por Michael Roberts
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, corre actualmente el riesgo de perder su puesto por el flagrante incumplimiento, por su parte y por la de sus colaboradores, de las normas de confinamiento del COVID impuestas por su propio Gobierno al resto de los británicos. Pero más que el «partygate», el via crucis que se avecina para la economía y su impacto en el nivel de vida de muchos es mucho más probable que sea lo que destruya a este gobierno conservador de derechas en las próximas elecciones (probablemente en 2024).