por Ewald Meyer
Cuando Ernest Renan pronunció su conferencia ¿Qué es una nación? en 1882, reflejó el momento crucial de los movimientos nacionales que en ese momento ya comenzaban a surgir con fuerza en el mapa político europeo. El historiador francés sostenía así una de las primeras aproximaciones al nacionalismo y los movimientos nacionales que irrefrenablemente cubrirían al menos por los próximos cien años del siglo veinte el panorama de conflictos políticos. Renan sostiene que la nación es una idea contenida en la voluntad de ciertas naciones de Europa occidental, que se manifiesta en una historia común muchas veces basada en el olvido deliberado de un pasado no conveniente, es decir, una historia coherente ante todo que haga sentido al individuo para su identificación con la nación. Valores europeos, pero al fin y al cabo europeos occidentales de países como Francia, Inglaterra, Italia, Alemania y España. ¿Y el resto de los países europeos carecieron de movimientos nacionales? ¿ Es entonces el nacionalismo un fenómeno básicamente de Europa occidental?. Hoy por hoy no. Sin embargo, el historiador francés tuvo una fuerte influencia en los círculos académicos europeos durante el siglo veinte, este hecho no menor, condicionó muchos episodios dramáticos ocurridos en las dos guerras mundiales y que siguen sin explicaciones plausibles desde una perspectiva histórica. Esta relación por descarte con los países eslavos considera a Europa como una unidad político-cultural, al cual concurren naciones eslavas (¿invitados de piedra?) y que han sido incorporadas en la medida de las circunstancias históricas ocurridas principalmente a partir de la primera guerra mundial, y luego de la descomposición del imperio ruso, una profusión de estados nacionales que en algunos casos siguen en entredicho hasta hoy colgando de la cornisa europea. La pregunta siempre de rigor es, ¿Pertenecen a Europa? ¿Son europeos o no?. Checoslovaquia entregado a Hitler el año 1939 por los aliados, más tarde la defensa de Polonia que daría inicio a la segunda guerra mundial, en ambos casos, supuestos estados tapones o corredores sanitarios desde la perspectiva política para aislar a la URSS de Lenín, bestia negra, de occidente en parte como defensor de los pueblos eslavos, quizá más en el papel que en la realidad como se vería en el futuro con Josef Stalin, no hicieron otra cosa que ganar su membrecía de europeos, hoy de la comunidad europea( ¿quién puede discutir a R. Checa, Eslovaquia y Polonia su pertenencia?) a sangre y fuego. Nos parece que la Historia con mayúscula, se cayó en un mes sobre las cabezas europeas y la guerra en Ucrania levantó la alfombra de procesos que se mantenían soterrados desde el siglo XX. Nuevas interrogantes surgen, nuevos actores enigmáticos ante el avance de Moscú y las contradicciones políticas de Europa. Las repúblicas de la ex Yugoslavia o más hacia oriente el caso de Bulgaria, Moldavia y las Repúblicas Bálticas( Estonia, Lituania y Letonia) que siempre se mantienen en jaque, más hoy ante el avance irrefrenable de los tanques rusos en Ucrania.