Colombia: primera elección presidencial tras la firma del acuerdo de paz con las FARC

de Partido Obrero Revolucionario (Argentina) //

 

El Acuerdo de Paz con las FARC ha impulsado la esperanza e ilusión de cambio y progreso a través de la democracia burguesa en Colombia. La propuesta nacionalista burguesa de Petro arrastró tras de sí a sectores que comienzan a dejar de sentir miedo y se movilizan tras la ilusión de la transformación del país en el que viven.

Esto ya se pudo evidenciar en las elecciones celebradas el pasado 27 de mayo donde Ivan Duque candidato de la ultraderecha (seguidor de Uribe) ganó la votación con 39,14% de los votos, en segundo lugar se posicionó Gustavo Petro de “Colombia Humana” con 25,09% y en tercer lugar Sergio Fajardo de “Coalición Colombia” con 23,77%, por último quedó el candidato del partido “Cambio Radical” Germán Vargas Lleras con una votación de 7,25%. Este último afectado por la imagen desfavorable del actual presidente Juan Manuel Santos.

Uno de los nuevos actores en estas elecciones fue la “Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común” (FARC) fundada en el 2017 por miembros de las antes llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, desmovilizados tras el Acuerdo de Paz fi rmado en el 2016. Al poco tiempo de lanzar la candidatura presidencial, su líder, Timochenko decidió desistir de la carrera a la casa de Nariño, debido a los actos de violencia y rechazo en su contra por parte de sectores de la

población durante su fugaz campaña; reflejando que, aunque las FARC, tienen un origen campesino, el rol que jugaron en el último período los ha separado del campesinado pobre y del proletariado.

Los resultados muestran el crecimiento de ilusiones democráticas y el descontento con la política que gobernó los últimos 20 años

Además de la fugaz participación de las FARC en estas elecciones presidenciales, estas tienen de particular la intervención de partidos autodenominados alternativos desarrollados en base a la denuncia al clientelismo y la corrupción de los gobiernos de los últimos años. Si bien estos partidos “alternativos” ya habían participado en las elecciones presidenciales anteriormente, no habían logrado tener los resultados que se observaron en el ultimo sufragio. Otro aspecto por destacar es el notable aumento de la participación, de un 40% (2014) al 54% (2018) en primera vuelta, reflejando así la ilusión de la población de la posibilidad de un cambio a través de la democracia burguesa. También da a entender el malestar y descontento de la población con los

gobiernos en los últimos 20 años. Cabe señalar que la suma de los votos obtenidos por Sergio Fajardo, Humberto de la Calle y Gustavo Petro en la primera vuelta superaron a los de Ivan Duque y German Vargas Lleras, estos últimos asociados por la población a la política tradicional en Colombia.

La segunda vuelta enfrentó el programa nacionalista burgués de Petro con el programa abiertamente pro-imperialista de Duque

Respaldo social de los candidatos:

Para la segunda vuelta Duque recibió el apoyo de los partidos burgueses tradicionales: Partido de la U, Cambio Radical, Partido Conservador, Partido Liberal, MIRA, Compromiso Ciudadano; y de sindicatos empresariales como: el Consejo Gremial, Sociedad de Agricultores de Colombia y Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI).

Por otro lado, a Petro se adhirieron: Polo Democrático, Partido Verde, Movimiento Alternativo Indígena y Social, disidencias del Partido Liberal, Partido Socialista de los Trabajadores, Partido Comunista de Colombia, Partido Comunista Colombiano y las FARC. Los sindicatos y movimientos gremiales que acompañaron a Petro son: Unión Sindical Obrera, Central Unitaria de Trabajadores, Federación Colombiana de Educadores, Asociación sindical de Profesores Universitarios, Militares retirados de Colombia, Asociación Médica Sindical colombiana, entre otras. Su candidatura sumó adhesiones internacionales como John Maxwell Coetzee, Thomas Piketty, Peter Singer, Avram Noam Chomsky, Arturo Escobar, Ha-Joon Chang, entre otros.

Se trató de una disputa entre representantes de dos programas burgueses. Petro se ocupó de desmentir que, de ser presidente, pasaría por encima de las garantías a la propiedad privada y a los órganos de representación democrática, ratificando así su carácter burgués. Mientras que el esfuerzo de Duque se centró en desvirtuar que vaya a “hacer trizas” el Acuerdo de Paz con las FARC.

Posición de los candidatos frente a Venezuela

Duque planteó, que el Gobierno colombiano debe hacer un llamado a la ONU para que sancione a Venezuela por albergar grupos terroristas. Afirmó que Colombia se tiene que retirar de la Unasur porque, “ha sido cómplice del régimen dictatorial de Maduro”.

