La mortalidad diaria por la acción del coronavirus SARS-CoV-2 registró este sábado su dato más grave en lo que va de la pandemia al registrarse 15.000 muertes por la enfermedad de la covid-19 en las últimas 24 horas, mientras que varios países ya aplican agresivos planes de vacunación.
Estas últimas semanas, varias empresas farmacéuticas occidentales han anunciado que han desarrollado vacunas contra la covid-19. Es el caso, en particular, de la asociación de empresas Pfizer-BioNTech, de la farmacéutica estadounidense Moderna y de AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford. Los Estados imperialistas de uno y otro hemisferio se han apresurado a cursar pedidos y comprar a toda prisa el mayor número posible de dosis, en algunos casos incluso antes de la certificación de las vacunas por los organismos competentes. Esta auténtica rapiña imperialista de las vacunas está aniquilando de hecho las posibilidades de los países de la periferia capitalista de procurarse dosis para hacer frente a la pandemia.
La noticia de que una vacuna para el COVID-19 podría estar disponible a principios de 2021 hizo que los mercados de valores del mundo se dispararan a nuevos niveles récord. Sin embargo, la recuperación se vio atenuada rápidamente por el aumento vertiginoso de las infecciones por COVID-19 a medida que el hemisferio norte entra en su invierno. El aumento de casos se manifiesta con mayor intensidad en los EEUU y la mayor parte de Europa. La tasa de mortalidad por estas nuevas infecciones puede ser más baja que en la primera ola de marzo a abril pasado, pero las hospitalizaciones están alcanzando nuevos picos en los EEUU y partes de Europa.
Las noticias sobre vacunas potencialmente viables ofrecen un rayo de luz al final del túnel. Pero, mientras que los trabajadores sufrirán la peor parte de la crisis del coronavirus, los principales monopolios farmacéuticos empiezan a frotarse las manos.
Millones de personas en todo el mundo están jubilosas porque pronto esté disponible una vacuna COVID-19.
Los gobiernos burgueses, que priorizan las ganancias capitalistas sobre las vidas humanas, no han logrado contener esta pandemia. Las masas no tienen fe en los políticos y están poniendo sus esperanzas en una cura. Pero no hay cura para la enfermedad del sistema capitalista, que buscará sacar provecho de este avance en detrimento de la humanidad.