La crisis económica agita la lucha de clases y resquebraja el frente imperialista

de Comité de Enlace Internacional

La inflación que eleva los precios de los alimentos y de la energía, va encendiendo focos de la lucha de clases, casi con la misma perseverancia como el fuego hace arder los bosques en el norte azotado por las altas temperaturas. El imperialismo atribuye la alta inflación, no vista desde hace 40 años, a la guerra en Ucrania. El aumento de los combustibles y de algunos productos alimenticios, debido a la brusca escasez de su oferta como consecuencia de la guerra, es uno de sus componentes. 

La inflación en estos sectores claves impulsó el aumento general de precios, pero la inflación ya crecía desde antes. La pandemia obligó a los estados imperialistas a emitir más moneda tratando de contener las consecuencias del parate económico provocado por la enfermedad. Esta nueva masa monetaria se vino a sumar a los “incentivos” que el imperialismo viene aplicando sobre la economía tratando de hacerla reaccionar, luego de su derrumbe de 2007/8, del que no ha logrado salir con fuerza. La recuperación “post-pandémica” aunque no llegó a alcanzar el nivel de producción de la prepandemia impulsó la inflación. Llegado a cierto nivel la recuperación se empezó a frenar, y la economía volvió a retomar la dinámica anterior de crecimiento débil, agravado por la desarticulación de las cadenas de producción, a lo que ahora se suman las consecuencias económicas de la guerra. Esta escasez relativa de “oferta” de bienes y servicios en un marco de excesiva masa monetaria dan lugar al aumento de la inflación en los países imperialistas, que se traslada a todos los demás países, aunque cada uno agregue sus condiciones particulares.

Uno de los elementos que aportan a esta alza inflacionaria en los países imperialistas y sus efectos en los países capitalistas atrasados, tiene que ver con el desplazamiento de capitales en favor de la industria armamentista, impulsado por la guerra en Ucrania y el creciente armamentismo como preparativo para una tercera guerra mundial.

En la gran mayoría de los países la inflación no es compensada por aumentos de salarios, o solo se compensa parcialmente. El nivel de vida de las masas asalariadas y pobres, de los campesinos, cae hasta un punto que se hace insoportable. Estallan las luchas y los levantamientos. En esta nueva tanda que sigue a las de 2011/2 y 2018/9, volvió a movilizarse el pueblo ecuatoriano, principalmente los campesinos-indígenas organizados en la Conaie.

Paralelamente, otro tanto ocurría en Sri-Lanka, nada más que allí no ocurrió en una sola embestida contra el gobierno como en Ecuador, sino en varias oleadas que sucesivamente fue volteando uno a uno los pilares del poder de la familia Rajapaksa. Ambos levantamientos tienen en común que protestan contra la suba de los precios de los alimentos y el combustible, y aunque en Sri-Lanka fueron más lejos que en Ecuador al provocar la huida del presidente Gotabaya, el régimen burgués mantuvo el control y logró imponer un presidente provisorio por medio de la sucesión institucional preestablecida. Mientras que, en Ecuador, si bien sectores de masas pedían la caída de Lasso, la dirección del levantamiento, la Conaie negoció con este antes de que “la sangre llegue al río”. Es decir, fueron movimientos de masas contra determinados gobiernos y por reivindicaciones inmediatas, pero en ningún caso hubo sectores importantes de masas dirigidos por organizaciones que tuvieran como estrategia tomar el poder. El movimiento sacudió el árbol del régimen capitalista pero no lo tiró abajo, ni pretendió hacerlo. 

Esta característica de luchas reivindicativas alrededor de demandas mínimas, consistente en aumentos de salarios y por mejores condiciones de trabajo, puede verse en las huelgas de sectores importantes de la clase trabajadora en varios países de Europa, Asia y en Panamá. 

España:  huelga de los trabajadores de la planta de Mercedes-Benz en Vitoria-Gasteiz, País Vasco (Euskadi).Inglaterra: huelgas de los ferroviarios y empleados del correo. Trabajadores aeronáuticos en varios países de Europa. Los portuarios en Alemania. Los petroleros de Noruega. En Corea del Sur, los trabajadores subcontratistas del astillero Daewoo. Las trabajadoras textiles en Myanmar. Y en Panamá: Los docentes y obreros de la construcción, contra la política de ajuste del gobierno que provoca despidos y contra el alza de los precios de la canasta básica, los combustibles, medicamentos y servicios esenciales.

