por John Peterson
Treinta años han pasado desde la publicación de El Final de la Historia y el Último Hombre. Regodeándose tras el colapso de la URSS, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama hizo una afirmación asombrosa. La humanidad había alcanzado “el final de la historia como tal: es decir, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como forma final de gobierno humano”.