por Manuel Hidalgo
1. Desarrollo histórico del neoliberalismo en Chile.
La última fase del sistema capitalista mundial se ha conocido como la globalización neoliberal. Su instalación a nivel planetario se procesó durante la década de los años 80 y su plenitud se alcanzó a principios de los años 90. Mediante la reestructuración que ella implicó en las instituciones internacionales y nacionales del orden económico, financiero y comercial, el bloque dominante a la cabeza del sistema mundo capitalista intentó superar la crisis estructural y sistémica que estalló a fines de los años 60 y que se expresó en una caída global de las tasas de ganancia del capital a nivel planetario a partir de entonces.
La globalización neoliberal supuso la creciente hegemonía del capital financiero internacional cuyos intereses ordenaron el conjunto del proceso a escala mundial. Supuso igualmente la derrota no sólo del bloque de poder que antagonizó con el imperialismo estadounidense en el orden geopolítico mundial hasta fines de la década de los años 80 e inicios de los años 90, encabezado por la URSS, sino que entró en contradicción y lucha con todas las fuerzas que sostenían proyectos de acumulación continental-regional o nacional basados en un desarrollo industrial soberano, a los que se propuso subordinar.
Chile fue, sin embargo, una experiencia pionera en ese proceso. Ya a inicios de 1975, la dictadura militar puso término en forma drástica y rápida al modelo de acumulación basado en la industria nacional y liderado por el estado, que se había mantenido desde la crisis mundial de los años 30.
Empezaron entonces los cuatro procesos básicos de la reforma neoliberal: (a) el desplazamiento del estado del rol motor y guía del crecimiento económico y la entronización del gran capital -nacional y extranjero- a la cabeza del proceso de acumulación; en otras palabras, la privatización y el estado “mínimo” o subsidiario; (b) la apertura comercial y financiera de la economía, mediante la drástica reducción de los aranceles y de las restricciones para el libre flujo de capitales externos; lo que se traduce como “internacionalización” de la economía y la supeditación de la misma a los mercados mundiales (en los que imperan las empresas transnacionales y el gran capital financiero internacional). (c) la mercantilización de los sistemas de educación, salud y seguridad social, así como la desregulación y privatización de todo ámbito de la vida social y cultural; y (d) la precarización y flexibilización del trabajo, eliminando todos los derechos colectivos del trabajo en la legislación y dando paso a nuevas formas de superexplotación del trabajo. Los últimos dos procesos se pusieron en marcha a contar de 1983.
En ese proceso, el neoliberalismo en Chile ha pasado por 4 etapas. Una primera de instalación, que duró de 1975 a 1982, fecha en que estalló la crisis financiera internacional conocida como la crisis de la deuda externa. El alza de las tasas de interés por la Reserva Federal de los EEUU atrajo hacia su país los dólares de todos los países fuertemente endeudados hasta entonces y provocó una depreciación que sumió en la recesión y la insolvencia a todas las economías de América Latina y del este de Europa. En Chile, los grupos económicos del gran capital privado quebraron y su deuda fue asumida por el estado, a cambio de entregar al capital transnacional las mayores empresas del país.
Una segunda etapa empezó entonces, en 1983 y hasta 1989, en los que se entronizó directamente el capital transnacional a la cabeza del sistema de dominación y del modelo de acumulación, en una reformulación y ampliación de sus lineamientos.
La tercera etapa se inició con la vuelta de la democracia formal, al término de la dictadura. Y se prolongó hasta 2011. Fue la etapa de la consolidación del modelo neoliberal, en la que profundizaron todos los pilares del mismo. Con una profunda penetración del capital extranjero en todo el aparato productivo y de servicios, en particular en las actividades con potencial exportador. Como la minería, la pesca, la fruticultura, así como los servicios modernos de las finanzas, la energía, las telecomunicaciones, la infraestructura. En esta etapa, tuvieron singular importancia, a partir de fines de los años 90, la suscripción de numerosos acuerdos internacionales en materia económica, con distintos alcances: Acuerdos de Asociación Estratégica, Tratados de Libre Comercio, Acuerdos de Complementación Económica y Acuerdos de Alcance Parcial. Los más importante son los Tratados de Libre Comercio, partiendo por los suscritos con EEUU, la Unión Europea y China.
La última etapa del neoliberalismo está marcada por la crisis del sistema de dominación y del modelo de acumulación, que partió en 2011. Que si bien está condicionada y relacionada con la crisis de la globalización neoliberal a nivel mundial y la pérdida de dinamismo tanto del comercio como de la inversión a nivel planetario, también está determinada por la creciente pérdida de hegemonía ideológica y política de las clases dominantes y la emergencia de una creciente resistencia y movilización de sectores populares contra el neoliberalismo. Que persiste hasta el presente.
