por Francisco Herreros
No deja de resultar paradójico y singular el hecho de que los trabajadores del cobre paralicen faenas en un gobierno de izquierda, y que este, al igual que sus predecesores, se enrede en las ramas de su impacto en la producción, y abstraiga el bosque de la desastrosa política del país con su mayor riqueza, la cual se sigue dilapidando con desenfadada irresponsabilidad, en el altar del dios mercado.
Aún al riesgo de la majadería y el lugar común, la decisión del directorio de Codelco respaldada por el gobierno, de cerrar la fundición Ventanas, y el breve paro de los trabajadores del cobre, remite a la tesis de que los hechos suelen presentarse dos veces en la historia; la primera como tragedia, y la segunda como farsa.