En estas huelgas de la clase obrera, no vemos que surja ninguna dirección independiente, las burocracias de los sindicatos tradicionales siguen manteniendo el control, y no hay ningún proceso político de sectores de trabajadores que se oriente hacia la izquierda a buscar una salida política. 

Pero, esta oleada es un nuevo comienzo de luchas y movilizaciones obreras y populares, que surgen acicateadas por la crisis, expresada en el aumento de la inflación. Las crisis económicas mundial tiende a profundizarse y no encuentra salida por los medios económicos “normales”. Para frenar la inflación la FED sobre todo y ahora también el BCE, están subiendo la tasa de interés, con lo que aumenta el riesgo de default en una cantidad importante de países y grandes empresas (zombies) endeudados. Es un pronóstico ya aceptado ampliamente que EE-UU y Europa recurrirán en una recesión general, dentro de poco tiempo, si no en este año, en 2023. La estanflación puede sumar a las luchas por aumento de salarios, las luchas por contra los despidos. Veremos entonces qué dinámica adquiere la lucha de clases, por supuesto interviniendo en la medida de nuestras posibilidades.

Cumbre de Madrid: La OTAN avanza en los preparativos de una guerra mundial

El 29 y 30 pasado se realizó en España una reunión cumbre de la OTAN. Aprobaron un documento llamado Nuevo Concepto Estratégico, en donde se establecen las “hipótesis de conflicto”. Con un giro de 180 grados respecto del anterior documento votado en Lisboa hace 12 años, en el que Rusia era considerada un socio estratégico, ahora pasó a ser la principal amenaza a la seguridad de los países aliados en la OTAN.

EE-UU anunció un aumento de sus tropas en Europa, las que llegarían a 100 mil, especialmente en los países del este, con un nuevo cuartel general permanente para su V Cuerpo del Ejército en Polonia, y el despliegue de 3000 soldados en Rumania. Ya el 10 de abril, a los 40 días de iniciada la invasión rusa a Ucrania, el Viceprimer ministro polaco, Jaroslav Kczynski, en declaraciones a la prensa alemana afirmó que “Varsovia está abierta al despliegue en su territorio de armas nucleares si es necesario”. La OTAN también resolvió elevar de ahora al 2024, de 40 mil a 300 mil – casi 8 veces más – el número de efectivos disponibles de respuesta rápida.

Dado que, tras negociar el veto que imponía Turquía, Finlandia y Suecia fueron invitados a ingresar a la OTANBiden anunció que enviará refuerzos a los países bálticos particularmente a Lituania, adonde Alemania también mandará tropas. Algunos países pretendiendo demostrar que ya pusieron “toda la carne en el asador” respecto a Rusia, y otros quizás aumentando la presión para negociar, los miembros de la OTAN también expresaron la voluntad de desarrollar su asociación con Bosnia-Herzegovina, Georgia y Ucrania, aunque no de manera inmediata. 

Tras advertir que “La guerra no terminará con una victoria de Rusia sobre Ucrania”, Biden anunció un nuevo paquete de ayuda militar de 800 millones de dólares para Ucrania, que incluye sistemas de defensa aérea y armas ofensivas.

El documento de la OTAN también ubica a China como un “desafío” estratégico al orden mundial y un factor que “erosiona las democracias”. Y plantea su preocupación por la alianza entre Rusia y China la que, según la OTAN, está orientada a socavar el orden internacional basado en “reglas, valores e intereses occidentales”. Ubica al Indo-Pacífico, como una región en la que se desarrollan acontecimientos que “pueden afectar directamente a la seguridad euroatlántica” y denuncia la «ambición» china, los intereses opacos de los dirigentes en Beijing, y señala que «las operaciones híbridas y cibernéticas maliciosas de la República Popular China y su retórica de confrontación y desinformación tienen como objetivo a los aliados y dañan la seguridad de la alianza» y provoca «intimidación a sus vecinos, incluido Taiwán».