2. Globalización Neoliberal, TLCs y flujos migratorios en América Latina y el Caribe en los últimos 25 años.
La imposición de las reformas neoliberales en América Latina y el Caribe cobró fuerza a inicios de los años 90. Instrumento de ese proceso fueron los TLC, como el NAFTA y luego los TLC de EEUU con Chile, Colombia, Perú, Centroamérica y República Dominicana, entre otros.
Esos procesos de “apertura comercial y financiera” provocaron la crisis de la agricultura tradicional y campesina de los países latinoamericanos y el desmantelamiento de buena parte de su industria nacional, instalando en su lugar maquilas en México y Centroamérica y una super-especialización de las economías en actividades exportadoras de materias primas y alimentos. Al mismo tiempo, estos procesos fueron acompañados de una fuerte concentración de los ingresos y beneficios del crecimiento económico en el gran capital y los sectores vinculados a las actividades financieras y a los negocios de exportación. Con una reducción, al mismo tiempo, de los servicios y del empleo público.
Todo ello provocó una dinamización importante de la emigración de trabajadores latinoamericanos y caribeños hacia las economías del norte desarrollado, desde mediados de los años 90 en adelante. En particular, hacia los Estados Unidos y hacia España e Italia, en el caso de Europa.
El proceso de inserción internacional de Chile más temprano que el resto de los países de América Latina y su amplia integración al capital financiero internacional mediante los TLC, le significaron un rápido y sostenido crecimiento durante los años previos a la crisis de 2011 en adelante. Lo que atrajo a trabajadores inmigrantes de los países vecinos desde fines de los años 90 en adelante.
Las políticas más restrictivas de EEUU y de la Unión Europea luego de 2001 y de 2006, respectivamente, provocaron una parcial reorientación de los flujos migratorios de América Latina y el Caribe hacia países del propio continente, Argentina, Brasil y Chile en particular.
Luego de 2013, esos flujos migratorios empezaron a reflejar ya no sólo el impacto de las políticas económicas neoliberales, sino que de las acciones políticas y militares de EEUU por recuperar un grado de control sobre la evolución política de América Latina y el Caribe, continente al que siempre ha considerado su “patio trasero”; y en particular de Mesoamérica y el Caribe, que constituyen su zona de seguridad nacional inmediata. En los siguientes 10 años, la disputa política se intensificó en todo el continente, en medio de un constante agravamiento de la crisis económica y política del orden internacional. En América Latina en 2018 y 2019 éxodos migratorios y rebeliones populares resultaron del impacto de la crisis sistémica y de la intervención estadounidense en las condiciones de sobrevida de los pueblos y del reiterado intento de descargar los costos de las crisis en ellos.
La continuidad y agravamiento de la crisis del capitalismo mundial que lleva ya más de una década, luego de los episodios de la pandemia de 2020-2021, la guerra de la OTAN contra Rusia en territorio de Ucrania a partir de febrero 2022, así como las políticas de los Bancos Centrales del capitalismo central en 2022-2023, para contener la inflación nacida de los hechos anteriores, ha tenido un impacto demoledor en los países de América Latina y el Caribe.
La pandemia provocó en las economías y los mercados laborales de América Latina y el Caribe una crisis sin precedentes. En 2020, se tuvo la peor contracción económica en las últimas siete décadas y, pese a la recuperación observada en 2021, Naciones Unidas estima que entre 2014 y 2023, América Latina crecería un 0,8% anual, es decir, menos de la mitad del crecimiento registrado en la denominada “década perdida” de 1980-1989. La crisis económica ha disminuido además no sólo empleo de los trabajadores, sino también la capacidad adquisitiva de los salarios, que han experimentado una caída continuada en los últimos 18 meses.
Si ésta es la situación de los trabajadores en general, la peor parte se la han llevado los trabajadores migrantes. El desempleo y la informalidad creciente de los empleos, la caída de los salarios reales, la persecución policial al comercio ambulante, el racismo que sigue cobrando víctimas en la población afrodescendiente y de las disidencias sexuales, la incesante criminalización de la migración irregular, las presiones hacia las autoridades políticas y migratorias para que reincidan en una política anti inmigrante, que multiplique y agilice las expulsiones y militarice las fronteras, son parte de lo que nos toca vivir en estos momentos.
