por Ariel Orellana Araya //
El fenómeno de la migración no es nuevo, desde las teorías del poblamiento humano, pasando por el período de colonización y esclavitud del “tercer mundo”, hasta la conquista de nuevos mercados por parte de las potencias mundiales y el correspondiente traslado de trabajadores y trabajadoras tras la ilusión de encontrar mejores condiciones de vida, o de acuerdo a los requerimientos del mercado del trabajo a escala global, son muestra de que desde los inicios de la especie humana y hasta el presente los hombres y mujeres se han trasladado de un lugar a otro para satisfacer sus necesidades materiales.
La búsqueda de trabajo es una de las dimensiones más importante a la hora de consultar por qué se migró, hoy cerca del 76% del total de migrantes que reside en Chile se encuentra inserto en el mercado del trabajo de acuerdo a la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, CASEN 2015, sin embargo, las condiciones laborales en relación a un trabajador nacido en Chile son de mayor precariedad, el no pago de cotizaciones previsionales, diferencias considerables en las remuneraciones de trabajadores chilenos y migrantes, explotación laboral a destajo, sistema de esclavitud a través de la retención de pasaportes o DNI, discriminación por el color de piel o país de origen, hacinamiento, son sin lugar a dudas, parte de la realidad de las y los cerca de 465.319 mil migrantes, que representa tan sólo el 2.7% respecto de la población nacida en Chile, datos entregados en la misma encuesta.
De cada 4 migrantes 3 son latinoamericanos, mujeres y hombres colombianos, peruanos, haitianos, venezolanos, ecuatorianos y bolivianos, entre otros, han decidido ejercer su derecho a migrar y se han instalado en Chile buscando una oportunidad laboral para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias y que provienen en general de realidades aún más paupérrimas que las sufridas por la clase trabajadora en Chile.
Para el estado chileno migrar se ha entendido como un delito, en el marco de una legislación creada en dictadura militar y bajo la doctrina de la seguridad nacional, que se ha perpetuado hasta hoy, por eso no es casualidad que sea la Policía de Investigaciones (PDI) quien autoriza o no, el ingreso al país por los diferentes puntos fronterizos. Además, los medios de comunicación en manos de la patronal han criminalizado a las y los migrantes, permanentemente vemos en los canales de televisión y la prensa burguesa titulares como “colombianos traficantes”, “peruanos ladrones”, “bolivianos que no trabajan”, “haitianos que nos quitan la pega”, “ecuatorianos asesinos”, cuando en realidad son casos aislados y los datos duros así lo demuestran. La población penal migrantes cumpliendo condena es marginal y bordea el 2% de acuerdo a información entregada por el Ministerio del Interior y Seguridad Publica; en relación al mercado del trabajo los migrantes sólo ocupan alrededor de un 2% de los puestos de empleo y al contrario la tasa de desempleo de migrantes no supera el 1.5% del total, lo que demuestra que no son delincuentes, no son flojos y no “nos quitan la pega”, por el contrario, datos de la OCDE indican que el promedio de migrantes en los países que componen el grupo es del 12.7%, versus el 2.7% de Chile.
Partiendo de la base de que la migración es una constante a lo largo de la historia de la humanidad, y que, en su mayoría es para mejorar las condiciones de vida, que hoy se expresa en la búsqueda de trabajo, como Asociación Intersindical de Trabajadoras y Trabajadores Clasistas, AIT, creemos que los sindicatos de clase en la actualidad deben integrar las demandas de las y los trabajadores migrantes, luchar por terminar con la discriminación en términos culturales y económicos y denunciar las prácticas discriminatorias de la patronal, solidarizar con las y los trabajadores migrantes que han sido víctimas del mismo sistema capitalista que nos oprime a todos y todas como clase trabajadora, reconociendo que pertenecemos a la misma clase independiente del país del cual provengamos, y parafraseando a Marx, los proletarios somos una sola clase a nivel mundial y no tenemos patria.
(el autor es Trabajador de la Salud Pública y Miembro de la Asociación Intersindical de Trabajadoras y Trabajadores Clasistas, AIT)