña burguesía buscaba formas que el gobierno cediera a beneficios de acceso a créditos, mantener el nivel de consumo, aumentar la participación y la inclusión, la rabia contra Piñera y el régimen político se incrementaba en la clase trabajadora por la precarización laboral, carencias de viviendas, marginalidad, pésima salud y desfinanciamiento de la educación pública, etc. Dicha contraposición de objetivos confusos y difusos, unidos pretendían una transformación de distinto origen y diversos objetivos; mientras la pequeña burguesía quería acceder al poder de administración del Estado, como expresión y objetivo histórico de dicha clase; la clase trabajadora pretendía, lenta pero sostenidamente, transformaciones concretas en su sueldo, calidad de vida, salud, educación, etc.
Esta situación social donde conviven una pequeña burguesía endeudada y desfinanciada y una clase trabajadora precarizada y pauperizada hace que esta etapa sea “potencialmente explosiva” y este marcada por un empate o equilibro inestable entre las clases. Expresión clara de esta situación social es el comportamiento del régimen político que zigzaguea desde un presidencialismo bonapartista a un parlamentarismo de facto, todo en un régimen democrático burgués en decadencia, que se expresa en una debilidad creciente y sostenida de cada una de las instituciones burguesas (ejecutivo, parlamento, partidos políticos, FFAA., etc.)
Es por esto que pasamos de una Etapa Reaccionaria donde la burguesía hacía lo que quería y la clase trabajadora se defendía como podía, a una No Revolucionaria donde potencialmente la clase trabajadora, sienta presencia ante cualquier pretensión del gobierno para consolidar su estabilidad a costa de ella. Aunque, esta potencialidad de lucha, no se expresa en huelgas ni manifestaciones callejeras, la inestabilidad del régimen y sus instituciones, se sienten débiles ante cualquier manifestación popular, incluso habiendo cooptado al PC que se suponía debía detener o estabilizar dichas manifestaciones entregándole mayor fortaleza al régimen. No hay duda alguna que el nivel de conciencia de la clase trabajadora producto de la experiencia del estallido social del 2019, ha aumentado, aunque su desarrollo no debe ser visto como progresivo de carácter lineal ni continuo, ya que muchas veces tenderá a ser incluso regresivo y contradictorio, pero son fases necesarias para ir consolidando la conciencia de una clase que pretende emanciparse de la explotación capitalista.
Por ello, que el desarrollo político social puede ser acompañado por una etapa que “podría” llegar a durar décadas, no significa que la situación política no pueda ser más tensa o entrar en crisis nuevamente. Es decir, que una etapa de larga duración sea No Revolucionaria, no necesariamente la situación política tiene que ser del mismo cariz. Ejemplificaremos lo anterior, con lo sucedido el 18 de octubre de 2019; la situación política era no revolucionaria, ya que el gobierno de Piñera estaba paralizado ante las contundentes respuestas del movimiento social (universitario, poblacional, etc.), es decir la burguesía pretendía imponer sus políticas y la clase trabajadora se oponía, esto hizo que se pasara a una situación prerrevolucionaria. En las condiciones de una etapa no revolucionaria de un equilibrio inestable, la situación por movilizaciones de masas paso a ser prerrevolucionaria y se expresó en un enfrentamiento extenso en el tiempo de duración y abarcó todo el territorio nacional.
Las instituciones política burguesas se paralizaron ante la gigantesca movilización de masas y el gobierno fuertemente impopular, tuvo que recurrir a la represión abierta con carabineros, para luego llamar a las FF.AA. Toda la institucionalidad burguesa crujió hasta sus cimientos.
Pero, esta movilización de masas, caracterizada por ser inorgánica y sin dirección política, se diluía en expresiones alegóricas y artísticas como también de violencia focalizada en las fuerzas represivas. Esta movilización sin dirección política de clase, ya que la clase trabajadora no intervino, exceptuando en el paro del 12 de noviembre de 2019, donde se notó que la situación estaba tomando un rumbo político que a la burguesía le aterró.