Petro, a pesar de sus antiguas simpatías por Chávez, ha tratado de marcar distancias con Nicolás Maduro y diciendo que “en Venezuela la democracia enfrenta una crisis de legitimidad estructural que la haría inviable”, en los términos que señaló en una carta a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

No hay un pronunciamiento explícito de Petro contra la intervención de EE.UU., España, el Vaticano, etc., denunciando el boicot económico que sufre Venezuela.

Los candidatos y los Acuerdos de Paz

Duque se ha destacado por realizar duras críticas a los acuerdos con las FARC, sin embargo, ha variado desde “hacerlos trizas” hasta “revisarlos”, en especial en cuanto a la elegibilidad política de los líderes de esa guerrilla y las penas que pagarán por sus delitos.

Un diálogo con el ELN lo supedita a la concentración previa y la suspensión de las “actividades criminales”.

Petro ha manifestado la importancia de mantener y ejecutar los acuerdos firmados durante el proceso de paz. También manifiesta que “a través de la reparación integral se mantendrá la política de resarcir el daño a las víctimas del conflicto armado teniendo como pilares la verdad, el esclarecimiento de los hechos y la justicia efectiva”. Ha dicho también que les exigirá a los exguerrilleros de las FARC “cumplir lo que les corresponde”. Y sobre el ELN, se ha mostrado proclive a una salida negociada, pero si el grupo rebelde no acepta, lo combatiría.

Ambas posiciones tienen en común desarmar a las FARC y el ELN, difieren en si deben integrarlas o no a las instituciones del Estado burgués.

Propuesta de desarrollo económico de los candidatos

Económicamente Petro decía que apuntaba a favorecer los sectores “productivos”, por las condiciones geográficas del país, que enfatizará la producción agrícola para hacer una “transición de la economía extractivista a modelos más ami-gables con el medio ambiente”. De esta manera “se buscaba mejorar la cifra de contribución de la agricultura en el PIB que el año pasado aportó solo el 6 %. Además de implementar

una transformación de la tierra improductiva, en paralelo con la propuesta de impulsar el sector agrícola, busca que los dueños de terrenos de más de 1.000 hectáreas que no están siendo utilizadas en actividades productivas paguen impuestos más altos a fin de que inviertan en sus terrenos o decidan venderlos al Estado”. No se expropiará, sencillamente se estimulará la estabilidad de la producción agropecuaria, tal como se consagró en la Ley 1152 de 2007 firmada por el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Esta cuestión es decisiva. El nacionalismo ha abandonado un planteo histórico esencial que es la nacionalización sin pago de las grandes extensiones de tierra. Se limita a amenazar con un impuesto a las tierras improductivas.

El descontento de la nación oprimida con la política neoliberal se expresó en los votos por Petro

Como se pudo ver en las propuestas, el problema agrario no pudo ser ignorado por los candidatos a la presidencia, ya que en el 2013 Colombia vivió una oleada de luchas: el paro de los cafeteros, al que rápidamente se sumaron los campesinos de la región del Catatumbo, los mineros informales desembocando en el paro agrario del 19 de agosto junto a camioneros y trabajadores de la salud.

Con la explosividad característica del campesinado, estas luchas desembocaron en violentos enfrentamientos contra la represión estatal y dejaron un importante saldo de muertos, heridos y desaparecidos. Se caracterizaron por enfrentar las consecuencias de la política neoliberal y los tratados de libre comercio que destruyeron la producción agraria en el país.

Como resultado de estas luchas, los campesinos obtuvieron la compra de su cosecha por parte del Estado en algún caso y subsidios en otros, sin embargo no se dio una solución de fondo al problema.

Las “Dignidades” campesinas que aparecieron a la cabeza del paro agrario, entre las cuales aparece como referente César Pachón, confluyeron a la formación del Movimiento Alternativo Indígena Social que hoy forma parte del frente que

respaldó la candidatura nacionalista burguesa de Petro.

El saqueo indiscriminado del país por parte de multinacionales a costa de la destrucción del medio ambiente es un hecho común a toda Latinoamérica. El vaciamiento de las multinacionales petroleras y Ecopetrol (ex-empresa estatal petrolera hoy entregada a capitales extranjeros) han vaciado las reser-vas de petróleo colombianas, es así como desde el 2012 se han fi rmado 13 contratos de extracción mediante fracking con las conocidas consecuencias que trae al medio ambiente. Los

habitantes de San Martín–César han realizado movilizaciones contra la implementación del fracking por parte de la empresa norteamericana ConocoPhilips llegando incluso a bloquear el ingreso al personal. El Gobierno hizo intervenir al ejército y la policía para garantizar el ingreso de la empresa a los yacimientos.

