A la humanidad rebelde.
Del jardín desapareció la menta y la lavanda
El aroma desapareció en el aire
El céfiro de la muerte disolvió su forma,
A la humanidad rebelde.
Del jardín desapareció la menta y la lavanda
El aroma desapareció en el aire
El céfiro de la muerte disolvió su forma,
Dedicado a Ulrike Meinhof (1934 – 1976).
In memoriam.
Vivimos la desesperanza y la victoria pírrica de la contra-utopía, la persecución ensañada contra todo que sea una expectativa de más allá del estado de cosas. La orden del día es el conformismo, que debe ser la actitud con que se gobierna y se enseña, se trabaja, se hace arte, se ama y se juzga al otro. Más aún, se debe trabajar demostrando, enarbolando la bandera del estado de cosas estático de amo. El resto es considerado como un sumergirse en la nada de los mitos y los sueños personales, juzgado por el sentido común como un sesgo antisocial o una actitud infantil de falta de control. En suma, en los últimos tiempos observamos como ha aumentado la intensidad de la administración positiva de la intimidad, las ideologías y la opinión política crítica. Pues, los engranajes de la sociedad requieren funcionar como mecanismos de relojería, donde no haya desfaces entre el ritmo del poder político y la vida interior del individuo, todo debe someterse a tal armonía muerta, predecible, auto-reproductiva de un estado de cosas profundamente autoritario, de rasgos verdaderamente totalitarios.
Claro que son 50 años
Son 50 años de mierda
¿Y qué vienen a conmemorar ustedes
que un día se despertaron de un mal sueño?
¿Y volvieron a casa, calefacción y cuenta corriente?
Mientras que nosotros nos quedamos contando años y muertos.
Ustedes conmemoran, pero no pueden hablar de lo que conmemoran.
Nosotros contamos 50 años de mierda
Con golpes de tortura eléctrica que no sanarán nunca,
Con años de cárcel para que ustedes traidores vivieran tranquilos,
Con exilios y más exilios con los que pagamos más de lo soportable,
Con todas las revoluciones que fracasaron y las que fracasarán,
Pero ustedes se dejaron llevar por sus ontologías de la frivolidad
Y luego hablaron de democracia y buenas costumbres regadas de alcohol
Pero dentro de sus pechos traidores llevaban millones en bolsas de papel amarillo,
Desciendo del Cerro Monjitas para buscar encontrarme en el terminal de buses con un compañero viejo, hombre curtido en todas las batallas del pueblo. Vestido humildemente, pero su rostro trasuntaba la humildad noble de los verdaderos revolucionarios de ayer, un aura de razonada rebeldía. Vagamos, bebimos unos cortados, terminamos en el molo 500 en un diálogo entre botes, gaviotas y buques anclados. Su rostro se oscureció, ya no sonreía, su mirada se perdió en el horizonte transparente, algo le ocurría que yo podía percibir.
Las motivaciones son diversas, pero las similitudes son evidentes. Ambos intelectuales han publicado dos libelos de inusitada violencia contra el mundo asalariado, sus palabras ofenden. Rojo afirma, “no son una clase social, sino una multitud” refiriéndose a las masas que votaron rechazo. Agrega: “masa logrera… Existe en Chile desde el siglo XIX y está repleta de deseos, de poseer un cierto status y de poseer ciertas cosas”. Finalmente, “es una masa racista, antifeminista y furiosamente homofóbica”. Lucy Oporto no lo hace mejor con su pseudo-concepto de lumpenfascismo, y la creativa noción de lumpenización: “acción sistemática de envilecer y destruir todo aquello que trasunte nobleza, en cualquier nivel”. De donde deriva su poética idea de lumpenfascismo, un “tipo humano constitutivamente degradado, así como las manifestaciones de sus formas de poder, cuyo foco es una forma transversal de ejercer el poder o de reproducir el ejercicio del poder del vencedor” (sic). Luego especifica los ámbitos de presencia de esta plaga moral que denuncia con santa ira: “existe un lumpenfascismo empresarial, profesional, académico, artístico, político, eclesiástico, militar, familiar, matrimonial, poblacional, etc.”. Despliega elegantemente sus recursos retóricos, en este caso la enumeración caótica; pero no es poesía vanguardista, es categorización delirante, texto de signos fracturados que diseminan el significante infinitamente, escritura paranoica.