por Ibán de Rementería
Recientemente, tanto algunos alcaldes como el Gobierno han sobre visibilizado sus actuaciones en contra de los narco mausoleos, los narco memoriales y las narco animitas, que son las expresiones populares de dolor y memoria por la muerte violenta de algunos operadores del narcotráfico local en los barrios populares. También, en este afán publicitario un par de alcaldes han destruido parcialmente algunas mejoras en las narco casas, se dice, buscan salir en los matinales de la televisión. El principal argumento en contra de estas narco expresiones es liberar esos espacios públicos del control simbólico y social de esa forma del crimen organizado, así como enfrentar la cultura narco que afecta la convivencia cotidiana en los barrios populares y, además, ejerce una mala influencia entre los jóvenes locales. Como bien sabemos las otras expresiones de la narco cultura son los narco funerales, que paradojalmente cuentan con vigilancia y protección policial, así como, algunas narco fiestas bien provistas y amenizadas para todos los vecinos, todas estas profusamente engalanadas por narco fuegos de artificios, los que también están prohibidos. En algunos casos estas narco expresiones han obligado a la suspensión de las actividades escolares. Las siete intervenciones hasta ahora realizadas en la Región Metropolitana en contra los narco memoriales se habían caracterizado por la aceptación de los deudos relacionados y algunas manifestaciones de resistencia y protestas marginales y poco significativas.
El más reciente incidente por estas “narco liberaciones barriales” se produjo el 4 agosto recién pasado, esta expresión comunicacional de la guerra contra las drogas en el barrio Yungay de la Comuna de la Granja, fue unoperativo dirigido por la Delegada Presidencial Metropolitana, Constanza Martínez; el Subsecretario de Desarrollo Regional, Nicolás Cataldo; el Alcalde de La Granja, Felipe Delpin, y el Gobernador Metropolitano, Claudio Orrego. Cuando aquellos estaban con la prensa irrumpen miembros de la Garra Blanca del Club de Futbol Colo Colo, al cual pertenecía el homenajeado, y algunos vecinos del barrio que los insultan y amenazan, por lo cual Carabineros debe protegerlos con carros lanza aguas y escudos, entonces, en medio de insultos y pedradas abandonan el sitio del narco memorial, el cual fue desmantelado por los propios familiares y sólo quedaba un mural del joven homenajeado,Vito Luciano Osses Reyes, asesinado en octubre de 2022 tras un enfrentamiento entre bandas rivales.
Este aspecto esencialmente comunicacional de la guerra contra el narcotráfico no es un asunto menor, ya que al ser el narcotráfico una forma del crimen organizado que responde a la demanda social por drogas, que la población utiliza junto con el café, el alcohol, el tabaco y los psicofármacos para autogestionar su salud mental, en particular sus trastornos del ánimo como son la ansiedad, la depresión y la angustia, lo que ha terminado por ser una exigencia del vivir y sobrevivir en la sociedad actual. Lo anterior es claramente constatable cuando las autoridades sanitarias nacionales e internacionales reconocen que algo así como la mitad de las licencias médicas lo son por salud mental, por lo tanto, pese a que la actividad del narcotráfico es ilícita e incluso criminal, cuenta con la aprobación tácita e, incluso explícita, de la población. Además, como lo indica la literatura y el cine, el crimen organizado se muestra solidario y protector con el entorno en los cuales vive y opera. Tanto es así que las denuncias por drogas casi no existen.
Por lo demás, todas las formas del crimen organizado responden a demandas sociales insatisfechas por el mercado o por el estado debido a prohibiciones por este establecido, tales como: la prostitución, el contrabando, las inmigraciones ilegales, los juegos de azar, el comercio ambulante, los productos de marca falsificados, etc. Pero, lo importante aquí es que la invención de la guerra contra el narcotráfico es uno de los instrumentos de control social con el cual culmina el uso del poder penal para el control social, como bien hace año se ha estudiado en los Estados Unidos de América: la guerra contra el alcohol tenía por objetivo controlar a la población de origen irlandés y latino, la persecución de la marihuana era para controlar a los trabajadores temporales mexicanos, hoy a todos los jóvenes, la guerra opio servía para vigilar a las poblaciones de origen oriental, la guerra contra la cocaína se hace para someter a las poblaciones negras, luego, bien sirvió para derrotar a las guerrillas en Colombia.
La única manera efectiva de luchar contra el narcotráfico es ofreciendo alternativas seguras de gestión de riesgo y reducción de daño que permita el acceso controlado a las sustancias psicoactivas como lo hacemos con el tabaco, el alcohol y el café, de la misma manera que lo hacen casi todos los países europeos, 27 estados de los 50 que conforman los Estados Unidos de América, así como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, también ya la mayor parte de los estados de las américas. Pero, la alternativa real de afrontar el asunto de las drogas es haciendo se cargo del grave problema de salud mental que padece la mayoría de nuestras poblaciones, de lo contrario solo el narcotráfico seguirá produciendo y ofertando soluciones a la mano, sin gastos médicos ni desaprobaciones sociales. Finalmente, no se debe olvidar que durante los estados de guerra contra el narcotráfico, en los últimos 10 años en México cien mil personas han sido asesinadas y, se estima, que un millón de personas lo han sido en la región.
Hoy por hoy, en Chile el 22% de la población carcelaria está privada de libertad por infracciones a la ley de drogas, siendo así la segunda causa luego de la que está por robo, de ella, de esa población carcelaria por drogas es probable que el 90% solo haya portado menos 10 gramos de cualquier droga al momento de su detención. Si liberáramos a la mitad de quienes están por drogas en las cárceles debido a que fueron condenados por tenencia o porte de pequeñas cantidades contaríamos con un 10% más de cupos carcelarios para otros delitos más graves.