por Xulio Ríos
Como no podía ser de otra forma, la onda expansiva de la invasión de Ucrania por parte de Rusia también llegó a China. De una parte, obligándola a posicionarse en una incómoda tesitura que involucra a dos países, uno agresor y otro agredido, con los que mantiene importantes relaciones diplomáticas; de otra, explicándose para hacer entender que su principio de no injerencia no representa un doble lenguaje que puede deteriorar aún más las relaciones con EEUU y los países occidentales que le urgen a tomar partido.