En Colombia, hay casi 79 mil hectáreas donde se realiza minería a cielo abierto para extracción de oro, un buen porcentaje ni siquiera cuenta con licencias ambientales. Las consecuencias, ya conocidas (pérdida de agua y contaminación de bosques) atentan contra las condiciones de vida de la población de los alrededores, principalmente comunidades negras de Chocó y Antioquia. En este contexto Minesa (capital árabe) presentó un proyecto para montar extracción minera en las cercanías del páramo de Saturban. En 2013, organizaciones ambientalistas y cívicas de Bucaramanga lograron una importante protesta denominada 100 mil voces por el agua.

Referentes de estos movimientos ambientales y de rechazo a las consecuencias del saqueo imperialista han depositado sus ilusiones en la candidatura de Petro, llamándolo a votar. Consideran que uno de los puntos clave que levanta Petro es disminuir el uso de energías fósiles para impactar positivamente sobre el cambio climático. De esta manera, desincentivaría la dependencia del petróleo en la economía colombiana.

En cuanto a la extracción de minerales, propugna por la reconversión de los métodos. “En nuestro gobierno el fracking no será permitido, la gran minera de oro a cielo abierto tampoco. Se restringirá y condicionará la minería a cielo abierto”.

La gran limitación de estos movimientos es no señalar claramente que en la explotación minera y petrolera se debe impedir la presencia de transnacionales, son sectores esenciales que deben ser nacionalizados. Petro también ha resignado

esta cuestión vital de defensa de la soberanía nacional. Hablar de los métodos y la tecnología al margen de la cuestión de la propiedad, encubre su adaptación al dominio imperialista.

Duque por su parte, claramente estimula una mayor penetración del capital financiero.

El presidente electo, Duque, no representa a los colombianos. No se lo puede dejar gobernar. Con una participación del 53% del padrón electoral, la participación más alta desde las elecciones celebradas en 1994, el 17 de junio Duque fue electo presidente de Colombia apoyado por 28% de la población habilitada para votar. Más del 70% se manifestó en contra o no participó, es decir que ni siquiera electoralmente Duque representa a la mayoría.

En su discurso tras conocer los resultados electorales, Petro planteó que darán la lucha por los canales institucionales impulsando la campaña anticorrupción como la primer tarea de la Coalición. Sostuvo además la importancia de construir una “Fuerza ciudadana” y agregó “Nuestro papel, como senador de la republica, será el eje fundamental del movimiento que no dejará de movilizarse permanentemente. Volver al Senado para dirigir a un pueblo, un pueblo que debe mantenerse activo, que debe mantenerse movilizado.” para construir “una democracia plena de mentes libres”. Pese a la radicalidad de esta parte del discurso, es fundamental destacar la perspectiva

electoral que va a dar a esta movilización cuando sostiene su objetivo: “2019,Volvamos mayoría los alcaldes y gobernadores humanos y humanas”.

El nacionalismo burgués no puede ser claro en cómo enfrentar un gobierno que destruye la vida de los colombianos pues como marca Ivan Cepeda, referente del Polo Democrático (otra de las fuezas “alternativas”) aspiran a ser “como no se ha visto antes, una oposición pacífi ca y democrática”. El nacionalismo burgués, por encima del bienestar de la población, defiende las instituciones de la burguesía y no será una

oposición consecuente al gobierno proimperialista de Duque porque por que buscará poner a la resistencia popular el chaleco de fuerza de las instituciones burguesas y la perspectiva electoral.

A Duque no se le debe dejar gobernar, gobierna para el imperialismo norteamericano y europeo, para las multinacionales, los bancos, no para los colombianos. Las luchas que se han venido desarrollando desde el 2013 han marcado el camino para enfrentar la política neoliberal del Uribismo: el fortalecimiento de las organizaciones campesinas, los sindicatos mineros, petroleros, docentes, médicos realizando manifestaiones en las calles, cortando las carreteras, parando el país.

Estas luchas deben entroncar con la tarea de construir el partido revolucionario, que exprese la política, la estrategia de la clase obrera, de terminar con la dominación imperialista, y terminar con los terratenientes, luchando por su propio poder político un gobierno obrero-campesino. La clase obrera tomará en sus manos las banderas democráticas, nacionales y sociales que la burguesía ha abandonado

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