Todos los seres humanos nacen prematuramente, indefensos y dependientes, incapaces de cuidar de sí mismos. Esto es aplicable no solamente a los profesores de Oxford y Cambridge, sino al conjunto de la especie humana. Más adelante, si todo va bien, alcanzamos un cierto grado de autonomía, pero solamente sobre la base de una continua dependencia, esta vez de la cultura más que de la naturaleza. Solamente por medio de esta forma de dependencia de los demás que llamamos cultura podemos llegar a ser autosuficientes, que es sin duda una de las razones de que la palabra “monstruo” en la Antigüedad clásica significase, entre otras cosas, uno que se considera a sí mismo autodependiente y que, en este sentido, está en conflicto con su propia naturaleza de criatura. El Edipo de Sófocles es un buen ejemplo de ello –este astuto empresario de sí mismo cuyo padre suprimido vuelve para destruirle.
Terry Eagleton
Marx, el revolucionario
por Terry Eagleton
No muchas de las ideas de Karl Marx eran originales. El concepto de comunismo fue conocido en el mundo antiguo, mientras que la noción de revolución es probablemente tan vieja como la política. Hay quienes creen que Marx inventó la clase social, pero él mismo no forma parte de ese bando. Quizá fue la idea de la lucha de clases la que debería haber patentado; pero también esta había sido durante mucho tiempo algo habitual para fastidiar a los dueños de minas y a los campesinos rebeldes, si no siempre a los teóricos políticos. Su visión de la historia como una sucesión de modos de producción era un lugar común de la Ilustración, y Hegel anticipó gran parte de su pensamiento.
Benjamin y Trotsky: «El ángel de la historia»
por Terry Eagleton
El año de la muerte de Benjamin, otro intelectual judío exiliado encontró su destino a manos de la reacción política. Víctimas, respectivamente, del fascismo y del stalinismo, y signo conjunto de su letal complicidad, Walter Benjamin y León Trotsky muestran una serie de paralelismos que deben aún estudiarse seriamente.
Crítica a «La prisión del lenguaje» de Jameson: ciudadanos de Babel
por Terry Eagleton
«¡Repensarlo todo de cabo a rabo en términos de lingüística!» escribe Fredric Jameson en The Prison-House of Language (1972), con un signo de exclamación que parece una especie de jadeo ante la enorme audacia del proyecto. Jameson habla del estructuralismo y el posestructuralismo, en cuyo umbral se detiene, de forma decepcionante, el nuevo libro de Ken Hirschkop. Pero suficientes giros lingüísticos previos se analizan en este estudio llamativamente rico como para compensar las inevitables ausencias (Freud y Heidegger, como el autor confiesa con ironía, se encuentran tam- bién entre las sendas no recorridas); y lo que estas diversas fascinaciones por la palabra parecen tener en común es una idea implícita en la declaración de Jameson, a saber, que no constituyen alejamientos del mundo para acer- carse al lenguaje, sino nuevas formas de modelar el mundo mismo. Como explica Hirschkop en una sucinta expresión de su tesis: «los giros lingüísti- cos son teoría social por otros medios».
Terry Eagleton: "me considero tan socialista como siempre"
—En Después de la Teoría Ud. escribió que considerando el destino de filósofos como Michel Foucault, Roland Barthes o Louis Althusser, parece que Dios no es estructuralista. ¿Podemos decir ya que el posmodernismo ha pasado de moda? En tal caso, ¿que teoría lo reemplazaría?
Entrevista con Terry Eagleton: «El discurso posmoderno pasa, el marxismo queda»
por Alejandra Ríos y Ariane Díaz //
Indudablemente, el marxismo no ha desaparecido, como sí ha ocurrido con el posestructuralismo (de manera bastante misteriosa), e incluso quizá con el posmodernismo. Ello se debe en gran medida a que el marxismo es mucho más que un método crítico; es una práctica política, explica el crítico literario y escritor marxista Terry Eagleton.