por Xulio Ríos
El 2022 será un año de especial sensibilidad política en China. La razón directa es la celebración del XX Congreso del Partido Comunista (PCCh), previsto para otoño. Y su clave de bóveda, la continuidad o no de Xi Jinping y en qué condiciones, al frente del país. Recuérdese que Xi asumió el liderazgo del PCCh en 2012 en un relevo “modélico” protagonizado por su antecesor Hu Jintao, quien le cedió desde el primer momento las tres jefaturas del poder (Partido, Ejército y Estado), algo poco común. Desde entonces, la institucionalidad diseñada por Deng Xiaoping para establecer un procedimiento ordenado de sucesión, ha volado por los aires. Se diría que poco rastro queda de la dirección colectiva, la designación cruzada de líderes, el límite de los dos mandatos y hasta titubea la regla de edad (67 continúa, 68 se jubila).
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