Esta magnífica ostentación de poder de las masas, fue derivando en la institucionalidad políticas, más por debilidades propias de la clase trabajadora que por fortalezas del régimen burgués. Ejemplo de ello, es la abundancia de grupos políticos pequeño burgueses que comenzaron a tender a una institucionalización de la crisis mediante las elecciones, realizando propaganda en las poblaciones y en plena lucha callejera. El FA, FRVS, PC, etc., todas y cada una de estas organizaciones dirigían sus objetivos a la estabilización del régimen para ocupar un lugar en la administración del estado, salvando a Piñera, que era lo mismo en ese momento que salvar el modelo neoliberal, por acción u omisión en el acuerdo del 15 de noviembre.
De una situación prerrevolucionaria a una no revolucionaria.-
La Etapa No Revolucionaria, como hemos señalado, ha visto pasar de una situación prerrevolucionaria a una no revolucionaria, quedando abierta las puertas hacia una situación reaccionaria o una activación prerrevolucionaria, lo que dependerá de la correlación de fuerzas entre las clases. Estas situaciones pueden durar días, semanas o meses, pero son en su mayoría de corta duración. Dependen de los juegos políticos institucionales, medidas del gobierno, movilizaciones sociales, crisis internas del ejecutivo o de la alianza que gobierna, etc.
En estos momentos, la situación política es No Revolucionaria. El gobierno de Boric cada vez más impopular; con un apoyo político electoral esfumándose; sin el menor apoyo social productivo que no sea sectores pequeño burgueses arribistas o profesionales sin principios, con la burguesía tironeándolo, ha develado su verdadera esencia, la de un gobierno “neoliberal”, tecnocrático, burocratizado y pro-imperialista.
Esto determina que hay en el sector popular una oposición en aumento constante, producto de sus definiciones que lo han encapsulado en un gobierno pro crecimiento económico, lo que significa pro empresarial (pro Burguesía). Demostrado una vez más que la pequeña burguesía tiene como objetivo histórico la administración del Estado para la explotación de la clase trabajadora por parte de la burguesía, utilizando la consabida estrategia de “desviar” el foco de atención de las masas desde lo productivo (fondo) a la imagen (forma)[9]. Su objetivos tecnocráticos de estabilizar la economía, no es más que hacer pagar a la clase trabajadora la crisis económica que ha comenzado a ver los primeros síntomas; depreciación del peso ante el dólar; cesantía creciente y sostenida (la real, no la de las encuestas); disminución del consumo de alimentos (en ferias libres han comenzado a vender mitades de productos); sueldos bajos y precarios; incremento de las deudas y morosidades; aumento de los precios de los alimentos, combustibles, dividendos, etc. Mientras las ganancias de la burguesía en el sistema financiero, afps, supermercados, retail, exportaciones, etc., son gigantescas.
Esta es la mejor expresión del voluntarismo pequeños burgués del “Chile Despertó”, que sólo cambió para los que se incrustaron en el aparato estatal y ahora son el colchón social que pretende detener la expresiones populares ante un gobierno débil, títere e incapaz de resolver los problemas de la población.
Por esta fuerza potencial de la clase trabajadora, es que la confianza de la burguesía en el gobierno de Boric es condicional, lo dejarían caer sin ningún problema ante una conmoción social como el estallido del 2019. Lo usan porque saben que sería la primera barrera de defensa de los intereses burgueses, la última serían unas desprestigiadas fuerzas armadas, que le han dado muestras claras a Boric que no dependen en última instancia de él; el discurso del almirante retirado (21 de mayo); la ralentizada entrega de los marinos a la justicia (Talcahuano) y la oposición de ir a los lugares donde existen incidentes como sucedió la semana del 13 de junio, donde los que ocuparon un camino en la zona mapuche, hicieron hasta un asado, son solo ejemplos tenues de este síntoma que se extiende.
