por Guillermo Correa
Pobladoras y pobladores de San Antonio, acompañados por integrantes de distintos campamentos de la V Región, marcharon por las calles de Valparaíso y llegaron hasta la Gobernación Regional, congregándose en la Plaza Cívica mientras sus dirigentes ingresaban al edificio institucional para plantear sus inquietudes a las autoridades regionales, puesto que existe una orden de desalojo emanada por la Corte de Apelaciones de Valparaíso, ante un requerimiento presentado por la Inmobiliaria y Constructora San Antonio, quien declara ser dueña de los predios ubicados en San Antonio y Cartagena donde está emplazado el Campamento Centinela. El año 2019 grupos de familias se tomaron estos terrenos cansados de no obtener respuestas para solucionar su derecho a la vivienda, formando el Campamento Centinela, al cual fueron llegando más y más familias sin casa y actualmente tiene una población de alrededor de tres mil familias.
Vecinos y vecinas, familias completas de pobladores, con cánticos, bailes, consignas, lienzos y pancartas, expresaban con energía su decisión de lucha en la conquista y defensa del derecho a una vivienda digna.
Una pobladora presente en esta movilización expresó sus motivaciones para participar en esta movilización, manifestando:
“Llevo más de treinta años luchando por una casa, he andado de un lugar a otro, muchas veces como allegada, mis hijos ya crecieron y ellos también salieron conmigo a luchar. Venimos desde San Antonio, del Campamento Centinela, porque nos quieren desalojar y estamos contra la Ley Antitomas, porque con ella se nos criminaliza. Pero aquí también hay familias de otros campamentos que han venido a apoyarnos.
Usted ve que acá hay familias enteras, con sus niños, somos todos vecinos, no somos delincuentes y así se nos trata. Los políticos y los dueños de Chile viven en otro mundo, no tienen idea lo que es vivir en un campamento, en medio del barro, sin agua potable, sin luz. Creen que a nosotros nos gusta vivir así, pero es la única posibilidad que tenemos. Llevo más de treinta años luchando por una casa propia y el subsidio nunca me ha salido, por eso me fui a vivir a una toma. Y voy a seguir luchando en la calle y donde sea, ahora por mis nietos, porque cuando ellos crezcan y me pregunten qué hiciste abuela contra la injusticia, tendré el orgullo y la dignidad de contarles que luche con todas mis fuerzas contra la injusticia, porque quería un futuro mejor para ellos. Allá arriba, por las nubes, están los políticos, están los poderosos y nosotros estamos acá abajo, estamos en la calle, estamos peleando con dignidad. Si usted conversa con cualquiera de los que están aquí verá que cada uno de nosotros somos un mundo muy particular, un mundo lleno de sacrificios, pero también lleno de lucha, lleno de esperanza.”

Mientras la pobladora me manifestaba lo anteriormente escrito, se escuchaba con fuerza la consigna ¡Morir luchando, sin casa ni cagando!
En medio de esta protesta popular era imposible no emocionarse, sobre todo al mirar los rostros de las personas allí presentes, de los pobladores y pobladoras de todas las edades, escuchar sus cánticos, sus consignas, verlos bailar alegremente, sentir toda esa energía que proyecta el pueblo de a pie, los pobres de verdad, esa potencia de lucha y dignidad que solo emana de quienes en forma decidida se manifiestan por mejorar sus condiciones de vida, por conquistar sus derechos, era imposible no reflexionar sobre el modelo capitalista de dominación que fue instaurado en dictadura y que hoy sigue proyectándose bajo formas civiles de una democracia en la medida de lo posible que solo favorece a los poderosos de siempre, profundizando las injusticias y desigualdades.

Mientras en la calle el pueblo oprimido y explotado lucha por conquistar sus derechos, en las alturas del poder las elites políticas navegan preocupadas de elaborar compromisos simbólicos para defender esta democracia creada en dictadura, con un modelo económico neoliberal que ha sido profundizado y perfeccionado por los gobiernos civiles que la han administrado desde al año 90 en adelante.