Treinta y dos niños, entre un mes y trece años fueron ejecutados por la dictadura de Pinochet. Uno continúa siendo detenido desaparecido. Y otro, Pablo Athanasius, fue parte de esta terrible lista hasta 2013, cuando las Abuelas de la Plaza de Mayo lo contactaron y aceptó hacerse el examen inmunogenético que demostró ser el hijo de los chilenos desaparecidos Frida Lashan y Miguel Athanasiu, estudiantes pertenecientes al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que se exiliaron en Buenos Aires en 1974. Nacido dos años después, fue secuestrado junto a sus padres cuando tenía apenas seis meses por agentes de la dictadura argentina y dados en adopción ilegal por una pareja vinculada al régimen de Videla. A él justamente, el nieto 109, fallecido en 2015, está dedicado el libro Niños de María José Ferrada e ilustrado por María Elena Vásquez.
Un nuevo informe publicado el martes por la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) expuso las horrendas condiciones a las cuales están siendo sometidos los inmigrantes en las instalaciones administradas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en el Valle del Río Grande de Texas.
Son las siete de la mañana y Solange Bravo se levanta con prisa para empezar un largo día. Abre las cortinas y despierta a Matilde, la menor de sus tres hijas. Deben bañarse, desayunar y vestirse para salir rumbo a la cárcel de Puente Alto, donde el padre de Matilde las espera. Terminando de comer, Solange le hace dos moñitos en el pelo a la niña. Están listas para salir.