por Gustavo Burgos
«El problema es la unidad» parece escucharse en todos los sectores de la izquierda. Un rumor a veces ensordecedor. Tal cuestión —junto al asunto de los métodos— consume buena parte de las discusiones y asume un carácter que a veces parece estratégico. Sí, efectivamente, en lugar de la tareas del movimiento, la forma de organización política que propugnamos, el Gobierno por el que luchamos, el debate sobre la propiedad de los medios de producción, la huelga general, en su lugar todo se reduce a una cuestión nominal: la unidad contra el Gobierno. Si nos juntamos todos contra el Gobierno asesino y hambreador de Piñera —con un solo candidato o una sola lista de candidatos— todos los problemas deberían estar resueltos. A veces se añade: «hay que hacer como la Derecha que finalmente siempre se une». Estas afirmaciones, todas racionales, en un mundo de ideas serían válidas. Sin embargo no vivimos en un mundo de ideas, sino que en medio de la prosaica y convulsionada lucha de clases.