Por otro lado, una muestra evidente y patética de la debilidad política de Boric son las calles vacías en su recorrido a la cuenta pública del 1 de junio, donde la clase trabajadora, que no lo siente ni lo ha sentido cercano, brillaba por su ausencia.
La debilidad intrínseca de Boric, compartida y heredada de la administración de Piñera, es la expresión más profunda de la Etapa que se vive, un equilibrio inestable de la clase trabajadora y la burguesía, donde ésta última debe confiar condicionalmente en un personaje ajeno a su clase, pero más dependiente que Piñera. Y la expresión más superficial de su inestabilidad es la carencia de un apoyo político concreto. Solo tiene el soporte de nichos electorales que no son más que un apoyo insubstancial, caracterizado por ser transitorio y extremadamente condicionado, por lo que Boric ha tenido que ir sentando los puentes con la burguesía que mientras más lo acoge más lo debilita.
La crisis es tan profunda que la etapa puede dar pie hasta una situación reaccionaria con tintes contrarrevolucionarios.
La etapa que hemos conocido se caracteriza por la potencialidad aletargada de la clase trabajadora y una profunda división de la burguesía que la mantiene confusa y expectante, generando la crisis del régimen que ha levantado y bajado expectativas, mientras una pequeña burguesía tecnocrática y vacilante que solo cumple su rol histórico, que es el mantener y administrar el sistema capitalista en momentos que la burguesía se ve dividida o en peligro, pretende enfilar al país al imperialismo que esté dispuesto a invertir más.
Es por ello, que la situación política se encuentra zigzagueando entre una de carácter prerrevolucionaria y una no revolucionaria, donde el gobierno de Boric con una guía obsecuente, dirige al PS y al PC, dos sectores burgueses que pretenden darle conducción al régimen para estabilizarlo. Estos se diferencian en las formas y métodos; los primeros resistiendo el cambio del modelo económico para evitar la incertidumbre que hoy el mundo enfrenta y, el otro pretendiendo cambiar el modelo hacia una utopía pequeño burguesa de pequeños propietarios y una economía estática, donde las inexorables leyes del sistema capitalista (concentración del capital y las propiedad y la baja tasa de ganancia) se disimulen con paternalismo social y caridad auto-gestionada.
Es por ello, que los políticos y administradores del Frente Amplio (F.A.), zigzaguean entre ambos, para dar muestra de cierta independencia, exponiendo su debilidad ante la burguesía y su socavamiento progresivo de apoyo popular. Demostrando una vez más, que el gobierno se sustenta y sobrevive por la debilidad de la clase trabajadora.
Realidad que la burguesía palpa, conoce y maneja con la sabiduría de una clase que se ha mantenido en el poder por siglos. Por ello, mantiene una fuerte y sistemática campaña de extorsión política al gobierno de Boric. Diariamente pautea la política económica mediante estadísticas Icare, INE, universidades o propias, por sus voceros El Mercurio, Diario Financiero y La Tercera, canalizando lentamente los movimientos del gobierno. Por ejemplo, exponiendo; “la caída de salarios reales” (6 mayo), “los riesgos de solvencia del Bancoestado” (31 mayo), “la baja confianza empresarial” (1 junio), inversiones como la del “Grupo Angelini en Brasil por US$3 mil millones” (23 junio) para una planta de celulosa en directa referencia a la situación de la zona mapuche, etc. golpeando sostenidamente donde pueda flanquear las decisiones políticas del gobierno para rectificarlas a su gusto.
Esto le ha sido fácil, ya que Boric es más un “administrador de recursos” que un “transformador”, por lo que le interesa obtener recursos económicos y no generar recursos potenciando transformaciones estructurales. Falsa ilusión de una clase que lleva en su interior su adhesión al capitalismo como medio de surgimiento individual y de auto gestión.
