España: el PSOE, entre el inmovilismo y la alianza con Podemos

por Jaime Pastor//

La crisis del PSOE –de identidad, de proyecto y de liderazgo- sigue abierta. Como ya hemos analizado en otros artículos 1/, tiene rasgos comunes con la que afecta a la socialdemocracia europea, debida principalmente a los límites estructurales de las políticas social-liberales en el marco de la crisis sistémica y de la Unión Europea austeritaria y a la creciente pérdida de apoyos en su base social tradicional. A éstos se suman los que han ido debilitándole como pilar principal de un régimen en crisis, tanto en el plano social como en el nacional-territorial, convirtiéndole en un partido con una base social envejecida y concentrada principalmente en el sur, bajo el control de una nomenclatura que sigue aferrada a los intereses del régimen y el bloque de poder dominante. Un conjunto de factores a los que se añade otro que no se da con tanta fuerza en otros países: el ascenso de una coalición de fuerzas encabezada por Podemos que le sigue amenazando, pese a sus dificultades actuales, con superarle en votos y que ya gobierna con su apoyo en ayuntamientos emblemáticos de grandes ciudades.

Ahora, la convocatoria por el Comité Federal del PSOE de elecciones primarias para elegir Secretario/a General el 21 de mayo y del próximo Congreso los días 16 al 18 de junio marca la conversión en oficial de la mayor confrontación que vamos a ver en este partido desde el famoso Congreso de Suresnes de 1974. En realidad, esa batalla interna está abierta desde las elecciones de junio de 2016 y, sobre todo, desde el 1 de octubre pasado. Fue ése el funesto día en el que se produjo la defenestración programada como “operación de Estado” (en acertada definición de Pérez Tapias) contra Pedro Sánchez como Secretario General de este partido, con el fin de poder garantizar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del gobierno mediante la abstención del grupo parlamentario socialista. Desde entonces, la hostilidad entre la nueva Gestora y un amplio sector de la militancia socialista no ha dejado de crecer.

Tres candidaturas, las de Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez, van a pugnar ahora por hacerse con el puesto número 1 del PSOE y su primera prueba de fuerzas va a estar en torno a quién consigue mayor número de avales, con la líder andaluza dispuesta ya a imponerse por goleada. Díaz cuenta para ello con el apoyo de la Gestora actual y de la mayoría de quienes han formado parte de la elite de este partido desde al menos 1982, mientras que Sánchez amenaza con el apoyo de la mayoría de la militancia y López con su esperanza en aparecer como el único capaz de recomponer la unidad interna y evitar el “choque de trenes”.

¿Habrá debate político?

Hasta ahora, sin embargo, poco debate de proyectos hemos podido ver, si bien el primero que intentó abrirlo fue Pedro Sánchez con un documento que, elaborado por un equipo en el que han participado desde ex “guerristas” hasta miembros de Izquierda Socialista, fue presentado en febrero con el lema “Por una nueva socialdemocracia”. En el mismo, y en los discursos que ha ido prodigando en mítines que han contado con una asistencia masiva, aparece una voluntad de conectar tímidamente con los nuevos vientos que corren en algunos partidos afines como el británico o el francés con la irrupción de Jeremy Corbyn y Benoit Hamon. Encontramos, por ejemplo, una crítica radical del rumbo que están tomando el capitalismo neoliberal y, con él, el conservadurismo del PP, junto con una apuesta por renovar un proyecto socialdemócrata que incluya principios como igualdad de género, sostenibilidad ecológica y democracia social. También es significativo, por ejemplo, que asuman explícitamente críticas como la del PIB como criterio de riqueza (apuntando, se supone, contra economistas como José Carlos Díez, coautor de la ponencia marco) y un mayor esfuerzo por reformular el concepto de trabajo, incluyendo el de cuidados.

