El marxismo y el movimiento de liberación homosexual: De la Socialdemocracia alemana a la Revolución Rusa

por Daniel Gaido y Cintia Frencia

La despenalización de la homosexualidad en las revoluciones burguesas

La despenalización de la homosexualidad nació con las revoluciones burguesas. En la Francia del antiguo régimen, la homosexualidad masculina, definida legalmente como “sodomía”, era penalizada con la hoguera, y aunque esta pena era raramente aplicada, en fecha tan tardía como el 6 de julio de 1750 dos homosexuales, llamados Bruno Lenoir y Jean Diot, fueron ahorcados y quemados en la Place de Grève de Paris por haber sido encontrados teniendo sexo consensual una noche de enero en las sombras de la rue Montorgueil. Como ambos eran obreros, sin conexiones con el gobierno o con las clases dominantes, las autoridades aprovecharon para ejecutarlos públicamente como una advertencia a otros homosexuales.1 Criticando este resto de barbarie medieval, algunos de los philosophes y líderes de la Revolución Francesa, tales como Montesquieu, Condorcet y Anacharsis Cloots, negaron que el estado tuviera derecho a castigar la sodomía, siempre que las relaciones sexuales homosexuales tuvieran lugar entre adultos con consentimiento mutuo y en privado.

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Carta a Stalin: ¿Puede un homosexual ser miembro del Partido Comunista?

por Harry Whyte

En su momento, Whyte (que era homosexual) estuvo trabajando en Moscú en el Moscow Daily News. Cuando se enteró de la nueva ley sobre la sodomía, le escribió una carta a Stalin preguntándole cómo podía justificarla. Whyte señaló que la nueva ley anulaba todo el progreso que se había hecho en tales asuntos desde la Revolución de Octubre.

En la primera página de la carta, encontrada en archivos soviéticos, está una nota escrita por Stalin que dice:

‘’Archivar. Un idiota y un degenerado. J Stalin.’’

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Pedro Lemebel consiguió un estilo para referirse al tiempo social

por Diamela Eltit 

Resulta estratégica, en el sentido más político del término, la publicación de este libro (Lemebel oral, de Gonzalo León) que recoge entrevistas a Pedro Lemebel. Lo pienso así porque estas entrevistas pueden ser leídas también como parte de sus crónicas pues un número de ellas fueron realizadas con la mediación de un proceso de escritura del autor, pero en un registro otro marcado por la velocidad y la ruta de una respuesta siempre deliberada. Eficaz.

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Sexualidades radicales: los Movimientos de Liberación Homosexual en América Latina (1967-1989)

por Felipe Caro y Patricio Simonetto //

Las convulsiones políticas, culturales y sociales de las décadas de 1960 y 1970 transformaron profundamente la política en los centros urbanos del occidente global. En la agudización de la guerra fría, distintos epifenómenos pusieron en relieve la emergencia de una nueva cultura de izquierda y un feminismo que, aunque minoritario, reafirmó el interés político de la vida privada. El objetivo de este artículo es analizar en clave comparativa y transnacional los movimientos de liberación homosexual de América Latina con foco en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela. Para ello partimos de nuestras investigaciones sobre el Frente de Liberación Homosexual de la Argentina y el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia.

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La despenalización bolchevique de la homosexualidad

por Fred Weston //

La Revolución de Octubre cambió radicalmente la situación de los homosexuales en Rusia, como lo hizo para las mujeres. En 1922, se aprobó el primer Código Penal de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Todas las viejas leyes zaristas fueron suspendidas hacia 1918 y cuando, finalmente, después de algunos años de debate, se adoptó la nueva constitución, la homosexualidad o «sodomía» como se la llamaba, fue despenalizada. Fue un avance enorme para los homosexuales, a quienes el régimen zarista podía arrestar, condenar a años de prisión o enviar a campos de trabajo forzado.

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Homofobia y mundo del trabajo

por Laurentino Vélez-Pellegrini//

El Vaticano promulgó el pasado mes de diciembre un documento que prohibe a los homosexuales el ejercicio del sacerdocio, viniendo así a añadir unas cuantas páginas a la larga antología de despropósitos que esta nueva Iglesia preconciliar o mejor dicho, contraconciliar, ha ido predicando desde el advenimiento de la Era Woytila. La Santa Sede es libre de ejercer su poder en el ámbito que le corresponde y los individuos (en especial los creyentes) de asumir sus dictados. Lo preocupante del asunto ya no es el que el mencionado documento formalice una condena moral de un determinado tipo de vida y elección sexual, sino que opere simultáneamente un mecanismo de descalificación, estigmatización y exclusión social de un colectivo, incluidos los miembros de éste que reivindican su pertenencia a la Iglesia. En suma, que decrete la disfuncionalidad social de un ciudadano (que es eso precisamente lo que tampoco deja de ser un sacerdote) sólo por su orientación sexual. Son de imaginar las graves consecuencias del documento si la sociedad en la que vivimos hubiese pertenecido a otras épocas caracterizadas por un mayor dominio de la Iglesia y peso de su influencia política, social y cultural. Afortunadamente la situación ya no es así y la sociedad de nuestro tiempo ha acogido el documento como lo ha hecho: con más o menos indiferencia. Como ha subrayado el politólogo Kerman Calvo (autor por otra parte de una importante investigación sobre la evolución del movimiento gay en España), existe por ejemplo una posición mayoritariamente contraria a la restricción de los derechos civiles de los gays y de las lesbianas, y son ya minoría los que consideran que la homosexualidad pueda ser un pretexto de discriminación para el acceso a la Función Pública, al ejercito o la enseñanza. Si bien una cosa son los posicionamientos políticos (que reflejan un talante liberal) y otra las prácticas sociales (que distan mucho de ser las idóneas). Pese a los avances, los gays y las lesbianas siguen padeciendo sendas y notorias discriminaciones en muchos ámbitos de la vida colectiva que, si ya no obedecen a motivaciones religiosas o a argumentaciones médicopsiquiátricas como ocurría en el pasado, si continúan bebiendo de ciertas representaciones culturales y simbólicas sobre la identidad sexual y la identidad de género y los respectivos roles sociales vinculadas a éstas. El ámbito laboral es un ejemplo elocuente.

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Sobre el Matrimonio Gay

Por Pedro Lemebel

Reproducimos un fragmento de una entrevista realizada a Pedro Lemebel en octubre del 2011

Un Amanecer, ¿Cómo fue la apertura de la UP?

No. Nada vuelve a ser y nada es posible resucitar de la misma manera. Porque el mundo cambio y cambiamos nosotros también. Esta el auge y el desarrollo cibernético que sintetizó y transformó el discurso de las movilizaciones, porque las marchas estudiantiles se arman por internet. Y es impredecible saber a dónde vamos a llegar en el futuro con el Vaivén cambiante de las estrategias político virtuales. Pero creo en la insistencia de la rabia, creo en la insistencia de la duda y creo en la insistencia de la molestia, como una mosca en la pantalla computarizada de la memoria

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