En la Cumbre estuvieron presentes Japón, Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda, para dar testimonio de su compromiso en los preparativos de guerra contra China. Y para “engrasar” económicamente la disputa por capturar aliados que hagan de soporte en la guerra, días atrás los líderes del G7 acordaron un programa de inversiones en infraestructuras por 600 mil millones de dólares, cuyo objetivo declarado es competirle a China y evitar que los países de ingresos bajos y medios caigan -según el imperialismo yanki- en la «trampa de la deuda» y bajo la dependencia de Beijing, disfrazada a través de «la nueva ruta de la seda». 

La novedad en el documento es la incorporación de Oriente Medio, el Norte de África y el Sahel como regiones con “potencial desestabilizador”, advirtiendo que la OTAN podría actuar contra “conflictos, fragilidad e inestabilidad en África y Oriente Próximo -que- afectan directamente a nuestra seguridad y la de nuestros socios”.

¿Será ese el bocado que EE-UU le reserva a Francia, Alemania, Italia y España a cambio de no dividir el frente imperialista en una guerra contra China?

El documento dedica un especial reconocimiento a la Unión Europea, que parece redactado por EE-UU y el ala europea proyanqui, como un tiro por elevación a las aspiraciones de Alemania y Francia a la autonomía:  dice que es un “socio único y esencial para la OTAN”, reconoce “el valor y la fortaleza de una defensa europea más fuerte y capaz” y aplaude las iniciativas destinadas a “incrementar los gastos de defensa” y desarrollar las “capacidades militares” de Europa, siempre que se “eviten duplicidades innecesarias”.

Es que, aunque por el momento no tengan más alternativa que seguir subidas al tren que tiene a EE-UU como locomotora, no parece que Alemania, Francia e Italia estén dispuestas a soportar las graves dificultades económicas que introduce en Europa Occidental una prolongación de años en la guerra de Ucrania. Recientemente viajaron los respectivos jefes ejecutivos de esos países, Macron, Scholz y Draghi (más el presidente de Rumania Klaus Iohannis) para discutir directamente con Zelenski un plan para terminar la guerra a corto plazo, o por lo menos llegar a un alto el fuego prolongado.

Por ejemplo, tras declarar a Rusia la principal amenaza, en el documento aparece el agregado mencionando que esta caracterización no cambiará hasta que Moscú no cese “en su agresiva conducta y cumpla plenamente con la legalidad internacional”.

Por otra parte, desde el punto de vista estructural esos países centrales de la “vieja Europa”, tienen sus nexos económicos principalmente establecidos con Rusia y China. La guerra que quieren EE-UU y el Reino Unido, contra China y Rusia, en la cual actuarían Alemania y Francia-Italia quedarían subordinadas al eje imperialista anglosajón, no parece ser conveniente a los intereses de las potencias europeas.

Por el momento, la crisis general agravada por la guerra ya provocó la caída de Boris Johnson (UK) y Mario Draghi (Italia). 

También entran en juego, como en una partida de ajedrez, las alianzas en el medio oriente. Tras la visita de Biden a Arabia Saudita para reforzar el acuerdo militar y el compromiso de no permitir que Irán acceda a la bomba nuclear, acontece la reunión entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, el ruso Vladímir Putin y el iraní Ebrahim Raisi, que se llevó a cabo bajo la cobertura del formato de Astaná, creado para la resolución del conflicto en Siria. Pero es evidente que las discusiones abarcaron los principales problemas de la guerra y la situación internacional.