En sus propuestas programáticas destacan algunas novedades como el reparto del trabajo asalariado, un salario mínimo de 1 000 euros, el debate sobre la Renta Básica Universal, o la reforma de la Constitución para blindar derechos y libertades, si bien se limitan a pedir la modificación del artículo 135 “para garantizar la estabilidad presupuestaria y la estabilidad social”. Sin embargo, poco nuevo respecto a la cuestión catalana: reivindicación de la Declaración de Granada de 2013 para avanzar hacia el “perfeccionamiento federal” del Estado autonómico, si bien en alguna entrevista Sánchez se ha atrevido a decir que reconocería a Catalunya como una “nación”. En el plano interno, destaca una defensa de los procesos “de abajo arriba” frente a los procedimientos de la Gestora (y del propio Sánchez en el pasado, cuando destituyó a Tomás Gómez como Secretario General del partido en la Comunidad de Madrid) e incluso una mención explícita a la necesidad de acabar con los aforamientos y las “puertas giratorias”.

¿Qué es lo que en realidad diferencia a este documento y a esta candidatura de las otras? En realidad, es la disposición a no considerar a Podemos como el principal adversario cuando expresa, por ejemplo, su rechazo a “entrar en colisiones frontales y sistémicas con otras formaciones de la izquierda ni mimetizarse con ellas”. La simple referencia implícita a una posible futura alianza con Podemos y las confluencias para llegar al gobierno del Estado echa chispas dentro del aparato del partido y convierte a Sánchez en el enemigo a abatir para quienes forman parte, como se dice en la introducción de este documento, de “una elite profesionalizada del partido”.

Posteriormente, hemos podido conocer el documento presentado por Patxi López (“Con Patxi ganamos tod@s”), prolijo en algunos puntos pero con una tesis muy clara, tal como la ha resumido él mismo: “Entre Hollande y Corbyn nos quedamos con Martin Schulz”, queriendo apuntarse a quien aparece como posible “caballo ganador”, si bien en un contexto muy distinto del español. López aspira así a “atraer a la centralidad política a la izquierda” y recuperar la deseada autonomía frente al PP y a Podemos. Una “tercera vía” que responde más bien a querer mantenerse en la ambigüedad respecto a la política de alianzas futura para poder así agrupar a un amplio espectro del partido que, sin embargo, parece cada vez más polarizado. Pese a ello, en el plano programático ha optado por colaborar en la ponencia marco recientemente aprobada por el Comité Federal este 1 de abril, con lo que difícilmente va a ganar credibilidad como alternativa a Díaz y a Sánchez, más allá de su vocación de ejercer de “casco azul”.

La ponencia marco oficial, pendiente todavía de las enmiendas que se puedan presentar en el Congreso, difícilmente puede ocultar su alineamiento con las tesis defendidas por la coalición de intereses agrupada en torno a Susana Díaz. Basta simplemente observar que comienza con una firme reivindicación del papel jugado a partir del 1 de octubre en “el desbloqueo institucional de nuestra democracia”, o sea, en permitir gobernar al PP de Rajoy. A partir de ahí y de la definición de la ultraderecha y “el populismo” como sus principales adversarios, se desliza una firme voluntad de rechazar “la deslegitimación populista de la Transición” 2/ y una reafirmación de “la democracia representativa como una forma óptima de democracia”, identificada ésta en realidad con el régimen actual, libre, eso sí, de lo que definen como “riesgos de corrupción”…

Será desde la firme defensa de ese régimen, con “ambición reformista” (sic), como el PSOE buscará recuperar a los votantes socialistas que votaron a otros partidos, siempre mediante la búsqueda del consenso y evitando la polarización de la sociedad. O sea, apostando por el deseado e imposible “centro” político. Respecto a la Unión Europea y a la globalización, si bien se reconoce que “el descontento social con la gestión de la crisis alimenta el populismo europeo”, se apunta una crítica moderada de una política económica considerada “errónea” y se incluyen propuestas repetidas muchas veces pero nunca llevadas a la práctica cuando han gobernado, como la Tasa Tobin o la eliminación de los paraísos fiscales. En cambio, su apología del libre comercio internacional les lleva a justificar su apoyo al CETA.

Empero, lo que más parece preocupar a la elite dirigente es la amenaza que supone la “democracia asamblearia” frente a la “representativa” (o sea, la de las “baronías” que ven su oligopolio amenazado por las bases): de ahí que pretendan acotar las consultas a la militancia en el futuro frente a la exigencia de obligatoriedad de consultar a la militancia los acuerdos de gobierno, como propone el documento de Sánchez.

¿”Gran Coalición” o confrontación con el PP y la austeridad neoliberal?

