por Eduardo Luque
Ciento seis segundos es el tiempo que tardarían las cabezas hipersónicas Avanguard montadas en el último misil ruso el RS-28 “Sarmat” en alcanzar Berlín. 120 segundos, en atacar Paris y aniquilarla. 122 segundos serían suficientes para hacer desaparecer Londres. Algo menos, unos 119 segundos, para Roma, Madrid o Barcelona. Según las estimaciones militares de Occidente uno solo de los 46 misiles en construcción destruiría unos 400.000 km cuadrados. El misil, en eso coinciden los especialistas militares, es imposible de derribar para la tecnología occidental.