por Iván Loh
Es imposible luchar contra el moderno capitalismo ruso sin entender su estructura interna y sus fuerzas directrices. A través de la comprensión de sus puntos débiles, podemos desarrollar tácticas que nos ayuden a llevar a la clase obrera a la victoria.
El capitalismo ruso es un capitalismo monopolista. En la década de 1990, los capitales industrial y bancario se fusionaron para convertirse en capital financiero, con grandes corporaciones controlando la economía nacional. Precisamente la misma situación existe hoy en día en todos los países capitalistas desarrollados. Sin embargo, si miramos más de cerca, veremos que a pesar de una base económica similar, la superestructura (es decir, los sistemas políticos) de Rusia y los EE.UU., Corea del Sur y Francia, Turquía y Grecia, Alemania y China difieren drásticamente.
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