Si bien pareciera que AL puede quedar al margen de esta gran conflagración, no hay que perder de vista que EEUU a través del Comando Sur (Comando militar estadounidense creado en 1963 que opera desde México hasta la Antártida) no ha cesado un segundo en proteger sus intereses en el que considera su “patio trasero”. El año pasado Craig Feller, exjefe del Comando Sur declaraba “estamos perdiendo nuestra ventaja posicional en este hemisferio y se necesita acción inmediata para revertir esta tendencia” y la actual jefa Laura Richardson en una reciente conferencia de prensa asevera sobre la zona del norte de Argentina y Chile y el sur oeste de Bolivia: “…esta región (LA) es tan rica en recursos minerales de tierras raras, litio, el Triángulo del litio está en esta región, hay muchas cosas que esta región tiene para ofrecer… pero veo lo que nuestros competidores están haciendo, Rusia también ésta en esta región, están allí para socavar a EEUU, para socavar las democracias”. Como mínimo antes y durante la guerra EEUU hará prevalecer su predominio en la región para asegurarse el abastecimiento de materia prima a su industria de guerra e impedírselo a sus rivales a como dé lugar. Obviando las revoluciones victoriosas que esperamos acontecerán, la guerra mundial también decidirá -entre otras cosas- que potencias dominaran los recursos naturales de AL los próximos decenios.

Mientras tanto, en el sudeste asiático las amenazas de EE-UU contra China abarcan no solo a la defensa de Taiwán, sino también se extienden al aliado norteamericano Filipinas que parece haber entrado también en el juego de las provocaciones en la disputa por la soberanía de los islotes y aguas al sur de China.

Se agrega ahora la enorme tensión generada por el viaje de Nancy Pelosi a Taiwán, antes suspendido por Covid. China había advertido acerca sus consecuencias, amenazando con un cerco aéreo e inclusive con tirar abajo su avión. Finalmente, ello no ocurrió. Pelosi se reunió con la presidente de Taiwán e hizo su cínico discurso. Pero China contestó con un gran despliegue militar incursionando en el espacio aéreo y marítimo, es decir, violando la soberanía del territorio que Taiwán defiende como propio. Ante esto el G7 se quejó de manera unificada contra la violación al derecho internacional, reiterando el cuestionamiento usado contra Rusia cuando avanzó sobre el territorio ucraniano. EE-UU juega a las escondidas con sus declaraciones diplomáticas. Repite que sigue adhiriendo a los acuerdos de Nixon-Mao acerca de “una sola China”, pero actúa abiertamente de manera contraria reconociendo de facto a Taiwán como nación independiente. Hace trascender a los medios de difusión, que el viaje de Pelosi se realizó en contra de la opinión de Biden y el Pentágono, para minimizar la provocación política ante la opinión pública. Nadie puede creer las maniobras publicitarias de Biden ni los discursos de Pelosi. La realidad es que EEUU esta jugado a montar una provocación que obligue a China a atacar Taiwán, de manera que EE-UU pueda intervenir en esa guerra presentándose como los abanderados de la defensa de la autodeterminación de las naciones y de la democracia. El tiempo de las definiciones se acerca cada día más.

Fuera del lenguaje, cada vez menos diplomático de la OTAN, que ya se ubica como una alianza global, el general Patrick Sanders, jefe del Estado Mayor del Reino Unido, advirtió a sus soldados que son «la generación que debe preparar al Ejército para volver a luchar en Europa» contra Rusia en una potencial tercera guerra mundial y caracterizaba que se está viviendo “el momento 1937”, refiriéndose a los dos años anteriores a la segunda guerra mundial. Las declaraciones de Sanders no son descolgadas. El secretario de Defensa británico, Ben Wallace, dijo que el Reino Unido debe continuar aumentando la inversión en defensa para enfrentar las amenazas no solo de Rusia, sino también de China y otros países.

Mientras que la ministra británica de Exteriores, Liz Truss (una de las candidatas a suceder a Boris Johnson), volvió a comparar a Ucrania y Taiwán y pidió aumentar la capacidad defensiva de la isla. 

China hace rato que está avisando que hay líneas rojas respecto a Taiwán. China aumenta sus capacidades navales y misilísticas construyendo bases en islotes en el mar del Sur de China, preparándose para ser a corto plazo el enemigo número uno de la OTAN. La guerra mundial parece cada vez más cerca e inevitable. Sólo los partidos del FIT-u, ya preparando su interna electoral -especialmente el PTS-, la ignoran. Y la LIT-ci y otros grupos “morenistas”, no solo tienen una posición capituladora en la guerra de Ucrania, ubicándose en el bando de la OTAN, sino que ninguno advierte que se acerca una nueva conflagración mundial.

 Comité de Enlace Internacional 

24/7/22

Ir al contenido