Se suma a esto una extendida crisis de seguridad pública favorecida por las políticas neoliberales y las políticas restrictivas de la migración, que han creado el espacio para el enriquecimiento y transnacionalización de las mafias traficantes de personas y de trata sexual y laboral. Estas, que ya tenían una presencia muy visible en México, El Salvador, Honduras, Guatemala, Colombia y Venezuela, se han expandido ahora a toda la subregión suramericana.
Paradojalmente, las mismas fuerzas políticas antiinmigrantes que detonaron esta situación culpan hoy a la inmigración irregular de la explosión del crimen organizado que hoy afecta a toda la región. No debe extrañar que las clases dominantes, agotada su capacidad de cooptar y someter por el consumismo y el endeudamiento a la sociedad, avancen resueltamente a instalar una “sociedad del miedo”. Y que conviertan a víctimas de sus políticas, como somos las personas migrantes, en chivos expiatorios de las crisis que ellas han causado.
3. La resistencia al neoliberalismo, a sus instrumentos como los TLC y la APEC
A fines de los años 90, en diversos países de América Latina y el Caribe, en particular en Suramérica, se iniciaron procesos de cambio a partir del fortalecimiento de la resistencia a la globalización neoliberal, que se extendió y acrecentó en casi en todos los países, exceptuados Chile, Colombia, Paraguay y Perú. Al calor de la cual, empezaron a germinar prácticas y organizaciones de nuevos movimientos sociales y populares en proceso de constitución, que levantaban progresivamente los elementos de una salida alternativa a las crisis nacionales y de la región.
Diversos procesos empezaron entonces a abrir el horizonte de oportunidad de avanzar hacia una América Latina libre y soberana. Con la emergencia de las nuevas potencias asiáticas, se empezó a verificar un proceso de cambio de la articulación económica de los países de la región, dentro del sistema capitalista internacional, que no se detiene hasta ahora. Hoy, China es el principal socio comercial de Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay y el segundo de México y Colombia.
En la primera década del nuevo siglo, Brasil emergió como potencia regional latinoamericana, disputando la hegemonía de la integración continental y como integrante del BRICS en el plano geopolítico mundial. Surgieron inéditos espacios de integración latinoamericana, al margen de la influencia e injerencia estadounidense: el ALBA, UNASUR y CELAC.
En el trasfondo, se extendió la resistencia de los pueblos indígenas y de movimientos sociales en América Latina contra el neoliberalismo, transformándose en numerosos países en actores protagónicos de la escena política. Como un reflejo de eso, se produjo el llamado ciclo de gobiernos “progresistas”, con gobiernos bolivarianos y neo-desarrollistas, que se consolidaron a lo largo de la década 2002-2012. El desplazamiento de las fuerzas políticas administradoras del neoliberalismo, se produjo junto con una crisis cada vez más extendida de los viejos sistemas de partidos políticos.
Es en ese contexto, también, que a partir de encuentros regionales de organizaciones migrantes latinoamericanas que unieron sus voces para hacerse oír por Naciones Unidas en el Primer Diálogo de Alto Nivel sobre Migración y Desarrollo, en 2005-2006, que surge MIREDES Internacional. Reclamando el derecho a hablar con voz propia. Y que, en los años siguientes y hasta 2018, buscó empujar la articulación de los movimientos de migrantes y refugiados en los espacios del Foro Social Mundial de Migraciones. Sin encontrar mayor eco en las organizaciones no gubernamentales que controlan mayoritariamente esa instancia.
Por lo que nuestra incorporación a IMA, en noviembre de 2018 marcó un salto de calidad en nuestra articulación al encontrarnos con organizaciones hermanas, de migrantes y refugiados de todo el mundo, que comparten nuestra convicción de asumir protagónicamente la defensa de nuestros derechos y que señalan, sin miedo, que es el capitalismo y el imperialismo estadounidense, que son el capital financiero internacional y las empresas transnacionales, que son sus instrumentos como los Tratados de Libre Comercio y los Foros como la APEC, que propagandizan e instrumentan sus políticas, los culpables de las crisis que nos han forzado a migrar, son ellos que han mercantilizado el trabajo humano y toda la vida del planeta y que nos tienen al borde de un abismo de muerte y destrucción.
Es hora de unirnos, en IMA y con los trabajadores y pueblos del mundo, para acabar con la globalización neoliberal, con el capitalismo y el imperialismo, con los TLC y la APEC.
Ponencia para la Jornada de Educación IMA-EEUU “Migrantes contra el neoliberalismo y contra la próxima cumbre de la APEC”