por Martín Mangiantini
Diversos procesos políticos acaecidos hacia finales de la década de 1960 tales como el Mayo Francés, la Primavera de Praga o la rebelión estudiantil mexicana, significaron un cambio de paradigma en las concepciones, tanto sobre las formas organizativas de las estructuras políticas revolucionarias como también, en los esquemas de movilizaciones imperantes hasta entonces. El resurgir de esta serie de levantamientos masivos de la población signados por la reaparición de la clase obrera, como actor social protagónico, y la participación de una juventud radicalizada que pugnaba por el cambio social, supuso en diversos espacios políticos un cuestionamiento del paradigma organizativo vigente hasta entonces. En este sentido, la concepción imperante, desde el triunfo de la Revolución Cubana que primaba la construcción de estructuras políticas armadas como métodoorganizativo más apto para el triunfo revolucionario, la primacía del campesinado como sujeto revolucionario, y la guerra de guerrillas como estrategia central a seguir para forjar el cambio social, se vieron puestas en debate desde diversos espacios. En el seno de la militancia de diversas organizaciones revolucionarias, se produjeron debates teóricos en torno a la caracterización sobre la lucha armada como estrategia, el tipo de organización política a construir o el sujeto social que protagonizaría la transformación revolucionaria de la sociedad.
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