por Kim Woody
La clase obrera del siglo XXI es una clase en formación, como era de esperar en un mundo en que el capitalismo solo se ha vuelto universal recientemente. Al mismo tiempo, el propio Marx nos recordó hace mucho, al hablar del desarrollo de las clases en Inglaterra, donde “se desarrollaron de la forma más clásica”, que “ni siquiera allí, a pesar de todo, esta articulación de clases emerge de forma pura” 1/. La clase trabajadora, por supuesto, es mucho más amplia que las personas que están empleadas en un momento dado. Guiarse tan solo por las estadísticas de la fuerza de trabajo escamotea importantes aspectos de la vida obrera en sentido amplio, incluida su reproducción. No obstante, quienes entran y salen del empleo constituyen el núcleo de la clase obrera, antaño considerado un dominio de los hombres, pero hoy compuesto también, casi a partes iguales, por mujeres. Además, tanto el espacio disponible como las limitaciones de la investigación me obligan a centrar este artículo en los sectores ocupados o semiocupados de esta clase global. Con estas reservas en mente, examinaremos primero el crecimiento de la fuerza de trabajo obrera mundial en el siglo XXI.