Doménico Losurdo: ¿vuelve la lucha de clases?

Mientras la crisis económica acentúa la polarización social y, actualizando la memoria histórica de la Gran Depresión que estalló en 1929, condena a muchos millones de personas al desempleo, a la precariedad, a la angustia diaria por la subsistencia e incluso al hambre, menudean los artículos y ensayos que hablan de una «vuelta de la lucha de clases». Entonces, ¿había cesado? A mediados del siglo XX, al criticar duramente el «dogma» de la teoría marxiana de la lucha de clases, Ralf Dahrendorf (1963, pp. 112 ss. y 120-121) resumía así las metas alcanzadas por el sistema capitalista: «La posición social del individuo [depende ya] de las metas educativas que ha conseguido alcanzar». Y eso no era todo; también había «un parecido cada vez mayor de las posiciones sociales de los individuos», y era innegable la tendencia a una «nivelación de las diferencias sociales». Pese a todo, el autor de este panorama color de rosa se veía en la obligación de polemizar con otros sociólogos, según los cuales nos encaminábamos espontáneamente hacia «una situación en la que ya no existirían ni clases ni conflictos de clase por la sencilla razón de que ya no habría motivos de enfrentamiento».

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Engels y la liberación de la mujer

por Christine Thomas //

En el prefacio de la primera edición de El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Friedrich Engels describió modestamente su trabajo como “un exiguo sustituto de lo que mi amigo fallecido [Karl Marx] ya no podía lograr”. En sus últimos años, Marx había estado particularmente interesado en estudiar las primeras sociedades como parte de su análisis general del funcionamiento y desarrollo histórico del capitalismo. Engels se basó en las notas inéditas de Marx. También reconoció que su libro tenía una enorme deuda con Ancient Society, el innovador trabajo del abogado y antropólogo aficionado estadounidense Lewis Henry Morgan, que había sido publicado siete años antes.

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Marx y Engels: el papel de la violencia y las guerras en la historia

guerras napoleónicas
por Jaime Pastor //

 

No es fácil encontrar en las reflexiones de los fundadores del marxismo un cuerpo coherente de pensamiento sobre las guerras y su función en la historia, aunque de ellas se haya desprendido la idea central, un tanto simplificada, de que las consideraran “parteras de la historia”. Esa dificultad no era casual sino que se debía a que daban preeminencia en sus escritos al desarrollo de una crítica de la economía política y de una teoría social emancipatoria que finalmente quedaron inacabadas. En cualquier caso, existen en sus escritos suficientes comentarios y aportaciones que permiten exponer cuál fue su evolución intelectual y política sobre esta materia

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Manuel Sacristán: la concepción marxista del mundo

¿Qué es una concepción del mundo?

Una concepción del mundo no es un saber, no es conocimiento en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto, a veces sin que éste se los formule de un modo explícito. Ésta es una situación bastante frecuente: las simpatías y antipatías por ciertas ideas, hechos o personas, las reacciones rápidas, acríticas, a estímulos morales, el ver casi como hechos de la naturaleza particularidades de las relaciones entre hombres, en resolución, una buena parte de la consciencia de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas, “inconscientes” en el sujeto que obra o reacciona.

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Simone de Beauvoir: la mujer y el materialismo histórico

La teoría del materialismo histórico ha sacado a la luz verdades importantísimas. La humanidad no es una especie animal: es una realidad histórica. La sociedad humana es una anti-physis: no sufre pasivamente la presencia de la naturaleza, la toma por su cuenta. Esta recuperación no es una operación interior y subjetiva, sino que se efectúa objetivamente en la praxis. De este modo, no podría ser considerada la mujer, simplemente, como un organismo sexuado; entre los datos biológicos, tienen importancia sólo los que adquieren en la acción un valor concreto; la conciencia que la mujer adquiere de sí misma no está definida por su sola sexualidad: refleja una situación dependiente de la estructura económica de la sociedad, estructura que traduce el grado de evolución técnica alcanzado por la humanidad. Hemos visto que, biológicamente, los dos rasgos esenciales que caracterizan a la mujer son los siguientes: su aprehensión del mundo es menos amplia que la del hombre; está más estrechamente esclavizada a la especie. Pero estos hechos adquieren un valor del todo distinto según el contexto económico y social. En la historia humana, la aprehensión del mundo no se define jamás por el cuerpo desnudo: la mano, con su pulgar aprehensor, ya se supera hacia el instrumento que multiplica su poder; desde los más antiguos documentos de la historia, el hombre siempre se nos presenta armado. En los tiempos en que se trataba de blandir pesadas clavas, la debilidad física de la mujer constituía una flagrante inferioridad: basta que el instrumento exija una fuerza ligeramente superior a la de la que ella dispone para que aparezca radicalmente impotente. Mas puede suceder, por el contrario, que la técnica anule la diferencia muscular que separa al hombre de la mujer: la abundancia no crea superioridad más que ante la perspectiva de una necesidad; no es preferible tener demasiado a tener suficiente.  Así, el manejo de un gran número de máquinas modernas no exige más que una parte de los recursos viriles: si el mínimo necesario no es superior a la capacidad de la mujer, ésta se iguala en el trabajo con el hombre. En realidad, hoy pueden desencadenarse inmensos despliegues de energía simplemente oprimiendo un botón. En cuanto a las servidumbres de la maternidad, según las costumbres, adquieren una importancia sumamente variable: son abrumadoras si se imponen a la mujer numerosos partos y si tiene que alimentar sin ayuda a los hijos; si procrea libremente, si la sociedad acude en su ayuda durante el embarazo y se ocupa del niño, las cargas maternales son ligeras y pueden compensarse con facilidad en el dominio del trabajo.

