AMLO y la restauración del bonapartismo mexicano

por Manuel Aguilar

Llega 2022 con una pesada y ominosa herencia que le llegaron los dos años precedentes: el terrible 2020 con la pandemia del Covid-19 y la depresión económica mayor en 90 años y el 2021 con la continuación de la pandemia y una recuperación económica insuficiente y plena de contradicciones. Ambos años ya marcados indeleblemente con el sello de la apocalíptica sombra de las catástrofes ecológicas. Aquí en México han sido también los años de la restauración del bonapartismo, proyecto fundamental de la llamada Cuarta Transformación (4T) emprendida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (Amlo).

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León Trotsky: «Bonapartismo, fascismo y guerra»

En su muy pretencioso, confuso y estúpido artículo [«Defensa Nacional: el caso del socialismo», Partisan Review, julio-agosto de 1940], Dwight Macdonald trata de atribuirnos la opinión de que el fascismo es, simplemente, una repetición del bonapartismo. Hubiera resultado difícil inventar mayor disparate. Hemos analizado al fascismo en su desarrollo, a través de sus distintas etapas, y pusimos en primer plano uno u otro de sus aspectos. Hay un elemento de bonapartismo en el fascismo. Sin este elemento, a saber, sin la elevación del poder estatal por encima de la sociedad debido a una extrema agudización de la lucha de clases, el fascismo habría sido imposible. Pero señalamos desde el comienzo mismo que se trataba fundamentalmente del bonapartismo de la época de la declinación imperialista, que es cualitativamente diferente del de la época de auge de la burguesía. Luego diferenciamos al bonapartismo puro como prólogo de un régimen fascista. Porque en el caso del bonapartismo puro el gobierno del monarca se aproxima […]

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León Trotsky: «Bonapartismo y fascismo»

La vasta importancia práctica de una orientación teórica correcta se manifiesta de la manera más notable en un período de agudo conflicto social, de rápidos cambios políticos, de variaciones bruscas en la situación. En tales períodos las concepciones y generalizaciones políticas se desgastan rápidamente y exigen, bien sea una sustitución total (que es más fácil), bien sea su concreción, su precisión o su rectificación parcial (que es más difícil). Es precisamente en tales períodos que surgen como algo necesario toda clase de situaciones transicionales, intermedias, que superan los patrones habituales y exigen una atención teórica continua y redoblada. En una palabra, si en la época pacífica y “orgánica” (antes de la guerra) todavía se podía vivir a expensas de unas cuantas abstracciones preconcebidas, en nuestra época cada nuevo acontecimiento forzosamente plantea la ley más importante de la dialéctica: la verdad es siempre concreta.

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El desorden global: «La tormenta perfecta»

por Stephen Bouquin 

La tormenta perfecta es una película de catástrofes sobre el encuentro entre un tornado y un huracán. A la pandemia del coronavirus se le añade ahora una crisis financiera y económica cuya dimensión aún se desconoce. Son los ingredientes de una tormenta perfecta que no se sabe a dónde nos llevará. La situación ha cambiado de forma brutal y hay que tomarle la medida.

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Rusia: la extraña naturaleza del régimen de Putin

por Iván Loh

Es imposible luchar contra el moderno capitalismo ruso sin entender su estructura interna y sus fuerzas directrices. A través de la comprensión de sus puntos débiles, podemos desarrollar tácticas que nos ayuden a llevar a la clase obrera a la victoria.

El capitalismo ruso es un capitalismo monopolista. En la década de 1990, los capitales industrial y bancario se fusionaron para convertirse en capital financiero, con grandes corporaciones controlando la economía nacional. Precisamente la misma situación existe hoy en día en todos los países capitalistas desarrollados. Sin embargo, si miramos más de cerca, veremos que a pesar de una base económica similar, la superestructura (es decir, los sistemas políticos) de Rusia y los EE.UU., Corea del Sur y Francia, Turquía y Grecia, Alemania y China difieren drásticamente.

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Pierre Broué: Trotsky y los trotskistas frente a la Segunda Guerra Mundial

Al publicar, hace algunos años, textos de Trotsky sobre la segunda guerra mundial[1] , Daniel Guérin los presentaba con un prefacio que le iba a costar la crítica de los órganos de los diferentes grupos que se reclamaban entonces del trotskismo. Lo acusaban, sobre todo, de haber deformado el pensamiento de Trotsky, cortando arbitrariamente sus textos, distorsionando su pensamiento, si no hacia el socialpatriotismo, por lo menos hacia el antifascismo, y de haberse dejado arrastrar a hacer de Trotsky un “patriota soviético”, para quien la necesidad de “la defensa de la URSS” habría primado frente a cualquier otra consideración en la apreciación de la guerra.[2]

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