Situación explosiva que puede ir deslizándose hacia una inestabilidad mayor, al incrementarse la frustración y la acumulación de promesas incumplidas que la población creyó y que generó la masa electoral que terminó votando por él. En este derrotero degenerativo, Boric busca apoyarse en la burguesía (integrando al PS al gobierno) que lo seguirá presionando hasta dejarlo convertido en una piltrafa política. Pero no, sin antes, realizar las tareas de contención político-social que ni Piñera ni menos Kast podían hacer, que no fuera convirtiendo el país en una matanza generalizada por el nivel de movilización que existía.
Boric, el PS y el PC, apuestan a que juntos a las fuerzas represivas del régimen y un sector individualista, arribista y proclive a la caridad social que se insertó en el aparato estatal y que por mantener su puesto se vendería al mejor postor, no dudando en dejarlo caer, si es necesario, lograran estabilizar el régimen burgués. ¡Falsa premisa, equivocada conclusión! Si parten señalando que la crisis es solo política y administrativa, terminaran desilusionados y cometiendo errores, como ya los acumulan por docenas. Otros pequeños burgueses que serán exprimidos por la burguesía y expulsados al basurero de las historia.
Entre estos esfuerzos, está la referencia que hace Boric al libro de Joaquín Lavín, que no es más que otro intento de acercarse al sector burgués para evitar que esta clase siga desconfiando de él. La ingenuidad de Boric al parecer no tiene límites, si piensa que podrá sentar las bases que tuvo Ricardo Lagos con el gran empresariado. Si no sigue cumpliendo las directrices que le dan y que Marcel las aplica hasta ahora, cual disciplinado instrumento, terminarán aplastados.
Para hacerlo corregir el rumbo, las encuestas han servido mucho. Mientras un sector de la burguesía más conservador usa a Cadem y demuestra su bajo apoyo, la otra utiliza Pulso Ciudadano que le da un respiro entregándole unos puntos más, pero ambas manifiestan una tendencia que es cristalizar a Boric en un bajo sustento de la población, para mantenerlo dependiente y sumiso. Situación que expresa la encuesta CEP como rectora de las otras dos y máxima expresión de la burguesía. No es que estén mintiendo por el bajo apoyo popular que tiene Boric, sino que su trabajo es más bien mantener la ansiedad del gobierno, recordándoselos semana a semana, mes a mes. Es otro instrumento de presión que hasta ahora le ha servido a la burguesía ante un Boric famélico de apoyo popular.
Mientras más se esfuerce Boric por acercarse y acreditar su fe capitalista neoliberal, más se alejará de los residuos de apoyo político de la masa electoral que votó por él y que aún expresa alguna ilusión que pueda rectificar sus medidas de gobierno.
Si hay algo claro es que en su mayoría las masas desconfían de Boric e incrementarán su movilización social de forma constante, cuando salgan de la parálisis que se encuentra con el fuerte impacto en su nivel y calidad de vida que está sufriendo. En el mes de mayo el 88% de los productos de la canasta básica de alimentos se incrementó marcando un 17,3% de incremento en un año. El aumento de la inflación, que por enésima vez quedó claro que no era causada por los retiros de las afps; como la subida de los precios del pan, combustibles, abarrotes, etc., ha sido una vuelta a la realidad que no todos estaban preparados para entender.
Es por ello, que la burguesía y pequeña burguesía y sus organizaciones, gobierno y partidos políticos se han encargado de repetir que los problemas políticos fundamentales del país, son tres; la migración ilegal, la violencia de la zona mapuche y la violencia delincuencial como la de los estudiantes en los liceos. Y la perspectiva a corto plazo que se debe resolver es el apruebo o rechazo de la nueva constitución, para quienes ya no resisten los otros temas y puedan focalizarse en la Convención Constitucional. Burda y estéril maniobra burguesa que pretende que la clase trabajadora se preocupe de temas que no le afectan a diario como son los precios del pan, un sueldo precario o el valor del pasaje de la locomoción colectiva, entre otros.
La clase trabajadora sabe que tiene que hacer el 4 de septiembre, es votar por una alternativa a ésta constitución neoliberal, no porque la otra será la solución, sino porque es el rechazo a 45 años de explotación desenfrenada de parte de la burguesía a la clase trabajadora y cualquier cosa que ayude a alivianar esto, es mejor. Alivianar no eliminar, porque la nueva constitución tiene la misma base, es capitalista y explotadora, pero permite mejores condiciones de lucha.
