Trotsky en chile, su influencia en el joven Miguel Enríquez

por Marco Álvarez Vergara

“Las masas no van en la revolución con un plan preconcebido de la nueva sociedad, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la vieja sociedad”.

León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa

Introducción 

En El hombre que amaba los perros Leonardo Padura lo describió así: “Saltó como si se hubiera vuelto loco, dio un grito como de loco, el sonido de su grito es una cosa que recordaré toda la vida”[3]. Ese, fue el último grito de León Trotsky antes de morir en el destierro a manos del estalinismo. 80 años han transitado desde aquel cobarde acontecimiento y, a Trotsky, lo han vuelto a matar una y mil veces más. Nunca en la historia de los marxistas, ni siquiera la del propio Marx, un revolucionario ha sido tan profanado por moros y cristianos.

Leer más

21 de diciembre de 1907. La Masacre de Santa María

por Humberto Valenzuela

«En 1907, los obreros pampinos de la Provincia de Tarapacá solicitaron de los salitreros que sus salarios fueran pagados en oro, ya que éste se hacía en papel moneda y fichas, en circunstancias que el salitre se cotizaba en oro esterlino y el pago de los artículos de primera necesidad se hacía al cambio de nuestra moneda. Pidieron también que se estableciera el libre comercio en las oficinas, ya que existía el monopolio por parte de los salitreros, quienes eran a la vez dueños de las Pulperías, únicos centros de abastecimiento existentes. Solicitaron además, que se establecieran balanzas en las pulperías, pues las ventas eran «al reverendo lote», y la abolición de las fichas, con las cuales se pagaba el trabajo de los obreros. Además, este sistema tenía el inconveniente de que las fichas de una determinada firma salitrera no tenían ningún valor en las oficinas de otras firmas y cuando los obreros debían ir a un pueblo cualquiera, o bajar al puerto, estas fichas no poseían ningún valor; entonces, los obreros tenían que verse en la necesidad de cambiar éstas fichas por dinero, en los mismas oficinas, con un cincuenta por ciento de descuento sobre su monto total, robándoles así la mitad de sus dineros. Los pampinos pedían también que cuando no se pagare una carretada de caliche por estimarla de baja Ley, ésta no fuera utilizada en la elaboración de salitre, como se estaba haciendo por parte de los administradores. Pedían además, que no se despidiera a los obreros que participaran en la huelga, o que se les indemnizara como corresponde, y que todos los acuerdos a los que se llegara fueran reducidos a Escritura Pública, firmada por los delegados obreros y los patrones. ¡¡ Y pensar que por pedir y defender todo esto, los mataron!!

Leer más

Ir al contenido