Vive Gómez Rojas

por Juan García Brun

El 2007, luego de la rebelión pingüina, se cambió el nombre de la plaza que enfrenta a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile por el del Papa Juan Pablo II. Se tomó el nombre de este célebre anticomunista para borrar el nombre del primer mártir del movimiento estudiantil chileno, el compañero y poeta José Domingo Gómez Rojas. 

El devenir histórico no ha hecho más que confirmar esta visión, la invasión de las FFEE de Carabineros, por orden del Ministerio del Interior, a la Casa Central de la Universidad de Chile es un paso más en una escalada que -como afirmó la Ministra de Educación- sólo puede ser aplastada mediante la represión. Después de lo de ayer, al régimen sólo le quedará el Estado de Sitio. Veremos si se atreven.

Pero la historia parece repetirse. En julio de 1920, el país se encontraba en ebullición, con movilizaciones a lo largo de todo el país, denominadas «Las Marchas del Hambre», convocadas por la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), para demostrar el apoyo popular a los proyectos de leý emanados de los comiciones de la AOAN, que habían deliberado por más de dos meses. 

Fue tanto el apoyo en las calles, que el presidente Sanfuentes se ve la obligación de recibir a delegados de la AOAN. Ellos le hacen entrega de la memoranda con la expresión «He aquí la voluntad del pueblo» y se le señaló que si no se aprobaban en 15 días habría desacato a la autoridad en el país. 

Sanfuentes recibe  la memoranda y acepta la petición, pero al día siguiente nombra como ministro del interior a Ladislao Errázuriz, quien moviliza tropas a la frontera y siembra el rumor de una guerra inminente contra Perú y Bolivia (Aún no se había firmado el tratado de Ancón). Por dicho motivo decreta ley marcial, el ejército se hace cargo de las ciudades, los militares asaltan la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y destruyen su sede (21 de Juliio), se hacen juicios contra obreros y estudiantes «subversivos», se apalea, juzga, extradita y encarcela a dirigentes (entre ellos a Luis Emilio Recabarren). 

Domingo Gómez Rojas fue enviado a la cárcel por el juez José Astorquiza Líbano, donde es sometido a torturas y hostigamientos constantes. En esta situación su salud mental comenzó a resentirse; entonces se lo incomunicó en una celda especial, donde también su cuerpo manifestó los efectos de la reclusión y los abusos.

Detenido en la penitenciaría, fue transferido posteriomente a la Casa de Orates, donde, luego de una meningitis no diagnosticada a tiempo, enloqueció y falleció el 29 de septiembre de 1920. 

A su funeral asistieron más de 40.000 personas, su poema Protestas de Piedad, escrito durante su reclusión en la cárcel, leído y difundido durante su funeral se transformó en un símbolo de dignidad revolucionaria contra la misma oligarquía que hoy gobierna nuestro país.

Con Gómez Rojas en la memoria, nos resulta un deber impostergable repudiar lo que ayer hiciera el Gobierno al profanar la autonomía universitaria, conquistada durante un siglo de luchas callejeras. Piñera, el payasito que va a la Casa Blanca a hacer muecas ante su amo imperial, demostró lo único que puede hacer la burguesía con el movimiento estudiantil, reprimirlo y buscar someterlo mediante el terror.

No lo lograrán.

(Santiago, 14 de junio de 2013)

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