por Enzo Traverso
Cien años después del nacimiento de Livio Maitan y casi veinte de su muerte, su vida y su obra exigen una reflexión crítica. Traspasado este umbral, debemos ir más allá de los recuerdos y las reminiscencias nostálgicas, tratando de adoptar una perspectiva histórica. La mía no será una revisión fría y desapegada, sino un reexamen crítico. Diré de entrada que, repensado dentro de este horizonte, Livio me parece muy alejado de nuestro tiempo. Sé que muchos discreparán y quizá incluso se irriten por esta apreciación, que me parece obvia. Que quede claro: no quiero decir que la obra de Livio sea obsoleta, digna de ser archivada y olvidada. Quiero decir que pertenece a un mundo que ya no existe y quizá por eso mismo es importante para nuestra conciencia histórica.