Boric alineado internacionalmente con EEUU

por Luis Espinoza

El voto de Chile en la OEA en el que apoyó la expulsión de Rusia como observador, se encuadra en la decisión del gobierno de subordinar a Chile al interés de la facción  liderada por el capital financiero, la que pugna por una “gobernanza global”. Es un error mayúsculo y que muestra la influencia del bacheletismo en su política exterior.

El nombramiento de Juan Gabriel Valdés como embajador en los Estados Unidos completa el cuadro del copamiento de personajes de la ex Concertación, en especial ligados a la  tendencia bacheletista, en la política internacional del recién asumido gobierno de Boric. Forma parte de la negociación que se estableció después de la primera vuelta y muestra su total adhesión a la estrategia globalista que implementa el capital financiero. Así, Chile es un “socio seguro” y en tal decisión se encuadra el viaje del subsecretario de relaciones económicas internacionales, Miguel Ahumada, a la reunión de la Alianza del Pacífico. Coincide con el tour del ministro Mario Marcel y la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, ambos viajaron a Washington, Estados Unidos, a participar en sendas reuniones con el  Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, como con otras instituciones financieras privadas. El titular de Hacienda rinde informes a los mandamases de la economía mundial y su vocabulario es una repetición de la retórica neoliberal de siempre, ya que señaló la necesidad de recobrar la “profundidad del mercado de capitales” y de “mejorar la productividad del país”. Nada nuevo bajos los puentes del Mapocho.

Por su parte, Rosanna Costa le ha cargado toda la culpa en la debacle del modelo a la “invasión rusa” y planteó como  sus prioridades para la reactivación: frenar la inflación, la política monetaria, la fragilidad empresarial y financiera, la consolidación fiscal y marcos fiscales creíbles a mediano plazo. Vale decir, el ortodoxo recetario de siempre, cuestión que demuestra la inexistencia de una voluntad de cambio y la decisión del gobierno de continuar con la administración del modelo, por lo que todo lo planteado en lo referente a un nuevo ciclo es una faramalla comunicacional.

Sin embargo, será la participación de Gabriel Boric en la IX Cumbre de las Américas, a realizarse en California, Estados Unidos, en junio del presente año, la máxima prueba de subordinación de la política exterior chilena al globalismo.

Según los medios de comunicación, quien está preparando la visita es Juan Gabriel Valdés, ex canciller de Eduardo Frei Ruiz-Tagle quien bregó para que Augusto Pinochet no fuese juzgado en España y luego ex embajador ante la ONU de Ricardo Lagos y de Michelle Bachelet en Washington, nominación que repite con Boric. Un verdadero campeón de las relaciones subordinadas al interés del capital financiero. 

La política nacional de Chile está subordinada a la decisión

del capital especulativo transnacional

Cualquier persona que haya votado a Boric pensando en un nuevo ciclo o que era el mal menor frente a Kast, nunca podría haber imaginado que en la votación del quinto retiro, militantes del Frente Amplio y del Partido Comunista se unirían a los del Partido Republicano y de la UDI, actuando de manera conjunta. Es más, la diputada María Naveillán fue expulsada por aprobarlo. ¿Cómo se pudo llegar a tal situación? La respuesta debe buscarse en la facción de clase que está detrás de la defensa de las AFPs y que no es otra que el grupo empresarial financiero, que a la vez tiene una alta dependencia del capital especulativo mundial, el que controla el gobierno de Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Europea, Japón, Canadá, Australia y otras naciones del mundo. A pesar de la presencia nipona en la alianza,  generalmente se autodenominan “Occidente” o “Mundo Libre”. Al interior de Estados Unidos se enfrentan a los ultranacionalistas de Trump y a los continentalistas, pero con los últimos generalmente llegan a pactos de ocasión.

En este marco, los partidos de la Concertación han estado con los globalistas y la administración de Piñera obedeció a la facción que estuviese en el poder, ya que lo central eran sus negocios. En este sentido, el gobierno de Boric decidió seguir la política exterior concertacionista y obedecer a la facción del capital especulativo, de allí la decisión de que la estructura más importante esté en manos del bacheletismo.

El problema está en que la guerra en Ucrania remeció al globalismo y este reacciona “a la desesperada”, sin poder acertar en una estrategia viable y el mundo unipolar se está desmoronando indefectiblemente y, frente a ello, Chile de manera inexplicable no desarrolla una política internacional  acorde con el nuevo orden mundial que emerge. Cuestión que el peronismo de Argentina empezó a enfrentar en forma coherente, a pesar de la delicada situación en la que el presidente Fernández debe moverse por el endeudamiento que heredó de Macri. No obstante, el bloque gobernante en Chile insiste continuar en la obsecuencia y el sinsentido.

(Tomado Werken Rojo)

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