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De las Jornadas de Julio al golpe de Estado de Kornílov: el Estado y la revolución de Lenin

por Barry Grey //

Estamos publicando aquí el texto de la conferencia pronunciada el 14 de octubre por Barry Grey, editor nacional de Estados Unidos del World Socialist Web Site. Esta es la primera conferencia en línea de la segunda parte de la serie presentada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional para marcar el centenario de la Revolución Rusa de 1917.

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Friedrich Engels: A las clases obreras de Inglaterra

Trabajadores!

A vosotros dedico una obra en la que he intentado describir a mis compatriotas alemanes un cuadro fiel de vuestras condiciones de vida, de vuestras penas y de vuestras luchas, de vuestras esperanzas y de vuestras perspectivas. He vivido bastante tiempo entre vosotros, de modo que estoy bien informado de vuestras condiciones de vida; he prestado la mayor atención a fin de conocerlas bien; he estudiado los diferentes documentos, oficiales y no oficiales, que me ha sido posible obtener; este procedimiento no me ha satisfecho enteramente; no es solamente un conocimiento abstracto de mi asunto lo que me importaba, yo quería veros en vuestros hogares, observaros en vuestra existencia cotidiana, hablaros de vuestras condiciones de vida y de vuestros sufrimientos, ser testigo de vuestras luchas contra el poder social y político de vuestros opresores.

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Lenin: ¿Se debe participar en los parlamentos burgueses?

 
    Los comunistas «de izquierda» alemanes, con el mayor desprecio — y la mayor ligereza –, responden a esta pregunta negativamente. ¿Sus argumentos? En la cita que hemos reproducido más arriba leemos:

«. . . rechazar del modo más categórico todo retorno a los métodos de lucha parlamentarios, los cuales han caducado ya histórica y políticamente. . .»

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El Bosco y la agonía del feudalismo

por Allan Woods//

Poco se sabe de la vida del hombre que conocemos como El Bosco. Ni siquiera este nombre era el suyo, sino el seudónimo con el que firmaba sus obras. Su verdadero nombre era Jeroen Anthoniszoon van Aken, y nació hacia 1450 en la próspera ciudad comercial holandesa de Bolduque [‘s-Hertogenbosch, en holandés], cerca de la frontera alemana. Era una próspera ciudad de unos 25.000 habitantes y la producción de paños era su industria más importante. Pero también era conocida por sus organeros, campaneros, impresores, cuchilleros y herreros. Alrededor del 90 por ciento de la población vivía de la tierra

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Marx, Engels y el Romanticismo

 Por Michael Löwy

El tema sobre el cual me gustaría discutir con ustedes es el tema de la relación del pensamiento de Marx y Engels y del marxismo, de manera más amplia, con el romanticismo. Tengo que empezar explicando qué entiendo yo por romanticismo, porque si no, no queda claro por qué veo una relación muy importante, significativa, del pensamiento de Marx con el romanticismo.

Si uno abre un manual de historia de la literatura o del arte, se define como romanticismo a una escuela literaria de principios del siglo XIX en Francia, Alemania e Inglaterra. Esa me parece una visión muy estrecha. En realidad, el romanticismo es algo mucho más amplio, mucho más profundo, es una de las principales formas de la cultura moderna desde fines del siglo XVIII hasta hoy.

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Parar a Trump luchando contra el imperialismo

por Gustavo Burgos

La prensa burguesa ha enmudecido frente al triunfo electoral de Trump. Desde Valparaíso, hay un cierto deja vú, al analizar un nuevo resultado electoral inesperado, de aquellos que revuelven el naipe.

No nos puede sorprende que un gorila como Donald Trump haya llegado a la Casa Blanca. En la historia reciente, Nixon, Reagan y Bush Jr., se han distinguido por su incultura, su torpeza y brutalidad, por referirnos a sus atributos personales. En lo que no se distinguen ninguno de los Presidentes de EE.UU. -de forma unánime- es en haber encabezado el ataque la clase obrera y a las naciones oprimidas y haber perpetrado masivos crímenes de guerra que sólo la revolución podrá castigar.

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