La preocupación del incremento de la pobreza y la baja sostenida del consumo de alimentos de parte de la clase trabajadora, choca con un gobierno insensible y distante, que no ha hecho nada para detener este proceso. Mientras empuja a la clase trabajadora y a la pequeña burguesía a un endeudamiento sostenido a altas tasas de interés incrementando las utilidades de la burguesía, en el sector financiero, queda claro cuál es su norte, proteger a los grandes grupos económicos.
Perspectivas.-
Esto podría desatar una ira contenida de parte de la clase trabajadora, sobre todo comenzando un invierno que no solo traerá frio sino que también hambre y bancarrota en muchos hogares. La burguesía lo sabe y el sector más conservador apuesta a ello, el otro apuesta a que Boric pueda controlar a las masas.
Lo primero significa que se instale la posibilidad del término anticipado del mandato de Boric, siendo reemplazado por un gobierno reaccionario como ha sucedido en Brasil o en Ecuador, etc., pero deberá tener una agregado con fuertes tintes contrarrevolucionarios, es decir tendrá que ser un aplastamiento físico de las aspiraciones populares que no pudieron hacer el 19 de octubre de 2019. Para preparar esto, es fundamental mantener en la zona mapuche un estado de conflicto permanente que acostumbre a los marinos y soldados de tropa a enfrentar a la población civil sin remordimientos.
La segunda opción es cada vez más compleja por la acelerada lejanía que el gobierno está tomando de las masas. Solo podrá realizarla con el copamiento total del gobierno por parte del PS y la expulsión, más testimonial que efectiva del PC, cuando demuestre que no tiene posibilidades de seguir engañando al sector de la población que todavía lo tiene como referente. Al hacer efectivo esto, Boric levantaría la opción de un gobierno de Unidad Nacional (FA, PS y DC), más por tratar de detener su reemplazo que por enfrentar a las masas, aunque eso no se descarta. Proyecto más cercano al PS que del mismo Boric, pero cederá irremediablemente, no tendrá otra salida.
Todo esto estará atravesado por la situación económica y política de la población y la definición de la nueva constitución el 4 de septiembre. Donde se expresa la vieja dicotomía burguesa entre los conservadores y los liberales; usamos solo el garrote o el garrote y la zanahoria para enfrentar a la población.
En este caso la clase trabajadora no puede optar por otro camino que no sea la profundización de la crisis de la sociedad burguesa y el apruebo será eso, ¡Un apruebo, sin ilusiones! Toda otra opción (abstención, tercera opción, boicot, etc.) es una ilusión de la auto-proclamada vanguardia revolucionaria individualista pequeño burguesa. Estos son los que creen que votar por una opción es la culminación del sometimiento de la clase trabajadora a la clase burguesa y que solo la acción directa puede transformar la situación política.
Si algo ha quedado claro en este documento es que la situación política depende de la correlación de fuerzas entre las clases y no de las acciones heroicas de grupos auto-proclamados que no confían en la clase trabajadora y le ayudan al régimen a seguir sometiéndola. Ningún cambio se han realizado por acciones directas, todo tiene que ser con la participación de las masas, para que sea concreto y real, lo otro son ilusiones como el del “Chile Despertó”.
Claro está que el votar por una constitución no es, ni será la solución de los problemas de la clase trabajadora, sólo cambiará en algo, el contexto donde se realiza la lucha contra la explotación y los lacayos de siempre que pertenecen a la pequeña burguesía.
Es por ello, que es necesario seguir agitando el programa de la clase;
1.- Ante la baja de sueldos. Por un incremento salarial.
2.- Ante la inflación. Por sueldos en UF.
3.- Ante la expropiación imperialista y burguesa de los recursos naturales. Por la estatización del cobre, litio, hierro, bosques, mar, etc.