Con todo, más allá de las diferencias, en todos estos documentos es fácil comprobar rasgos comunes: una reivindicación acrítica del legado de la Transición y de los gobiernos socialistas (que lleva incluso a obviar no solo el papel pionero de Felipe González en los inicios de la onda larga neoliberal sino, más recientemente, el giro austeritario de Rodríguez Zapatero en mayo de 2010), junto con la de la tradición de la socialdemocracia europea (la de Bad Godesberg para adelante, claro); un cuestionamiento de algunas de las políticas de la Unión Europea, pero queriendo echar toda la responsabilidad de las mismas en la derecha conservadora y evitando cualquier mención a la crisis griega; un intento de puesta al día programática, haciendo los consiguientes guiños al ecologismo y al feminismo, sin por ello renunciar al fetichismo del “crecimiento económico”; y una defensa común, en fin, de la Declaración de Granada 3/ como respuesta al soberanismo catalán, así como un rechazo compartido a cualquier tentación de abrir un proceso constituyente.

En resumen, es en torno a la disyuntiva entre una u otra forma de “Gran Coalición” con el PP y Ciudadanos, por un lado, y la alianza con Podemos y las “confluencias” para hacer frente común contra el PP y la austeridad neoliberal, por otro, que va a girar el debate interno en los próximos meses. La nostalgia por la hegemonía en la izquierda convencional preside el discurso de una Susana Díaz empeñada en mantener la ilusión de extrapolar su liderazgo andaluz -ya debilitado y condicionado por el apoyo de Ciudadanos- a todo el Estado, mientras que Pedro Sánchez y su equipo dan por cerrada esa etapa y apuestan por mirar a su izquierda, conscientes además de que la dirección de Podemos también ha llegado a la conclusión de la difícil “pasokización” del PSOE.

Siendo conscientes de los límites en que se mueve esta confrontación –en realidad, los de la búsqueda de la mejor táctica para volver a ser “alternancia” del PP en el gobierno, asociados a su lucha por el poder y a su supervivencia respectiva como parte del régimen-, no por ello se puede ser indiferente a su desenlace. Porque, como bien demuestran el PP y la gran mayoría de los medios de comunicación, su apoyo innegable a Susana Díaz deja bien a las claras que lo que está en juego es la resolución en un sentido u otro de la crisis de gobernabilidad que afecta al régimen y, con ella, la posible agravación o no de la misma en los próximos tiempos 4/.

Por eso mismo deberíamos aprovechar este debate para, desde el respeto a la autonomía de este partido, abrir la oportunidad de, como se decía en el documento político de Podemos En Movimiento presentado en la Asamblea de Vistalegre II, “dialogar con toda esa gente que se referencia en el ‘socialismo’ por razones históricas o de identidad. Es fundamental que ese diálogo no se base en tratar de reproducir la socialdemocracia, sino en superarla en un horizonte de ruptura poscapitalista, dándole un cierto sentido de reconocimiento a aquéllos que se sienten socialistas de corazón, a sus esperanzas en un mundo más igualitario, permitiendo hacer balances críticos de manera conjunta”. Tarea, sin duda, inseparable del trabajo en común en los movimientos sociales y en los espacios públicos de lucha en los que podamos encontrarnos en los próximos meses.

Notas:

1/ Por ejemplo: “En la permanente crisis de la socialdemocracia”, Brais Fernández y Jaime Pastor, ctxt, 12/10/2016.

2/ Llama la atención, no obstante, que pese a esa reivindicación de la Transición, se mencione en esta Ponencia que a lo largo de la historia de este régimen ha habido “tres momentos dominados por la desafección” (p. 39), reconociendo que el primero fue el que se produjo a finales de los años 70 del pasado siglo, el “desencanto”, justamente frente a los frutos amargos de esa Transición “modélica”. ¿En qué quedamos?

3/ Para una crítica del contenido de esa Declaración me remito a mi artículo “Ni federalismo plurinacional ni derecho a decidir. A propósito del documento del PSOE”, viento sur, 09/07/2013. Disponible en www.vientosur.info/spip.php?article8144 .

4/ El calendario establecido permite, además, la hipótesis de que los resultados de las primarias puedan entrar en contradicción con el documento político que llegue a ser aprobado en el Congreso, con lo cual el conflicto de legitimidades estaría servido.

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