por Rob Sewell //
«La Oposición de Izquierda Internacional se desarrolla en medio de profundas crisis que arrojan en brazos del pesimismo a los pusilánimes y a los miopes. En realidad, estas crisis son absolutamente inevitables. Basta con leer atentamente la correspondencia de Marx y Engels o estudiar seriamente la historia del desarrollo del Partido Bolchevique para comprender qué difícil, complejo y contradictorio es el proceso de formar cuadros revolucionarios
«Así como el primer capítulo de la Revolución Rusa (1917-23) dio un poderoso impulso a las tendencias revolucionarias del proletariado mundial, el segundo capítulo, después del año 1923, sembró una confusión terrible en las filas de los trabajadores revolucionarios. Cuando pasamos revista a todo este período nos vemos obligados a decir: sólo un horrendo terremoto puede provocar en la cultura material una devastación tan colosal como la que la conducta administrativa de los epígonos provocó en los principios, ideas y métodos del marxismo.
«Le corresponde a la Oposición de Izquierda reanudar el hilo de la continuidad histórica en la teoría y la política marxistas».
León Trotsky, 17 de febrero de 1931
La Revolución Rusa de octubre de 1917, bajo la dirección de los bolcheviques, fue el mayor acontecimiento de la historia. Por primera vez, dejando aparte la episódica Comuna de París, la clase obrera expulsó a los capitalistas y terratenientes y tomó el poder en sus propias manos. Millones de personas a nivel internacional depositaron sus esperanzas inspirándose y vinculándose directamente con la Revolución, que fue seguida por una serie de acontecimientos revolucionarios entre 1917 y 1921. La revolución puso el poder en manos de los trabajadores alemanes en noviembre de 1918, pero los líderes socialdemócratas se lo devolvieron a los capitalistas. Repúblicas soviéticas fueron formadas en Baviera y en Hungría, pero pronto fueron derrocadas por la contrarrevolución. Toda Europa estalló con la revolución, pero terminó en derrota como resultado de la traición y de una dirección inadecuada, lo que llevó al aislamiento de la Revolución Rusa.
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