4.- Ante el robo de las afps. Por un Sistema Nacional de Pensiones Solidario.
5.- Ante un sistema de salud deficiente y privado. Por un Sistema Nacional de Salud Universal.
6.- Ante un sistema clasista de educación. Por un Sistema de Educación democrático, laico y universal dependiente del MINEDUC.
7.- Ante el robo en supermercado y farmacias. Por una red de supermercados y farmacias estatales, por alimentos a bajo precio.
8.- Ante la dictadura del patrón. Por la organización sindical obligatoria e inter-empresas.
9.- Por una ley que restituya los fondos de las afps retirados en tiempo de pandemia al jubilarse.
Raúl Román
26 de junio de 2022
[1] Cuando la descomposición del estado burgués es muy profunda, la clase trabajadora se focaliza en la construcción o generación de su dirección política, el partido revolucionario. Dependiendo esto de la etapa de desarrollo de la etapa y la correlación de fuerzas entre las clases, conjuntamente con el nivel de conciencia de clase y de organización.
[2] Michael Roberts “Un mundo apretado”. https://thenextrecession.wordpress.com/. 18 junio 2022.
[3] Inversiones de China en el extranjero 6 de marzo de 2017. https://cincodias.elpais.com/cincodias/2017/03/03/empresas/1488569835_709891.html
[4] El 2014 Ucrania, el problema de Crimea y la guerra en Siria.
[5] Es relativa debido a que también EE.UU. está acercándose a una recesión. Ejemplo de ello, es el incremento de la tasa en las hipotecas, que de 3,2% al 6%, bajando a 18 millones de hogares que califican para acceder a una hipoteca. Esto redundará en una baja en la oferta de casas y una disminución del empleo, ya que significa una reducción del 36% de la demanda potencial del mercado. Michael Roberts “Un mundo apretado”. https://thenextrecession.wordpress.com/. 18 junio 2022
[6] EE.UU. está vendiendo a Europa petróleo, cereales y armas a un mayor valor. Los primeros 4 meses del año EE.UU. vendió al viejo mundo el 74% de gas natural licuado, a diferencia del años anterior que fue 34%. Elperiódicodelaenergía.com. 13 de junio 2022. En abril EE.UU. envió más de 50 millones de barriles desde Texas a Europa. Perfil.com 3 de mayo 2022.
[7] Es la segunda vez, después de la ayuda a Ucrania promovida por EE.UU.
[8] Diario Financiero.14 de junio de 2022.
[9] Ejemplo de ello, es el pretendido cierre de la función de Ventanas el 18 de junio 2022. La pequeña burguesía se apresura a imponer la dicotomía entre ecologismo y depredación del medio ambiente y de las personas, como forma de desautorizar a los que pretenden oponérseles a dicha medida. Primero, esto oculta que el cierre viene a debilitar a Codelco, principal empresa estatal y mundial del cobre y de la pequeña y mediana minería regional. Evitan identificar que la contaminación es producto de la forma capitalista y burguesa que tiene el estado para interrelacionarse con el medio ambiente y la administración de sucesivos gobiernos burgueses de la fundición. ¿Olvido casual? no, es solo otra burda maniobra para privatizar la gran minería del cobre. Segundo, pretenden fortalecer el negocio del cobre (fundición y refinación) en manos privadas, especialmente en capitales canadienses, norteamericanos y chinos. Otra vez el problema se resuelve por lo más débil, los trabajadores, pero debemos insistir que no solo es un problema local, es la preparación de la minería para atraer inversionistas extranjeros a costa de la clase trabajadora. Boric le está abriendo las anchas alamedas de la minería del cobre al imperialismo con el beneplácito del PC. No están protegiendo a nadie más que los intereses de la burguesía y el imperialismo, con su consabido desvío de la atención hacia el ecologismo y la protección de la niñez y los adultos mayores. Como siempre, la pequeña burguesía usa el sufrimiento de la clase trabajadora para ceder espacios y negocios a la burguesía, esta vez al imperialismo.